(Arte y Cultura) BRASIL: Niños aportan ternura y dramaticidad social al cine

Vinicius de Oliveira soñaba, al igual que millones de niños brasileños, ser reconocido algún día como un gran jugador de fútbol, una de las pocas actividades que ofrecen perspectivas de ascenso social a los pobres de este país.

Desde los ocho años, Vinicius trabajaba como limpiabotas en el aeropuerto del centro de Rio de Janeiro, ganando entre cinco y 15 dólares por día, para ampliar los ingresos irregulares de su familia de cinco personas.

Su madre, Jussara Ferreira Campos, separada del marido y alternando desempleo y trabajos mal remunerados, enfrentaba dificultades para mantener a sus cuatro hijos pequeños.

Un día, a los diez años de edad, Vinicius se acercó a un posible cliente que, como usaba calzado deportivo, descartó sus servicios pero le ofreció algo de comer y una plática que terminó en invitación.

Era Walter Salles, director de cine, que lo invitó a hacer una prueba, a ver si podría ser el actor que buscaba para una película. Vinicius no tenía idea dé que se trataba. Ni siquiera había ido alguna vez al cine.

Empezó así, por pura casualidad, un sueño que él no había soñado. Poco más de un año después, el niño viajaba a Alemania junto con Salles y la gran actriz Fernanda Montenegro para recibir en el Festival de Berlín el Oso de Oro a la mejor película para "Central do Brasil".

Para conseguir a su actor principal, Vinicius superó a cerca de 1.400 candidatos de todo el Brasil. La dulzura de su mirada y su intuición convencieron al director de que era la persona ideal para representar al niño que, al morir su madre, decide recorrer el país en busca del padre que lo abandonó.

Josué, su personaje, inspira la ternura que rescata la afectividad y la dignidad en Dora, la vieja y endurecida maestra que escribe cartas para analfabetos en la terminal de ferrocarril Central de Brasil, en el centro de Rio de Janeiro.

Cínica, ella cobraba por el servicio, pero luego destruía las cartas en lugar de llevarlas al correo. Pero decide proteger al niño y lo acompaña en el largo viaje al nordeste pobre del país, en busca del padre perdido.

Además de transformar a la vieja maestra, el niño Vinicius- Josué conmueve hasta las lágrimas a los brasileños desde comienzos de abril, cuando empezó la exhibición comercial de "Central do Brasil".

Aunque sean la síntesis de los problemas del país, los niños marginados aparecían poco en el cine brasileño como protagonistas del drama social. El antecedente siempre recordado de es "Pixote", película dirigida en 1980 por Héctor Babenco, cineasta argentino con extensa trayectoria en el cine brasileño.

Pixote conmovió al país en la ficción y en la vida real. Fernando Ramos da Silva, sacado de una vida miserable en la periferia de Sao Paulo para ser actor principal en la película, también a los diez años, tuvo un final trágico.

Da Silva volvió a la marginalidad y fue asesinado por la policía a los 19 años. Su tragedia real se convirtió en otra película, "¿Quién mató a Pixote?", de José Joffily.

La historia no se repetirá, confía la ex actriz Fátima Toledo, que entrenó a los dos niños para la inesperada función. A pesar del trabajo precoz, exigido por la pobreza, Vinicius había abandonado la escuela en el tercer año y vivía con una familia estable, aunque sin el padre.

Da Silva era y siguió analfabeto, atrapado por el mundo del crimen al no lograr mantener su carrera de actor. Además, no contó con el apoyo que recibe ahora Vinicius.

Escarmentado por la experiencia anterior, Salles estimuló a su actor infantil a volver a la escuela y pagar los costos de su enseñanza hasta la universidad. Además, su productora, Videofilmes, le ofrece una residencia digna a su familia.

Vinicius de Oliveira renunció al sueño de ser futbolista profesional y quiere seguir siendo actor. Por ahora, es "uno de los mejores alumnos de su grupo", según su maestra, Ana Paula Quintaes. (FIN/IPS/mo/mj/cr/98

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