(Arte y Cultura) ISRAEL: La meteórica carrera del hebreo moderno

Todo comenzó en 1889 en Palestina, cuando Eliezer Ben Yehuda, un judío procedente de Lituania, hizo un pacto con sus amigos: dejarían de hablar su idioma nativo, el yiddish, para usar solamente el hebreo.

En esa época era una idea revolucionaria, y sin duda fue un momento histórico para la creación del Estado de Israel. Para comenzar porque desde tiempos bíblicos nadie utilizaba el hebreo como idioma de uso corriente.

Algunos escritores y dramaturgos judíos que vivían en Europa lo comenzaron a emplear a mediados del siglo XIX, pero sólo en sus obras. Pero también era el idioma de la Torah, y Ben Yehuda argumentó que era necesario tener un idioma común si algún día se pretendía crear un Estado.

Mientras que Ben Yehuda y otros como él hablaban en yiddish, las pequeñas comunidades judías que habitaban en ese entonces Jerusalén, Hebrón y Galilea usaban el árabe, el alemán o el ladino, un dialecto de los sefardíes que habían salido de España siglos antes.

En 1890, Ben Yehuda comenzó a trabajar en forma metódica y fundó el Consejo del Idioma Hebreo. Desde esa institución, se entregó a la compleja tarea de adaptar al mundo moderno un lenguaje que había estado estancado durante 17 siglos.

Pasaron 25 años antes de que el idioma comenzara a ser utilizado en las conversaciones de los judíos de Palestina, pero el esfuerzo fue considerado clave para la integración de inmigrantes que procedían de todas partes del planeta.

En la actualidad, el hebreo es el idioma nativo de cinco millones de judíos israelíes y la segunda lengua para un millón de árabes que habitan en ese país.

Uno de los secretos del éxito es que, a diferencia de otros idiomas antiguos como el griego clásico o el latín, el hebreo nunca fue una lengua muerta.

Se trataba de enseñarle a las personas a pronunciar palabras con las cuales estaban familiarizados a través de textos religiosos como la Torah, el Antiguo Testamento o el Talmud, el conjunto de leyes recopiladas por los rabinos hasta el siglo III antes de Cristo.

Pero había un desafío, el de recrear un idioma que fuera capaz de referirse a conceptos e ideas modernas. "Amor", "perdón" y "felicidad" estaban en la Torah, pero no sucedía lo mismo con "anteojos", "periódico" o "cuaderno".

"Ellos crearon cientos de palabras" contó el lingüista de la Universidad de Tel Aviv y secretario de la Academia del Idioma Hebreo, Gavriel Birenbaum, al recordar la tarea emprendida por Ben Yehuda.

"Todos los implementos de cocina, las ollas, los cubiertos, necesitaban palabras", dijo el funcionario de la Academia, un organismo gubernamental que en la actualidad se preocupa de enriquecer el léxico hebreo.

Ben Yehuda utilizó un sistema que mezclaba el modelo y el origen de las palabras para preservar la "continuidad histórica" del idioma. La Academia sigue apegada a ese método.

En la Torah, la combinación "frt" indica que algo es privado, por lo tanto un concepto moderno como "privatización" se dice "hafreta". "Qlt" significa absorber, y "qaletet" se usa para "grabadora". "Gld", por consolidar, sirvió para el helado: "glida".

Cuando el significado bíblico era confuso, se recurría a la interpretación. En el Libro de Isaías se usa la palabra "kibbutzai", que según dedujeron los estudiosos significaría "tu grupo", lo cual dio origen al nombre de las comunidades agrícolas conocidas como "kibbutz".

Los lingüistas exploraron el griego antiguo para descubrir que la palabra "kashmal" utilizada en el Libro de Ezequiel se comparaba al término de esa lengua "electrón". Se piensa que en la antigüedad significaba "brillante", pero ahora quiere decir "electricidad".

Historiadores y lingüistas coinciden en que la empresa de resucitar el hebreo fue exitosa porque estuvo asociada al renacimiento judío, incluso fuera de Palestina. En Rusia, la legendaria compañía Habimah, que ahora está establecida en Tel Aviv, solía utilizarlo en sus obras en los años 30 y 40.

En Palestina, el hebreo estaba estrechamente vinculado a la lucha por establecer el estado de Israel, mientras que el yiddish, que llegaba con los inmigrantes provenientes de Europa, era rechazado pues se lo consideraba como un idioma de ghetto.

"Aun los que no entendían una palabra se sentían involucrados, sabían que se trataba de un idioma judío", dijo Birenbaum. Durante los años 50 y 60 se incitaba a los recién llegados a Israel a adoptar nombres en hebreo, práctica obligatoria para políticos y diplomáticos.

De esa forma, David Gruen se transformó en David Ben Gurion, Goldie Meyerson fue llamada posteriormente Golda Meir, y Simon Persky es conocido como Shimon Peres.

Pero aún después de su meteórica evolución para convertirse en un idioma moderno, el hebreo es limitado, con apenas unas 40.000 palabras. El inglés, en cambio, supera los 80.000 términos.

Esa limitación obliga a los usuarios del hebreo a tomar prestados algunos términos, casi siempre del inglés, hasta que la Academia aprueba una palabra adecuada. Hasta hace muy poco tiempo no había ningún término para "computadora" o "celebridad".

En algunos casos, se crean términos propios para reemplazar a las palabras en inglés, y a veces logran calar en el habla popular. La mayoría de los israelíes ahora usa "makshev" para decir computadora. Pero los patines "roller skate" no han sido reemplazados por los "galgiliot lahav".

Tampoco se logra evitar la palabra "brake" (freno) cuando se habla de manejar. Y se produce el fenómeno de que incluso le añaden el plural en hebreo "im" cuando lo necesitan, formando términos híbridos como "brakesim".

Sin embargo, los lingüistas no consideran el uso esporádico del inglés como un problema. Atrás quedaron también las amenazas para el hebreo, como sucedió en los años 50 cuando se produjo una migración masiva desde Marruecos, Iraq y Yemen.

Sucede que a mediados de siglo sólo 54 por ciento de la población judía hablaba en hebreo. Cincuenta años después, el hebreo es la lengua dominante por lejos, y ni siquiera la llegada de un millón de judíos de la ex Unión Soviética modificó esa situación.

"No hay más amenazas. Este experimento extraño y fantástico iniciado hace 100 años es un éxito", concluyó Birenbaum. (FIN/IPS/tra-en/dho/mk/lc-ml/cr/98

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