/BOLETIN-INTEGRACION/ AMERICA/CUMBRE: Al ALCA le falta el rompecabezas

En una sesuda reunión de especialistas sobre los pro y contra del ALCA, un politólogo, colombiano por más señas, sembró un silencio perplejo cuando inquirió si el derribo de barreras comerciales en América supondría el fin de políticas de Washington como la certificación antidrogas.

Para la venezolana Manuela Rangel, presente en la reunión que se realizó en Costa Rica en marzo, detrás de la pregunta del consultor colombiano está el gran punto irresuelto con que se llega al lanzamiento de las negociaciones para establecer un Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA).

Ese punto es si el ALCA forma parte del diseño de una nueva relación entre Estados Unidos y los países latinoamericanos y caribeños, y de ser así, cuál es el sustento y el contenido político, social e ideológico de esa nueva relación.

Rangel, directora de Relaciones Económicas del Sistema Económico Latinoamericano (SELA), está entre quienes perciben el proyecto de ALCA como la punta de lanza de un nuevo ciclo en las relaciones de Washington con el sur del río Bravo.

Se trata de ciclos que, desde que el presidente James Monroe (1817-25) trazó la doctrina de "América para los americanos", han pasado por políticas como la del "gran garrote", "el buen vecino", la Alianza para el Progreso, el apoyo a las dictaduras, el proteccionismo o las certificaciones.

Pero el ALCA, aún en el supuesto utópico de que cuando se concrete solo trajese bondades en el comercio y las inversiones, debe tener como telón de fondo elementos políticos y de cooperación, que al menos hasta ahora no aparecen.

Los mandatarios de América, con la exclusión de Cuba, lanzarán formalmente este domingo en Santiago de Chile las negociaciones que deberán crear a partir del 2005 un mercado ampliado de más de 700 millones de personas y un poder de compra que se aproxima a los dos billones (millones de millones) de dólares anuales.

"El ALCA sólo es una pieza de un rompecabezas y no puede generar automáticamente cambios en la relación hemisférica, que son a su vez un sustrato necesario para que la zona de liberación comercial funcione y se retroalimente", dijo Rangel.

Esa visión integral estuvo presente, a juicio de la funcionaria regional, en la primera Cumbre de las Américas, celebrada en diciembre de 1994 en Miami, y cuya declaración se llamó auspiciosamente "Pacto para el Desarrollo y la Prosperidad".

Pero en los más de tres años transcurridos desde entonces, el proyecto del ALCA adquirió una dinámica propia y se convirtió en una isla, para terminar por responder en la práctica "a la agenda e intereses de Estados Unidos", según apuntó Rangel.

El acceso a los mercados, la apertura en los servicios, las políticas de competencia y los demás aspectos contemplados en los objetivos y principios de la negociación, que fueron determinados hace un mes por los ministros de Comercio, "responde a la agenda de Washington, plasmada en 90 por ciento o más", acotó

El proyecto de ALCA traduce la concepción de la relación hemisférica que quiere Estados Unidos, que busca "cooptar" el mercado en que tiene el mayor potencial de crecimiento futuro, en una reedición de la doctrina Monroe en tiempos de globalización.

La cuestión es si esa concepción desmembrada del ALCA es también la agenda latinaomericana y caribeña. Para Rangel, la respuesta ahora es negativa, pero puede transformarse en positiva siempre que el ALCA pase a ser sólo parte del rompecabezas.

La falta de liderazgo entre los latinoamericanos y caribeños, junto con la consolidación de bloques regionales que fragmentaron el ejercicio preparatorio en grupos y subgrupos, impidió llegar a la cumbre de Santiago con el ALCA encajado en un esquema de desarrollo continental.

En parte, ello es el resultado de lo que Rangel definió como "el desespero de la globalización". "Es el desespero de que si no te arrimas a un bloque regional estás perdido y que cuanto más pequeño más necesitas un club para no quedar a la deriva", argumentó.

Eso explica la actitud latinoamericana cuando, en noviembre, el presidente estadounidense Bill Clinton no pudo arrancar al Congreso el permiso para negociar sin que los compromisos puedan ser modificados, conocido como la facultad de vía rápida.

En lugar de las esperables dudas en la región sobre la oportunidad de lanzar ahora las ambiciosas negociaciones del ALCA, los gobiernos reforzaron su impulso al proyecto "porque la idea del club es más importante que la debilidad negociadora de Washington", adujo la funcionaria del SELA, con sede en Caracas.

"El ALCA es la respuesta a la nueva realidad de la globalización y a la angustia que genera y lleva a la aceleración de proyectos de esta naturaleza", ahondó en su análisis.

Ese tipo de angustias inmediatistas lleva a poner "debajo de la alfombra" el debate sobre cómo hacer para que el ALCA no se quede en un plan de apertura de mercados, sino que se articule en un esquema de desarrollo sustentable en el tiempo y generador de bienestar para todos, con independencia de sus asimetrías.

Para Rangel, quien por su cargo ha acompañado el proceso preparatorio del ALCA con un enfoque latinoamericano y caribeño, es factible que durante los siete años de negociaciones la apertura de mercados se inserte en una relación hemisférica que tenga como gran objetivo el desarrollo del continente.

La primera exigencia para ello es un esfuerzo activo y operativo para que las asimetrías en el grado de desarrollo entre los 34 países estén presentes horizontalmente en los nueve grupos de negociación y se traduzcan en compromisos muy claros.

La asimetría de las pequeñas y medianas economías es reconocida en la declaración ministerial que fijó el mapa negociador, pero no se ha definido como se manejará.

"El tema va a tener que ser resuelto mediante un programa de cooperación sustantiva y sostenida, que tenga el compromiso político de Estados Unidos", dijo Rangel.

En paralelo con la negociación del ALCA, apuntó, deberían establecerse mecanismos de cooperación continental en aspectos como la educación, la salud, el desarrollo tecnológico y la erradicación de la pobreza extrema, que para América Latina son temas tan importantes o más que el comercio.

Otra pieza que deberá insertarse en el rompecabezas es "un paquete financiero hemisférico", que haga factible el proyecto de que hacia el 2015 desde Alaska hasta Tierra del Fuego hayan desaparecido las barreras comerciales.

El ALCA, dijo Rangel, va a requerir un nuevo esquema continental de financimiento para el desarrollo, que supere los déficit nacionales y grupales y "que garantice el acceso a un financiamiento estratégico, de largo plazo y con calidad".

En ese aspecto, Rangel planteó incluso la idea de instituir un "impuesto de solidadridad hemisférica", equivalente a un mínimo porcentaje de los dividendos generados por el incremento de las exportaciones y las inversiones, y destinado a programas sociales para los países y sectores de población más pobres.

En definitiva, el ALCA debe construir una dimensión social "del ALCA para el ALCA" , que aporte a una nueva relación Norte- Sur americana la llave para un modelo de desarrollo en que los beneficios y las cargas se repartan con equidad. Y esa es tarea de América Latina y el Caribe, concluyó Rangel. (FIN/IPS/eg/ff/ip/98

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