La lucha por el poder en Venezuela arrancará la semana próxima en medio del cuadro electoral más difícil desde que la democracia reemplazó hace 40 años a la última dictadura militar en este país petrolero.
Los candidatos para las elecciones generales del 6 de diciembre no tienen partido, los principales partidos no tienen candidato y el gobierno carece de una propuesta de relevo.
Las encuestas, que dominan el debate político, están encabezadas por el teniente coronel retirado Hugo Chávez, líder de la cruenta asonada de febrero de 1992 contra el ex presidente Carlos Andrés Pérez, y de Irene Sáez, Miss Universo 1981 y alcaldesa del rico municipio caraqueño de Chacao.
A continuación se ubican Claudio Fermín, quien renunció al partido socialdemócrata Acción Democrática a fines de 1997 aprovechando la preferencia en las encuestas por una opción independiente, y el empresario Henrique Salas, de tendencia socialcristiana, ex gobernador de un estado industrial.
El Consejo Nacional Electoral, que se estrenó hace un mes, tiene a su cargo una elección simultánea, sin precedentes en Venezuela, de presidente, parlamento bicameral, gobernadores de estados, legislaturas regionales, alcaldes, concejos municipales y juntas parroquiales.
En este país de 22,7 millones de habitantes, el padrón electoral bordea los 11 millones de electores y el 1 de abril se abrirá un período de tres meses para inscripción de nuevos votantes, estimados en hasta tres millones de personas.
El Consejo Electoral propuso separar los comicios nacionales y regionales, que coinciden cada tres quinquenios, una tesis de difícil aprobación por el Congreso, y fijó algunas normas para contener la propaganda electoral.
"Es ilícito definirse como candidato" hasta que se abra el período formal de postulaciones en julio, explicó por ejemplo el vicepresidente del Consejo, Rafael García, pero quienes buscan la Presidencia pueden llamarse "aspirantes".
Está prohibido pedir públicamente el voto, "pero se permite la campaña institucional", es decir, que los aspirantes aparezcan en los medios de comunicación invitando a la población a inscribirse en el registro electoral.
Frente a ese Consejo, integrado por técnicos sin peso político propio, y sus medidas, que apelan a convicciones ciudadanas sencillas, se erige la lucha electoral por el poder más difícil que Venezuela haya conocido en cuatro décadas.
En primer lugar, se trata de una lucha entre el modelo de apertura económica que alcanza hasta la estratégica y nacionalizada industria petrolera, cuya privatización parcial proponen Sáez, Fermín y Salas, y a la que se opone Chávez, quien también promete revisar las privatizaciones hechas o en marcha.
Lo haga o no, el crecimiento de su opción electoral deja un margen amplio a la incertidumbre. Inversionistas en nuevos expendios de gasolina, por ejemplo, tienen como único soporte jurídico una resolución del Ministerio de Energía.
Luego está el tejido institucional. Pasada la crisis política de 1992-1993 (dos asonadas golpistas y la destitución de un presidente), nuevamente es Chávez quien propone disolver el Congreso el año próximo y convocar una asamblea constituyente, para barajar de nuevo todas las piezas institucionales.
"Es la estrategia del caos, que algunos ansían" para que de allí salga de una vez un nuevo orden institucional, apuntó el politólogo Diego Urbaneja, un cercano asesor de Sáez.
Detractores de Chávez, como el ex candidato presidencial socialcristiano Oswaldo Alvarez, lo comparan con los presidentes de Iraq, Saddam Hussein, y de Libia, Muamar Gaddafi, y aseguran que las Fuerzas Armadas desconocerán el resultado si gana el ex comandante.
En tercer lugar, se encuentra el drama de los partidos, administradores del juego político durante todo el período democrático, atenuadamente en este quinquenio guiado por el socialcristiano Rafael Caldera, de 82 años, quien ganó la elección de 1993 como candidato independiente suprapartidista.
Con los partidos al margen, cuatro independientes brillan como aspirantes. Se anticipa que el juego de fuerzas cambiará cuando Acción Democrática escoja un abanderado, otro el partido socialcristiano Copei (muy cercano a Sáez) y, en menor medida, cuando haga lo propio el Movimiento al Socialismo (MAS).
El problema es que dentro de sus respectivas estrategias varias fuerzas políticas y aspirantes apostaron a "inflar" a Chávez, buscando emerger como el polo o figura capaz de detener al ex comandante rebelde, subrayó el analista Fausto Masó.
Por primera vez en año y medio de sondeos constantes, esta semana Chávez desplazó a Sáez como favorito, en una de las encuestas más publcitadas, de la firma CVI: 16,6 frente a 14,1 por ciento, lo que se traduce en una relación 34-29 en votos efectivos.
Acción Democrática, la maquinaria político-electoral más eficaz del último medio siglo en Venezuela, debería emerger como la primera referencia frente a Chávez, según varios analistas.
La nominación sería para el anciano secretario general, Luis Alfaro, el alcalde de Caracas, Antonio Ledezma, o el secretario de organización, Lewis Pérez, sin que se descarte una "jugada" en apoyo incluso a una figura extrapartido.
Nada está definido todavía. "La característica principal del panorama electoral actual en Venezuela es su alta volatilidad", sentenció Carlos Blanco, ex ministro para la Reforma del Estado. (FIN/IPS/jz/ag/ip/98