Los bancos de México, golpeados por la crisis financiera de fines de 1994, no recuperarán el pulso normal ni serán motor del crecimiento económico al menos hasta dentro de tres años, advirtieron hoy analistas financieros.
El dictamen fue formulado luego de la 60 convención nacional bancaria, celebrada el fin de semana en el balneario de Acapulco con la asistencia de las autoridades económicas del país.
El millonario desembolso realizado por el gobierno en apoyo de la banca y la inversión extranjera lograron conjurar el riesgo de colapso del sistema financiero, pero persisten la falta de crédito, distorsiones en las tasas de interés y las pesadas deudas de los bancos, señalaron los analistas.
Además, la banca no ha logrado acuerdos de reestructuración de adeudos de unos 500.000 clientes que, según las organizaciones de deudores, no tienen capacidad de pago.
Luego de tres años de intervención oficial, del descubrimiento de irregularidades y corrupción en la administración de los bancos y de periódicos conflictos entre autoridades y deudores, los banqueros afirman que vuelven a respirar.
Salieron de la unidad de vigilancia intensiva, pero no podrán abandonar el hospital sino en tres años más, afirmó Ignacio Catalán, comentarista financiero de la cadena radial Red, .
Los bancos mexicanos están aún lejos de cumplir con la función para la que fueron creados, dijo Mauricio González, director del Grupo de Economistas y Asociados (GEA), una firma de investigaciones en materia económica.
El sistema bancario sólo presta hoy 39 centavos de cada peso (moneda nacional) que recibe hoy en depósito. O sea, 77,5 por ciento menos que en 1994, indicó González.
Los bancos, que entre los años 80 y 90 fueron estatizados y devueltos al sector privado, conceden créditos únicamente a las 500 empresas más poderosas del país. El grueso del aparato productivo no tiene acceso a préstamos.
Los ahorristas reciben actualmente de los bancos un interés de nueve por ciento al año por sus depósitos en moneda nacional, mientras pagan más de 34 por ciento por sus deudas, según información oficial.
Los bancos casi no contaron en la recuperación económica, expresada en un crecimiento global de siete por ciento en 1997. Por el contrario, fueron una carga, afirmó el economista José Luis Calva.
El gobierno de Ernesto Zedillo gastó desde 1995 a la fecha alrededor de 20.000 millones de dólares, según la empresa consultora internacional Standard & Poor's, para salvar el sistema bancario.
Esa suma casi triplica el monto que el Estado obtuvo por la privatización de esas entidades, aseguran estudios independientes.
La absorción de las pérdidas que la crisis de la banca causó al tesoro público demorará una década o más, reconocen funcionarios de la Secretaría (Ministerio) de Hacienda.
Pero los bancos no salieron a flote sólo gracias al apoyo oficial. Sin la apertura al capital extranjero, quizá continuarían en crisis, advirtió González, de GEA.
La Comisión Bancaria y de Valores calculó que, al finalizar este año, 20 por ciento de los activos bancarios de México estarán en manos de extranjeros.
Bancos del exterior, especialmente el español Bilbao Vizcaya y el estadounidense Citibank, controlan ahora 16 por ciento del sistema financiero nacional.
"La participación de los extranjeros en los bancos ha sido un complemento destacado" para el saneamiento y el fortalecimiento de esas entidades "en la etapa más difícil de su historia", reconoció Carlos Gómez, presidente de la Asociación de Banqueros.
La inversión extranjera fue clave para la superación de la crisis económica de México.
Empresarios extranjeros anunciaron este lunes que en 1998 invertirán 10.000 millones de dólares en forma directa en México, 3.000 millones más que en 1997.
Mientras, representantes del gobierno informaron en Acapulco que, para evitar nuevas crisis bancarias y aumentar la transparencia del sistema financiero, presentarán al parlamento varios proyectos de reforma.
En el futuro, la quiebra de cualquier banco no será enfrentada con dinero del Estado y con cargo a los contribuyentes, prometieron las autoridades.
Los banqueros son vigilados de cerca por el gobierno para evitar que cometan nuevos errores, que concedan créditos sin las debidas garantías y se endeuden más allá de lo posible.
La relación entre las dos partes es ahora la adecuada, dijo Gómez. "Los bancos confiamos en las autoridades y en su programa económico y ellas confían en nosotros", explicó el empresario. (FIN/IPS/dc/ff/if/98