Estados Unidos brindó sutiles señales de acercamiento hacia Irán en las últimas semanas, menos de tres meses después de que el presidente iraní Mohammed Jatami solicitara un mayor intercambio entre Teherán y Washington.
En un lapso de tres semanas, atletas estadounidenses fueron a Teherán, funcionarios del Departamento de Estado revisaron el estricto régimen de las visas para visitantes iraníes a Estados Unidos, y académicos estadounidenses participaron en un seminario de política exterior en Teherán.
El presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, recibió la semana pasada en la Casa Blanca a cinco deportistas que participaron en febrero en una competencia de lucha libre en Teherán. Se trató de la primera vez que atletas estadounidenses compitieron en Irán desde la revolución islámica de 1979.
Clinton llamó la atención hacia "un intercambio que quizá no transite por la vía habitual de la diplomacia, pero que revela algo sobre la perspectiva y la esperanza de relaciones más benéficas entre los pueblos", declaró el portavoz de la Casa Blanca, Mike McCurry, tras la visita de los atletas.
No fue la única ocasión este mes en que funcionarios de Washington pronunciaron palabras de acercamiento hacia Irán. El día 11, el principal experto en Medio Oriente del Departamento de Estado (cancillería) elogió ante el Congreso la actitud conciliatoria de Jatami.
El subsecretario de Estado Martin Indyk sugirió que Teherán tomó medidas en varios ámbitos, sobre todo contra Iraq, que complacieron a Washington.
"Contrabandistas de petróleo iraquí se quejaron públicamente de que Teherán ya no permitirá el uso de sus aguas territoriales para esa práctica", sostuvo Indyk.
La actitud "indica un acto concreto de parte de Irán con el fin de hacer cumplir las resoluciones del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) contra Iraq".
Indyk mencionó como prueba de la actitud positiva de Irán la condena que hizo Jatami del terror ejercido contra civiles en Argelia e Israel, el "gesto de acercamiento" de Teherán a sus vecinos árabes del Golfo y su "cambio de enfoque" hacia el presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Yasser Arafat.
"En reiteradas ocasiones dije que lo que importa son los hechos y no las palabras. Pero las palabras también pueden tener consecuencias", añadió.
La mayoría de los expertos consideran que queda mucho camino por recorrer antes de que Washington y Teherán negocien la normalización de sus relaciones, pero añaden que el enfrentamiento entre Clinton y el presidente iraquí Saddam Hussein aceleró el proceso.
"Se trata sencillamente de una cuestión de interés nacional. Irán es el equilibrio natural del Golfo y la crisis de Iraq apresuró la aceptación de este punto de vista por parte de Washington", sostuvo James Bill, de la universidad William and Mary, de Virginia.
En la última crisis con Bagdad, Washington casi no halló respaldo en la región a sus amenazas de atacar Iraq si el presidente Saddam Hussein no cooperaba con los inspectores de armas del foro mundial.
El secretario general de la ONU, Kofi Annan, salvó a Clinton de lo que podría haber sido un gran fracaso diplomático al llegar a un acuerdo de última hora con Bagdad.
El relativo aislamiento de Estados Unidos generó un nuevo debate sobre la viabilidad de la política de "contención dual" de Clinton en el Golfo, dirigida contra Irán e Iraq. Esa política significó un gran cambio con respecto a los años en que Washington contrapuso a Bagdad y Teherán.
Jerarcas de la política exterior estadounidense como los ex asesores de seguridad nacional Zbigniew Brzezinski y Brent Scowcroft, funcionarios de los gobiernos de Jimmy Carter y George Bush respectivamente, exhortaron a Washington a adoptar una política de distensión hacia Irán, aun antes de la última crisis.
La medida no sólo servirá para contener a Iraq, arguyeron, sino que también aliviará la tensión con los aliados de Washington en Europa, que tienen intereses comerciales en Irán, y permitirá que las compañías de petróleo estadounidenses accedan a la enorme riqueza de petróleo y gas de Asia central y el Cáucaso.
Pero estos argumentos recibieron poca atención hasta que el propio Jatami, clérigo liberal elegido por abrumadora mayoría en mayo, hizo su propuesta de mejorar las relaciones en un programa de televisión dirigido al público estadounidense, en enero, por la cadena CNN.
Jatami subrayó entonces que si bien no era el momento propicio para normalizar los vínculos oficiales, los intercambios extraoficiales podrían sentar las bases para adoptar pasos más formales.
Al principio, Clinton respondió que era preferible el diálogo oficial. Además, Washington señaló que las conversaciones deberían incluir la cuestión del supuesto apoyo de Irán a grupos terroristas opuestos al proceso de paz árabe-israelí, así como los planes de Teherán de obtener armas de destrucción masiva.
Después de recibir varios mensajes diplomáticos no revelados de Teherán, Clinton ofreció una respuesta más cálida.
El presidente destacó en una declaración trasmitida por la radio La Voz de Estados Unidos de América, en ocasión del fin del mes de ramadán (fecha importante para el mundo musulmán), que las diferencias entre los dos países no son "insuperables".
El encuentro entre Clinton y los luchadores, el testimonio de Indyk y la visita a Washington del principal asesor de Jatami sobre asuntos de la mujer (el funcionario iraní de mayor jerarquía en visitar Washington desde 1979) fueron los últimos avances en lo que será un camino "largo y lleno de obstáculos", señaló el profesor Bill.
El día 12, un juez federal ordenó a Irán el pago de casi 250 millones de dólares a la familia de un estudiante estadounidense asesinado por un atentado suicida en Israel, en 1995.
La familia basó su demanda en documentos de Washington que acusan a Irán de brindar armas al movimiento fundamentalista Jihad (guerra santa) Islámica, que asumió la responsabilidad por el ataque.
El Departamento de Estado anunció que estaba "estudiando" la decisión del juez.
Luego se informó que Estados Unidos protestó ante China para impedir el envío a Irán de productos químicos que, según Washington, serán utilizados para fabricar un arma nuclear.
"Sólo porque las palabras sean más suaves no significa que no tengamos grandes problemas. No va a ser fácil", opinó un funcionario estadounidense sobre la normalización de las relaciones. (FIN/IPS/tra-en/jl/mk/aq-ml/ip/98