La ley que establece duras penas para delitos ambientales en Brasil entró en vigencia esta semana, bajo críticas renovadas por los incendios que destruyeron bosques en el estado de Roraima, en el extremo norte del país.
Las críticas no se dirigen contra la Ley de Delitos Ambientales, aprobada hace dos meses por el Congreso Nacional y que entró en vigencia el lunes, considerada un gran avance en términos generales, sino a los vetos impuestos por el presidente Fernando Henrique Cardoso.
Uno de los vetos eliminó las penas de multas y prisión de hasta tres años para quienes provocasen la propagación de incendios por uso del fuego sin las medidas de prevención necesarias.
El castigo buscaba evitar los riesgos de las tradicionales "quemadas", incendios intencionales con que los agricultores preparan la tierra para la siembra, quemando bosques, matorrales y restos de la cosecha anterior, y también para facilitar el corte de la caña de azúcar por macheteros.
El desastre ambiental de Roraima, con incendios que comenzaron hace dos meses y destruyeron gran parte de los bosques y sabanas locales, es consecuencia de esa tradición campesina. La sequía prolongada, la baja humedad del aire y vientos fuertes contribuyeron a que el fuego escapara de control.
Las lluvias que cayeron a comienzos de esta semana en Roraima fueron escenciales para el combate a los incendios, especialmente los que avanzaron decenas de kilómetros adentro del territorio reservado a los indígenas yanomami.
Los jefes militares que coordinan el combate a los incendios informaron que ya están controlados los que devastaban los bosques de los indígenas.
El problema es que las "quemadas" continuarán, no sólo en Roraima sino también en otros estados amazónicos brasileños en los que la agricultura va ganando terreno a los bosques, advirtió Reinaldo Imbrozio Barbosa, del Instituto Nacional de Investigaciones de la Amazonia (INPA).
Los agricultores pobres, "descapitalizados y expulsados de otras regiones, siguen migrando hacia Roraima", afirmó el investigador. Con sus métodos tradicionales de cultivo, sin acceso a tecnologías mejores, deforestan, queman y debilitan las defensas boscosas.
Este año, con la sequía que se prolonga desde mediados de 1997, las "quemadas" degeneraron en incendios que, según estima Imbrozio, pueden alcanzar hasta 16 por ciento del territorio de Roraima, o cerca de 35.000 kilómetros, poco más que la extensión de Holanda.
Con el veto presidencial al artículo que castigaba el uso peligroso del fuego se perdió la posibilidad legal de reprimir esa actividad dañina para el ambiente, lamentan activistas.
El gobierno debe ahora revisar el veto y adoptar nuevas medidas, como la educacin ambiental para los agricultores, organismos especializados en el combate a los incendios y programas de prevención, reclamó Garo Batmanian, director del Fundo Mundial para la Naturaleza en Brasil.
No fue el fenómeno de El Niño, que calienta las aguas del océano Pacífico, la principal causa del problema, sostuvo el ex ministro de Medio Ambiente, José Lutzemberger, replicando a las explicaciones más difundidas.
La destrucción de bosques en el estado de Pará, en el este amazónico, está en el origen de la sequía y los incendios en Roraima, según el ambientalista. Los cambios climáticos en la Amazonia son producidos localmente, por la fuerte reducción de la evaporación y transpiración boscosa, argumentó.
El senador José Sarney, quien fue presidente de Brasil entre 1985 y 1990, se sumó a las críticas de ambientalistas al veto presidencial y al reclamo de medidas inmediatas para evitar la "hecatombe ambiental".
Los incendios de Roraima hacen recordar los últimos años del gobierno de Sarney, cuando las "quemadas" en el centro-sur y este de la Amazonia provocaron una generalizada condena internacional, convirtiendo a Brasil en el "gran villano ambiental" del mundo.
El temor a un nuevo deterioro de la imagen del país en el exterior produjo una movilización sin precedentes del Ejército y bomberos de todo el país en Roraima, alcanzando cerca de 1.700 personas. La operación empezó demasiado tarde, según el gobernador del estado, Neudo Campos.
Hasta ahora no ha llegado a Roraima "ni un centavo" de la ayuda prometida por el gobierno central ni de los cinco millones de dólares anunciados por el Banco Mundial, se quejó Campos.
La ayuda internacional más aplaudida, por su eficacia, fue la de los 165 bomberos argentinos, expertos en combate a incendios forestales, apoyados por cuatro helicópteros, que retornaron a su país el jueves, tras dos semanas de acción que generaron celos entre sus colegas brasileños. (FIN/IPS/mo/ag/en/98