Pequeños países de Africa austral asociados en una unión aduanera con Sudáfrica temen que sus economías sean perjudicadas por un acuerdo de libre comercio que Pretoria está negociando con la Unión Europea (UE).
Las negociaciones con la UE sobre "sectores comerciales sensibles" siguen empantanadas después de la 17 ronda comenzada el viernes en Bruselas.
Pero se estima que el acuerdo de libre comercio (ALC) será pronto una realidad, con importantes consecuencias para otros integrantes de la Unión Aduanera de Africa Austral (SACU), formada por Botswana, Lesoto, Namibia, Sudáfrica y Swazilandia.
"Lo que se acuerde con Sudáfrica afectará directamente a los demás integrantes de SACU", declaró el príncipe de Swazilandia, Juzulwandle Dlamini, la semana pasada en Mauricio, donde sesionó un grupo parlamentario de la agrupación.
"Todo lo que la UE exporte a Sudáfrica también llegará inevitablemente a nuestros mercados", aseguró.
El Grupo de Enlace Parlamentario de SACU fue creado en 1996 para asegurar que las negociaciones no dañen las economías de los estados miembros.
El grupo pretende que los sectores sensibles de las economías más pequeñas, como la carne vacuna, los productos lácteos, el azúcar y la fruta enlatada, también sean contemplados en el ALC.
Los miembros de SACU temen que el ALC les haga perder valiosos ingresos procedentes de aranceles aduaneros que comparten en la actualidad.
Expertos comerciales sostienen que Botswana, Lesotho, Namibia y Swazilandia podrían perder entre 400 y 800 millones de dólares por año, lo que equivale a entre seis y 11 veces la ayuda anual que reciben de la UE.
Namibia argumenta que el ALC perjudicará a su lucrativa industria de la carne, que genera 90 por ciento de su producto interno bruto (PIB), si se levanta la protección arancelaria existente en Africa austral.
Si la UE "empieza a vendernos productos a nosotros, que en realidad deberían comprarnos, ¿cómo ayudará esa medida al pueblo de Africa austral?", se preguntó Petrus Hazienda, granjero de Namibia.
La Asamblea Conjunta entre los países de Asia, el Caribe y el Pacífico (ACP) y la Unión Europea anunció en un encuentro celebrado entre los días 20 y 23, en Mauricio, que Sudáfrica se incorporará a la Convención de Lomé a partir del 1 de junio.
La Convención es un pacto de comercio y ayuda que vincula a la UE con los 70 países integrantes de ACP.
Pero el capítulo comercial de la convención no será accesible a Sudáfrica. Pretoria no gozará del mismo acceso sin aranceles al mercado de la UE que tienen los países de ACP ni de excepciones como los acuerdos de banano, azúcar o carne de Lomé.
Rob Davies, quien encabezó la delegación del parlamento de Sudáfrica a Mauricio, dijo que la UE está empecinada en no otorgar el acceso sin aranceles de las exportaciones agrícolas sudafricanas al mercado europeo.
Sudáfrica no puede mejorar su situación negociadora, como había solicitado la Comisión ejecutiva de la UE, sin perjudicar la economía sudafricana, sostuvo.
La Comisión de la UE, a cargo de las negociaciones, propuso que la ALC cubra al menos 90 por ciento del comercio y que dentro de 10 años esté en vigor la plena reciprocidad.
Sudáfrica, por otra parte, expresó que prefería un acuerdo comercial y de desarrollo con la UE, basado en el desarrollo regional en lugar de desmantelar las barreras arancelarias extrarregionales.
Sudáfrica tendría que eliminar los aranceles de casi 45 por ciento de sus importaciones de la UE, mientras la UE tendría que eliminar los aranceles de tan sólo tres por ciento de las importaciones de Sudáfrica.
La UE representa 44 por ciento de las exportaciones de Sudáfrica, 28 por ciento de sus importaciones y 50 por ciento de sus inversiones extranjeras.
La parlamentaria europea y relatora de las relaciones entre la UE y Sudáfrica, Glenys Kinnock, señaló que la negociación de los productos agrícolas es la más difícil.
Los melones que Sudáfrica exporta a Europa tienen un 11 por ciento de arancel, mientras los de Turquía, Venezuela y Costa Rica ingresan al territorio europeo sin aranceles, informó.
Kinnock también aseguró que las frágiles economías de SACU no pueden sobrevivir a la distorsión que los baratos productos europeos, subsidiados por la Política Agrícola de la UE, generan en sus mercados. (FIN/IPS/tra-en/ns/kb/aq-lp/if/98