Un programa de alfabetización del gobierno estadual de la capital de India está cambiando las vidas de hombres y mujeres de asentamientos y barrios de bajos ingresos en el país con mayor cantidad de analfabetos del mundo.
Las elecciones legislativas de este mes fueron memorables para Santosh, Roopmati, Harvati y Kamla Devi, mujeres de barrios pobres de Nueva Delhi que aprendieron a leer y escribir en el último año.
Por primera vez, las cuatro firmaron sus nombres en la nómina de electores, rechazando con firmeza la almohadilla entintada que los funcionarios electorales les proporcionaron para que pudieran imprimir sus huellas dactilares en la lista.
"Firmé antes de votar. Esta elección fue muy significativa para mí", dijo la cuarentona Santosh, radiante de satisfacción.
Su vecina Shashi recordó con regocijo el "asombro" del funcionario por la cantidad de mujeres de su barrio que pedían bolígrafos para firmar sus nombres. "Al principio se negó a entregarme la lapicera, no podía creer que pudiera firmar", explicó.
Pero su nuevo talento parece alarmar a algunas personas, señaló Roopmati, barrendera del municipio de Nueva Delhi. En su trabajo, empleados alfabetizados tuvieron que luchar por el derecho a firmar.
"Cuando fui a recibir mi salario hace unos meses, el contador se rió de mí porque insistí en que quería firmar. Entonces, con impaciencia, dijo que no tenía registro de mi firma. Los funcionarios sólo cedieron cuando luchamos" por este derecho, destacó.
Casi la mitad de los 900.000 analfabetos reconocidos por el gobierno capitalino aprendieron a leer, escribir y realizar cuentas aritméticas en la primera etapa del programa de alfabetización Delhi Sarva Siksha, comenzado en 1996, informaron funcionarios.
El programa, dirigido enteramente por voluntarios, cuenta con 150.000 estudiantes en su actual segunda etapa. Algunos de los voluntarios son nuevos alfabetizados, beneficiarios de otros proyectos del gobierno y organizaciones no gubernamentales.
Shiela Panchal, mayor de 40 años, completó los cursos de alfabetización básica y avanzada y ahora imparte clases. "Lo que aprendí, quise compartirlo y mis hijos me ayudaron", indicó.
Lo aprendido, explicó, no fue sólo leer y escribir sino el poder del conocimiento para luchar contra la explotación y la manipulación.
"Aprendí sobre el poder del Estado y los derechos del individuo. Con esta arma, puedo enfrentar los problemas de la gente de Sagarpur, donde ahora soy muy conocida", sostuvo Panchal.
En una ocasión cuando un niño se cayó de la terraza de su casa, los vecinos atemorizados no ayudaron porque no querían involucrarse en un caso policial. Panchal, más informada, se apresuró a llevar al niño al hospital e informó de lo ocurrido a la policía.
"Pude hacerlo porque comprendí cómo funciona la ley, mis limitaciones y responsabilidades", comentó.
Panchal quiere crear una organización para elevar la conciencia de la gente sobre sus derechos y movilizar el apoyo sobre temas que conciernen a personas trabajadoras como ella.
La mujer también señala que le gustaría ingresar a la política, porque sólo el poder político le brindará la oportunidad para generar cambios verdaderos, opinó.
La alfabetización le abrió las puertas a cientos de personas en la pobreza. Harvati, residente en un mar de viviendas precarias que apenas se aferran a las riberas del río Yamuna, señaló que abrió un pequeño comercio cuando aprendió aritmética básica.
"Una vez que aprendí a sumar y restar y reconocer el alfabeto, abrí un pequeño comercio fuera de mi choza. Comencé por vender verduras, que compraba temprano por la mañana en el mercado. Ahora vendo todo lo que se necesita en la cocina", reveló la pequeña empresaria.
"La venta es buena porque mis clientes saben que no los engaño y porque doy crédito, cosa que puedo porque sé cómo llevar la contabilidad", añadió Harvati.
Jagmati tomó las riendas de la pequeña sastrería de su esposo, lo que le permitió a este diversificar su taller. "Administro el negocio, tomo medidas, recibo a los clientes. El negocio marcha bien", dijo.
Aunque la mayoría de los beneficiarios del programa de alfabetización son mujeres, los hombres también se inscribieron.
"Después que aprendí a leer y escribir, me va mejor en el negocio. Los clientes no me pueden engañar y tengo intención de abrir un negocio de productos lácteos", explicó el lechero Hamid Ali.
Cómo ahorrar fue una importante lección aprendida en las clases de alfabetización. La mayoría de los estudiantes abrieron cuentas de ahorros, al saber cómo hacerlo.
Con frecuencia, las mujeres no le informan a sus esposos que están ahorrando, por temor a que estos se gasten el dinero en bebidas alcohólicas. Kamla Devi, de Nangloi, relató que, antes, su esposo sabía cuándo había depositado dinero en el banco por la mancha de tinta que quedaba en su dedo pulgar.
"Ahora puedo firmar, tengo mil rupias en la cuenta y él no lo sabe", reconoce con júbilo. (FIN/IPS/tra-en/sr/an/aq lp/dv ed/98