Científicos argentinos, chilenos y uruguayos, asociados con especialistas escoceses, están investigando la elaboración de psicofármacos a partir de hierbas medicinales nativas, que podrían ser más eficaces y menos adictivos que los productos químicos.
Las plantas en cuestión (tilo, manzanilla y mburucuyá) crecen en todo el territorio uruguayo, son hasta 300 veces más activas que los medicamentos comercializados por los laboratorios transnacionales y no generarían trastornos producidos por éstos, como sonmolencia, pérdida de memoria y dependencia.
Los estudios son llevados a cabo en el Instituto de Investigaciones Biológicas Clemente Estable de Montevideo, la Universidad de Buenos Aires y el Instituto de Investigación Farmacológica de la Universidad de Strathclyde, en Escocia, y en ellos participan técnicos de esos tres países y de Chile.
Los científicos de las naciones sudamericanas forman parte de la Red Latinoamericana para la Investigación en Productos Naturales y trabajan en estas investigaciones desde hace 10 años en forma secreta.
La universidad escocesa de Strathclyde los representa en Europa, con el fin de proteger sus descubrimientos y patentarlos en los registros internacionales.
Las inversiones destinadas a estos estudios han superado los cinco millones de dólares, una cifra alta en el contexto regional pero "muy modesta en comparación con los patrones internacionales", según dijo el bioquímico argentino Alejandro Paladini al semanario uruguayo Búsqueda.
El grupo de científicos que descubrió el poder ansiolítico de las tres hierbas avanzó en la obtención de componentes semisintéticos y realizará próximamente pruebas de toxicidad en animales, de acuerdo a lo informado al semanario por fuentes de la investigación.
El objetivo de los científicos es desarrollar una nueva generación de sedativos no adictivos que serán comercializados como medicamentos y estarán, por tanto, sometidos a controles mucho más estrictos que los practivados habitualmente sobre las infusiones elaboradas a partir de las tres hierbas.
El lanzamiento al mercado de los productos que deriven de las plantas nativas de Uruguay podría tardar unos cinco años.
Más de media docena de compuestos sintéticos ya han sido producidos a partir del tilo, la manzanilla y el mburucyá.
"Es muy probable que esos compuestos sean poco tóxicos debido a que están formados por flavonoides, un compuesto de las plantas que actúa en el cerebro y que diariamente se puede ingerir a través de vegetales y de la leche", señaló Paladini.
La manzanilla, el tilo y el mburucuyá tienen propiedades que pueden combatir el estrés, con lo cual los productos que de ellos deriven estarían en condiciones de llegar a un mercado muy vasto a escala mundial vista la extensión de ese mal propio de las sociedades modernas, agregó.
Argentina, Chile y Uruguay se encuentran entre los países con mayor consumo de psicofármacos químicos.
En Uruguay, según dijo al semanario local Brecha el químico farmacéutico Eduardo Savio, datos de 1994 indican que cada habitante adulto consume al menos una caja de tranquilizantes al año, un promedio que sitúa a ese país por encima de Estados Unidos o Francia.
Alberto Galasso, director del Instituto de Toxicología Mateo Orfila de Uruguay, responsabilizó a su vez del auge de los psicofármacos en todo el planeta a las industrias farmacéuticas transnacionales y sus técnicas de venta.
"Existe una tendencia a presentar los productos nuevos como si fueran extraordinarios. Los que son realmente nuevos son muy pocos, la gran mayoría son variaciones de otros, y ninguno de ellos es la panacea", sostiene el médico.
Estadísticas de la Organización Panamericana de la Salud establecen que entre 1984 y 1992 se registraron en Europa 1.004 nuevos fármacos, de los cuales apenas 25 fueron considerados realmente innovadores.
Otros especialistas acusan a los médicos de realizar prescripciones de psicofármacos "sin ton ni son", de acuerdo a los términos del bioquímico argentino Alberto Solís.
Los médicos actúan influidos por la propaganda de laboratorios y se ven desbordados ante la gran demanda de un público cada vez más sensible a males derivados de las tensiones de la sociedad moderna y que cree ver en los ansiolíticos la solución mágica sus problemas, piensa el psiquiatra uruguayo Gonzalo Valiño.
"Existe una fanstasía social respecto a los psicofármacos, al creerse que una píldora va a resolver las cosas", agrega.
"Se están medicalizando los sentimientos y las situaciones. El mundo cambia muy rápido y el hombre no puede adecuarse a su funcionamiento, por lo cual acude a medicamentos ofrecidos en el mercado como 'la' solución", dice a su vez Galasso.
El problema de los psicofármacos es que "comienzan a usarse y a distorsionarse en su uso. La gente abusa y no toma en cuenta los efectos secundarios y la posibilidad de dependencia, un fenómeno al que también contribuyen los médicos", indica el psiquiatra uruguayo Roberto Martínez.
"Hoy hay presiones por todos lados: falta de trabajo, inseguridad, miles de exigencias sociales, que hacen del hombre un ser en tensión" y sujeto a pensar que una píldora curará su ansiedad por arte de magia, concluye por su lado Martínez.
Los especialistas que están estudiando la fabricación de psicofármacos en base a hierbas medicinales confían al menos que esos productos no presenten las consecuencias adictivas que tienen los ansiolíticos, sedantes y antidepresivos habitualmente comercializados. (FIN/IPS/dg/ag/he-sc/98