PAKISTAN: Mujeres cargan con el peso de la "deshonra familiar"

A la gran mayoría de las mujeres de Pakistán se les niega el derecho a contraer matrimonio por su propia voluntad, y muchas son asesinadas por sus familiares por el amor que profesan a hombres no elegidos por la familia.

En lugar de tratar de modificar este comportamiento arcaico, políticos como el primer ministro Nawaz Sharif y la ex primera ministra Benazir Bhutto se mantienen indiferentes con el fin de obtener el respaldo de la derecha religiosa.

Uno de los casos se registró el mes pasado, con el inicial misterio y posterior drama develado tras la fuga y casamiento de Kunwar Ahsan y Riffat Afridi, que fascinó y dividió a la sociedad paquistaní.

El cielo se vino abajo cuando Riffat, de 19 años, desapareció de su hogar en Karachi. La ciudad entera declaró la huelga para presionar a la administración local a redoblar sus esfuerzos para ubicar a la muchacha desaparecida.

En medio de los disturbios, un grupo de huelguistas mataron a dos personas y quemaron de gravedad a dos médicos que se dirigían en automóvil a un hospital.

Cuando Riffat apareció ante una corte de la ciudad norteña de Rawalpindi para declarar que se había casado con Kunwar por su voluntad, sus familiares montaron en cólera, exigieron que la joven fuera devuelta al hogar paterno y los hombres de la familia amenazaron con balear al esposo.

Kunwar fue acusado de secuestro y llevado a Karachi esposado mientras su joven esposa fue puesta bajo custodia protectiva en un lugar que se mantuvo en secreto.

Pero, como Riffat insistió que había desposado a Kunwar por su voluntad, fue difícil mantener al hombre detenido bajo cargo de secuestro.

El martes de la semana pasada, Kunwar compareció en un nuevo juicio ante el magistrado de Karachi. La policía había supuestamente registrado a los presentes, pero un pistolero atravesó la valla policial y baleó a Kunwar varias veces, alcanzándolo en el pecho, el abdomen y la cadera.

Dos de las balas atravesaron el cuerpo, pero una se encuentra alojada en la espina dorsal y los médicos luchan por salvar la vida de Kunwar.

Entre los detenidos por el atentado se encuentran el padre y el hermano de Riffat y un hombre que asegura ser su prometido. Hasta el momento, ningún político condenó el hecho y Bhutto exigió que la joven retornara a su familia.

El episodio genera interrogantes que trascienden el drama de la pareja. Los hombres que "vengan el honor familiar" no sufren sanción o estigma social por tomar la ley en sus manos, lo que alienta este tipo de actitudes.

En un caso similar en Lahore, el año pasado, la Corte Superior confirmó el derecho de una musulmana adulta a contraer matrimonio según su propia elección. Aunque ganó la batalla, la mujer y su esposo debieron refugiarse en Noruega ya que sus vidas en Pakistán estaban en peligro.

El derecho de las mujeres a casarse con hombres que no fueron elegidos por sus familias provoca disputas que duran generaciones y causaron la muerte a muchas personas.

En este rígido sistema patriarcal, cuya legitimación deriva de una cerrada interpretación social del Islam, es evidente que las mujeres no gozan de igualdad de derechos frente a los hombres.

Si las mujeres de las ciudades sufren odiseas como la de Riffat, es fácil imaginar la suerte de las del medio rural.

De alguna manera, el "honor de la familia" recae en la conducta de las mujeres, y alejarse de este rígido código puede conducir, y a menudo lo hace, a la muerte y la deshonra. (FIN/IPS/tra-en/ih/an/aq/hd/98

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