La guerra de palabras entre Ankara y Bruselas desatada por el último rechazo a la campaña de Turquía por integrarse a la Unión Europea (UE) encubre el hecho de que ninguna de las dos partes está dispuesta a hacer el sacrificio para que el matrimonio funcione.
Las ríspidas palabras intercambiadas reflejan una extraña convergencia de opinión. Negarse a ceder terreno es conveniente tanto para la Unión Europea como para Turquía, dado el carácter explosivo de las consecuencias de la integración total de Ankara.
La integración de Turquía transformará el manejo del desempleo y la migración en la UE, forzará al bloque a reescribir sus políticas de defensa y hará aún más compleja la reforma de su sistema de subsidios a la industria agropecuaria.
Si Turquía fuera adoptada ahora como miembro de la UE, el bloque debería ser redefinido en su totalidad, sostiene el economista de Estambul Mustafa Sonmez.
El índice de desempleo de 14 por ciento de la UE hace que Bruselas eluda abrir la puerta a la que ya es la fuerza de trabajo más móvil de Europa.
Pero Turquía tiene mucho camino por recorrer. "Con su actual estructura política y económica, Turquía aún está por detrás de cualquier norma fijada por la Unión Europea", dijo el economista.
Las fuerzas de seguridad turcas están atrapadas en un conflicto con guerrillas kurdas en el disputado sudeste del país desde 1984. En 1974 fuerzas turcas avanzaron en Chipre para proteger a turcos chipriotas en la isla, y el bloqueo se mantiene .
"Los términos de la integración son claros", dijo Sonmez. "Superación de la cuestión kurda, fin del conflicto con Chipre, reforma de la economía, estabilización de la democracia. En su conjunto, esto sería una transformación radical para Turquía".
Los dos primeros pasos son difíciles, pero los dos últimos soon los que más preocupan al gobierno en Turquía.
"Dado su actual papel en el sistema político turco, los militares temen que su influencia política sea considerablemente limitada en una Turquía miembro de la UE", destacó Sonmez.
Ciertos industriales deben su propio crecimiento a las políticas proteccionistas turcas, y temen que no podrán competir contra bienes de la UE en un mercado interno abierto.
La economía turca crece alrededor de seis por ciento anual, pero sufre índices de inflación de casi 100 por ciento. Los intentos por reducir el déficit presupuestal del gobierno fueron inútiles y el Fondo Monetario Internacional afirma que su plan de estabilización de tres años es inaceptable.
Mientras, el país es gobernado por un gobierno minoritario, dependiente de un partido opositor para mantenerse en el poder, instalado despúes que los militares lanzaran un golpe "suave" para bloquear a radicales islámicos.
"La integración a la UE es como entrar a un club de moda. Debes usar saco y corbata, pero Turquía quiere ir vistiendo jeans", dijo Esra Cayhan, especialista en relaciones internacionales de la Universidad Narmara.
La situación actual es simplemente un final trunco, dijo la experta. "La UE lucha por mantener el diálogo, pero Ankara no se mueve ni un palmo de sus posiciones".
Aunque la UE y Turquía hablan "en diferentes frecuencias", ambas partes saben lo que dicen cuando hablan, subrayó la analista, según quien la reciente irritación de Alemania no fue provocada por un "lapsus" del primer ministro Mesut Yilmaz.
El uso fatal del término alemán "lebensraum" no fue un error de Yilmaz, quien estudió en la ciudad alemana de Colonia y habla bien el alemán, dijo Cayhan.
El primer ministro turco dijo que Alemania buscó el "lebensraum" en Europa central, una alusión explosiva al expansionismo fomentado por el genocidio de la Alemania nazi de la segunda guerra mundial.
Yilmaz busca acercarse a los sentimientos anti-alemanes en Gran Bretaña y Francia, y a la vez enoja a Alemania, que teme que el grueso de los efectos económicos y sociales de la integración de Turquía a la UE caiga en sus hombros. Alemania es hogar de más de dos millones de trabajadores turcos.
Como aliado importante de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y gran comprador de armas, Truquía es un socio vital para la UE, destacó Sonmez.
Los esfuerzos de Turquía por abrirse al sur y al este, hacia los países islámicos, los estados del mar Negro y las repúblicas de Asia Central marcarán poca diferencia en un mundo globalizado.
"Históricamente, Turquía no tiene otra alternativa que sumarse a la UE. Pero la situación parece un romance sin esperanzas", dijo Sonmez.
"La puerta para la integración a la UE aún está abierta para Ankara", dijo el canciller italiano Lamberto Dini, en un artículo especial para el diario turco Hurriyet tras el fiasco diplomático de la semana pasada, cuando una conferencia en Londres organizada especialmente para Ankara fue boicoteada por los turcos, quienes la consideraron de "segunda clase".
"La conferencia de Londres fue particularmente diseñada para continuar el diálogo con Turquía", dijo Dini. "La UE no tiene interés en interrumpir el diálogo con Ankara. Esperamos que Turquía no se distancie de la UE". (FIN/IPS/tra-en/rj/lp/ip/98