Uruguay se encuentra entre los países con mayor índice de suicidios en el mundo, pero por consideraciones de "salud pública" el tema permanece en el silencio.
Las cifras oficiales al respecto difieren según las fuentes, pero de todas maneras esta pequeña nación sudamericana de 3,1 millones de habitantes está ubicada entre las primeras 10 por la tasa de autoeliminaciones.
En las ciudades, las formas más utilizadas para llevar a cabo el acto son las armas y los psicofármacos -éstos sobre todo entre las mujeres-, mientras en el campo se producen más casos de ahorcamiento.
Uruguay presenta cifras similares a las del resto del mundo en cuanto a incidencia del suicidio en hombres y mujeres, al haber por cada mujer que intenta eliminarse tres varones.
No obstante, tiene sobre todo una especificidad que a ojos de especialistas hace más grave el problema: la alta incidencia de autoeliminaciones entre los menores de 30 años, que en 1995 representaron casi la cuarta parte del total de suicidas, contra un sexto en 1986, según datos del Ministerio de Salud Pública.
Entre los adolescentes de 15 a 19 años -20 suicidios en 1995, contra nueve en 1986, siempre según el Ministerio de Salud Pública- , la tasa de autoeliminaciones es más alta en Uruguay que en Estados Unidos.
De acuerdo al Instituto Nacional de Estadísticas, habría en el país una tasa de 12,6 suicidios cada 100.000 habitantes.
Para el Ministerio de Salud Pública, en cambio, el índice sería de 26 cada 100.000, lo que colocaría a Uruguay en el cuarto lugar entre los países en desarrollo, detrás de Suriname, El Salvador y Puerto Rico, y en el séptimo en todo el mundo, al ser precedido también por Francia, Hungría y Suecia.
Según datos divulgados en un congreso organizado por la Sociedad Uruguaya de Psiquiatría en 1996, se quitarían la vida unos 780 uruguayos al año, es decir más de dos por día, el doble de los que mueren por causa de accidentes.
Los suicidas que consuman su tentativa son tres veces más numerosos que quienes mueren víctimas de homicidios. A su vez muchos casos de muerte reportados como accidentes son en realidad suicidios que no dicen su nombre.
Justamente una de las causas de que tanto difieran los datos al respecto según a las fuentes consideradas es el silencio y el pudor de las familias, así como de los médicos y autoridades policiales, a la hora de referirise a hechos de esta naturaleza.
Por otra parte, hay en Uruguay, como en otros países, una expresa prohibición de que la prensa, al mencionar las circunstancias de la muerte de un individuo, informe que se autoeliminó. La disposición parte de la base de que informar al respecto puede generar "conductas de imitación en la sociedad".
Numerosos especialistas discrepan con esa prohibición y sostienen que es mejor debatir sobre los temas que mantenerlos en el secreto, aunque el ocultamiento persiga "fines loables".
Sin embargo, incluso responsables de Ultimo Recurso, una asociación que asiste a quienes manifiestan tendencias suicidas, advirtieron a una periodista de Brecha sobre la necesidad de una "gran prudencia" para manejar el tema. "La aparición en la prensa de suicidios mueve a la imitación", señalaron. (FIN/IPS/dg/ag/he-pr/98