El comandante Manuel Piñeiro, más conocido por "Barba Roja" y un verdadero mito de la Revolución cubana, murió en la madrugada de hoy a los 63 años en un accidente automovilístico.
Jefe del Departamento de América del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y de la Dirección General de Inteligencia del Ministerio del Interior, estuvo a cargo de los preparativos del viaje del guerrillero cubano-argentino Ernesto Che Guevara al Congo y a Bolivia.
Piñeiro movió guerrilleros por el mundo sin que la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos pudiera detectarlo, presenció la despedida del Che y Fidel Castro, y fue la persona que le confirmó la muerte en Bolivia al presidente cubano.
"En estas misiones revolucionarias uno deja la vida debajo de la almohada", dijo hace un año cuando por primera vez en tres décadas decidió romper su silencio hablar sobre el Che a la revista Tricontinental, editada por la Organización de Solidaridad de los Pueblos de Africa, Asia y América Latina.
Aun en los últimos tiempos, cuando su barba ya no era roja sino blanca y había sido excluido del Comité Central del Partido Comunista de Cuba en su último congreso, en octubre pasado, Piñeiro mantenía una vida política muy activa.
Representantes de la izquierda latinoamericana e incluso antiguos enemigos llegaban constantemente a La Habana con el deseo de encontrarse y hablar durante unas horas con él.
Conversador incansable y con extraordinaria información sobre América Latina, Piñeiro era visto con frecuencia en recepciones de embajadas extranjeras en La Habana, donde solía conversar con los periodistas.
Sin embargo, concedía pocas entrevistas y, paradójicamente, en el momento de su muerte era quizás el comandante de la Revolución que participó en la guerrilla junto a Castro, menos conocido entre sus compatriotas.
"Que muerte tan absurda", fue la reacción de un viejo amigo de Piñeiro, colaborador del diario Granma, órgano oficial del Partido Comunista, que contó a IPS que perdió la costumbre de ir cada madrugada a la redacción para enterarse de las noticias que traería el matutino.
Al morir, Piñeiro deja un libro inédito de memorias que debería editarse este año, en ocasión del 40 aniversario de la creación del segundo frente en la Sierra Maestra para la lucha contra la dictadura de Fulgencio Batista.
Primero integró la columna dirigida por Castro y en marzo de 1958 pasó al segundo frente para desempeñar las direcciones de Personal e Inspección Territorial, de Servicio de Inteligencia y de la Policía Rebelde.
Nacido el 14 de mayo de 1934 en la ciudad de Matanzas, a 100 kilómetros de La Habana, Piñeiro militó en el movimiento clandestino urbano hasta que en mayo de 1957 se incorporó al Ejército Rebelde.
En el momento del triunfo de la revolución, el 1 de enero de 1959, ostentaba el grado de comandante, participó en la creación del Ministerio del Interior y fue su viceministro primero alrededor de una década.
Entre 1974 y febrero de 1992 asumió la jefatura del Departamento de América del Comité Central del Partido Comunista, encargado de las relaciones con movimientos políticos del continente.
Al contituirse el Partido Comunista en 1965, integró el primer Comité Central y fue ratificado sucesivamente en los congresos de 1975, 1980, 1986 y 1991. El año pasado quedó por primera vez fuera de ese órgano, que fue reducido de 250 a 175 miembros.
La noche del miércoles, poco antes de su muerte, participó en un acto en conmemoración del segundo frente de la guerrilla y asistió a la recepción de despedida del embajador de México en Cuba, Claude Heller.
Aunque no se han revelado los detalles del accidente, personas allegadas a la familia dijeron que era posible que el comandante hubiera sufrido un infarto mientras manejaba.
A través de Piñeiro el Che hizo contacto en Cuba con los nicaragüenses Carlos Fonseca y Tomás Borge, el guatemalteco Turcios Lima, el comunista uruguayo Rodney Arismendi y el socialista chileno Salvador Allende, muerto en la Presidencia en 1973, durante el golpe de Estado de Augusto Pinochet.
En su última entrevista para Tricontinental, publicada a fines de febrero, Piñeiro reveló que ya en los primeros meses de 1959 el Che proyectaba ir a luchar a Nicaragua, Colombia o Venezuela. (FIN/IPS/da/ag/ip/98