ARGENTINA: Donde el cáncer de útero le teme a una mujer indígena

Rosario Andrada es una mujer indígena del noroeste argentino con siete hijos y un empleo mal pago. Su laboriosidad era apenas conocida en el país hasta que recibió la medalla a la "Mujer en el Mundo Rural" 1997, otorgada por la Fundación Cumbre Mundial, con sede en Suiza.

Pero la fama resultó efímera. Andrada vive en Abra Pampa, un pueblo de la provincia de Jujuy, lindante con Bolivia y Chile. Allí fundó una asociación dedicada a prevenir el cáncer de cuello de útero, un mal que afecta a 25 de cada 10.000 mujeres de esa región, frente a una cada 10.000 en países industrializados.

En diálogo con IPS, Andrada se manifestó preocupada por la falta de recursos de la organización bautizada "Warni Sayajsunqo" que en lengua kolla significa "Mujeres Perseverantes".

"Tuvimos que frenar todos los proyectos porque no tenemos dinero, y en unos días más nos cortarán el teléfono" -que es el de su propia casa-, según aclaró. El premio de la organización internacional vino con 500 dólares que se gastaron en pocos días en letrinas para las casas de algunas de las socias.

Abra Pampa queda a más de 200 kilómetros de la capital de Jujuy. El pueblo está a una altura de 3.500 metros, es una de las zonas más altas del país, conocida como región de la Puna, y queda 1.600 kilómetros al noroeste de Buenos Aires, la capital de Argentina. Su población es casi 100 por ciento aborigen.

Con ayuda de un médico, la asociación se había propuesto en 1992 realizar exámenes Papanicolau (PAP), indicados como rutina a las mujeres a fin de detectar lesiones precancerígenas y tratarlas a tiempo.

Así fue que encontraron mujeres de 50 años que desconocían lo que era el PAP y un alto porcentaje de enfermas de cáncer sin saberlo.

Los expertos aseguran que el cáncer de cuello uterino -que es el segundo más frecuente entre las mujeres de Argentina después del de mama- es curable siempre y cuando se diagnostique apenas aparece la primera lesión y se combata inmediatamente hasta erradicarlo.

El médico que colabora con Warni Sayajsunqo y una laboratorista que analiza las muestras explicaron a las mujeres de Abra Pampa que tener muchos hijos, muy seguidos, desde muy jóvenes, constituye un factor de riesgo.

La pobreza, la falta de higiene, de servicios básicos y la ausencia total de prevención, hacen el resto del cuadro.

En primera instancia, la agrupación preparó a un grupo de 22 promotoras de salud que son mujeres de la propia comunidad, capacitadas para ir a las casas y explicar a las mujeres cómo funciona el cuerpo femenino, hacerles saber de la existencia de métodos anticonceptivos y ponerlos a su alcance si los reclaman.

Recorrieron casi toda la Puna. Ante la difícil realidad de muchas mujeres, sin pareja, con muchos hijos y sin trabajo, la organización desarrolló un pequeño taller de hilados que funciona en el fondo de la vivienda de Andrada y emplea a una veintena de mujeres.

Luego, las promotoras se encargaron de convencer a las mujeres de los beneficios de acercarse al consultorio y dejarse revisar por un médico. Por razones culturales, las kollas son reacias al contacto con médicos, y más aún si son ajenos a la comunidad.

Pero ante las dificultades para conseguir anticonceptivos y a los resultados alarmantes de algunos de los primeros PAP, el programa, lejos de fortalecerse, perdió respaldo de la comunidad y hoy está moribundo a la espera de financiamiento.

"Detectamos un cáncer de cuello avanzado en una mujer de 24 años. Su esposo, un gendarme, le dijo entonces 'si ellas te lo encontraron, que ellas te lo curen' ", recordó Andrada. La reacción desanimó a las promotoras y el programa se frenó.

Ahora, Andrada confía en una organización estadounidense de planificación familiar interesada en financiar su proyecto. Una representante de la asociación viajó a Abra Pampa en febrero, y algún tiempo después señaló por fax cuáles eran los aspectos del programa que convenía modificar para mejorarlo.

"Confiamos en que si alguien viene de Estados Unidos hasta Abra Pampa, es porque el programa les interesa. Ahora deberán volver este mes a darnos una respuesta. Ojalá lleguen antes de que nos corten el teléfono", es el deseo de la dirigente rural.

Andrada calcula que se necesitan 80.000 dólares anuales para garantizar el control del embarazo -incluyendo ecografas- y la prevención de enfermedades para las 30.000 mujeres de Abra Pampa. También para los PAP y el tratamiento en casos de enfermedad.

Las mujeres de la Puna tendrán una chequera, que llamarán la "Warni", costará 30 dólares al año y les servirá para asegurarse la protección sanitaria durante 12 meses. "Para las que no puedan pagarlo, veríamos la forma de llegar también," dijo.

En Jujuy, prácticamente la totalidad de las mujeres son indígenas sin acceso a servicios de salud. "Las pocas mujeres que se habían hecho un PAP, lo hicieron en un hospital de Abra Pampa y nunca les dieron los resultados", señaló Andrada.

"Siempre les dicen que hay que esperar que lleguen de la capital, pero pasan los años y el resultado nunca llega", contó.

En verdad, el "hospital" de Abra Pampa -que equivale a una sala de emergencias de un barrio de las afueras de Buenos Aires- no funciona desde hace seis meses. En noviembre comenzó una huelga y sólo se atienden emergencias o lo que se considera emergencias.

Las primeras mujeres que se acercaron a Warni Sayajsuqo fueron las que hoy son promotoras. Se reunían cada tarde renunciando a la tradicional siesta, y mientras los pequeños dormían, ellas leían libros y catálogos de medicina, que descifraban con ayuda del diccionario que les llegó de Buenos Aires como donación.

Estudiando y consultado expertos supieron que formaban parte de un grupo amenazado por este tipo de cáncer. En la Puna, 80 por ciento de las 30.000 mujeres que allí viven son madres solas, con un promedio de siete hijos cada una.

Los hombres emigran en busca de trabajo y ellas sostienen solas a la familia criando ovejas o hilando.

"Los hombres se van al sur, a trabajar en las minas o adonde puedan. Algunos siguen mandando dinero los primeros dos años, pero después nada, hasta que se sabe que formaron otra familia", contó Andrada.

Las principales riquezas de la provincia están en la ganadería lanar, el azúcar y las minas de hierro, plomo, plata y cinc. Pero la mayor parte de los yacimientos cerraron en los últimos años y los mineros partieron dejando a las mujeres la crianza de las ovejas.

"Las mujeres, en el mejor de los casos, consiguen 100 pesos al mes" -equivalentes a 100 dólares-. En Argentina, el ingreso básico que requiere una familia según cifras de organismos oficiales es de 1.600 pesos o dólares, calculando una familia de sólo cuatro miembros.

Andrada se considera a sí misma una privilegiada. A los 38 años y con siete hijos que van a la escuela, terminó los estudios primarios y, al menos por ahora logró sortear el cáncer tan temido. También tiene trabajo. Es promotora de un programa social agropecuario.

Cada mañana, recorre los campos de la provincia para conocer las necesidades crediticias de los pequeños y medianos productores rurales. Con su informe, los ingenieros agrónomos de la Secretaría de Agricultura deciden qué zonas visitar para aprobar el otorgamiento de créditos.

Por esa labor recibe 300 pesos (dólares) mensuales. Su esposo es empleado administrativo y gana 200. Andrada asegura que con ese dinero les alcanza, pero confiesa que no será feliz hasta ver en marcha su proyecto para la salud de las olvidadas mujeres de la Puna. (FIN/IPS/mv/ml/pr he/98

Archivado en:

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe