PERU: Mujeres candidatas a la presidencia y machismo electoral

El 82 por ciento de los electores de la capital de Perú se manifiestan dispuestos a votar por una mujer en las elecciones presidenciales del año 2000, pero luego en las preferencias generales la única candadita aparece en séptimo lugar, con tres por ciento.

Esa incongruencia revela que si bien nadie quiere reconocerse como "machista", en el fuero íntimo de los electores peruano sigue predominando la percepción de que el poder es un ejercicio masculino, según analistas.

El tema es importante en Perú, donde una ley electoral aprobada recientemente establece una cuota de mujeres no menor de 25 por ciento en las listas de candidatos parlamentarios de los partidos políticos, disposición que se propone modificar la tendencia vigente en el electorado, que favorece a los varones.

En el Congreso, designado por el sistema de votación preferencial, que permite a los electores señalar los nombres de los candidatos específicos que respalda, 13 de los 120 escaños son ocupados por mujeres.

El analista político independiente Rafael Roncagliolo considera que al aplicarse la nueva Ley electoral, el 25 por ciento de composición femenina obligatoria se reflejará luego en una composicion similar en el parlamento, de acuerdo con los resultados de los comicios de 1995.

"Las cifras de 1995 indicaron que los electores no votaron por mujeres cuando los partidos no les propusieron mujeres", dice, pero no aumentará sustancialmente la presencia femenina en el próximo Congreso si el electorado no percibe liderazgos sólidos, "porque no bastará ser mujer para consechar votos".

En las elecciones de 1995, en ninguna de las listas de candidatos al parlamento había más de 15 por ciento de mujeres.

Roncagliolo, ex dirigente de Izquierda Unida, reconoce que ese bloque fue "el más machista en las elecciones de 1995, pues en su lista de candidatos parlamentarios sólo el 4,2 por ciento eran mujeres".

En cuanto a las elecciones presidenciales, el primer lugar es disputado por el actual mandatario, Alberto Fujimori, y el Alcalde de Lima, Alberto Andrade, con votaciones que oscilan entre 28 y 22 por ciento, a bastante distancia de los otros postulantes, según encuestas recientes.

En el séptimo lugar figura la diputada socialcristiana Lourdes Flores, una las dos mujeres mencionadas, hasta el momento, como potenciales candidatas presidenciales, aunque ninguna de ellas ha confirmado su postulación.

La otra es la diputada oficialista Martha Chavez, quien sólo podría competir por la designación con sus compañeros varones del oficialista Cambio 90 si Fujimori renuncia a sus aspiraciones reeleccionistas.

A la luz de las últimas encuestas, las posibilidades electorales de ambas son remotas. Flores tiene sólo tres por ciento de la intención de voto, en tanto Chavez no aparece mencionada.

Por tanto, en el horizonte político peruano no se avizora a ninguna mujer ocupando el sillón presidnecial.

Según una encuesta de la Asociación de Comunicadores Sociales Calandria sobre la votación, si se postularan sólo mujeres, el primer lugar correpondería a Flores, con 17,8 por ciento, seguida por Chavez, con 14 por ciento.

Las imágenes políticas de ambas parecen estar sólidamente instaladas en la opinión pública, pues en la misma encuesta, al ser formulada la pregunta sobre la política mujer más admirada, Flores obtuvo 34 por ciento y Chavez 28,5 por ciento.

"El machismo político sigue vigente pero parece haberse convertido en algo vergonzante, que subyace en la penumbra y gobierna las decisiones finales", dice la psiquiatra Marta Rondón. "Pasarán algunos años para que las nuevas y aún epidérmicas opiniones (…) se conviertan en actitudes firmes".

"Pero algo se ha avanzado, pues muy pocos se atreven ya a cuestionar el acceso de las mujeres al poder e, inclusive, las encuestas reflejan que la mayoría considera que una mujer haría un gobierno más eficaz, democrático y con mayor sensibilidad social", comenta la educadora Luz Bejarano.

La abogada feminista Giulia Tamayo, del Centro de la Mujer "Flora Tristan", expresa que los grandes movimientos populares de los años 70 y 80 fueron un campo de entrenamiento para muchas mujeres que emergieron como dirigentes comunales.

"En esos años, la lucha de las mujeres ponía el énfasis en establecer un balance más equilibrado del poder dentro de la familia, lucha que aún prosigue, pero algunas mujeres emergieron hacia liderazgos de sus comunidades y de allí deben pasar al plano político", expresa.

Sobre las figuras que han aparecido en los partidos políticos, Tamayo considera que no están suficientemente vinculadas con los movimientos de mujeres ni con sus reinvidicaciones.

"Muchas se presentan muy dóciles con las expectativas de los líderes de los partidos que las acogieron. Como si sintieran la tentación de seguir los estereotipos masculinos para permanecer dentro del espacio público que les brindan sus partidos", dice. (FIN/IPS/al/ag/ip-pr/98

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