El fenómeno climático del Niño está provocando en Bolivia muertes y pérdidas económicas por inundaciones y sequías simultáneas, pero también por el rebrote de enfermedades asociadas a elevadas temperaturas.
El cólera, ausente en los últimos cuatro años, volvió en los dos primeros meses de 1998 con 24 casos y un muerto en el departamento de La Paz.
La directora de la Unidad Departamental de Salud, María Elena Zabala, atribuyó el rebrote de cólera a las condiciones climáticas que impuso El Niño en Bolivia, pues las elevadas temperaturas y los charcos que dejan las lluvias crean focos de infección.
Las autoridades estiman que ahora, terminado el carnaval, la cantidad de infectados por cólera, porque en estas fechas aumenta el consumo de alimentos y bebidas de dudosa higiene.
El Niño provocó también la reaparición de la malaria, que en lo que va del año afectó a cerca de 200 personas y causó la muerte de otras cinco en la región amazónica de Pando y el Chapare tropical.
La leishmaniasis, enfermedad desaparecida en los últimos años, atacó a 32 personas en la región de Bermejo, en el sur del país.
"Estos son meses de intensas lluvias y aumenta la contaminación de las aguas. Por lo tanto, aparecen enfermedades infecciosas", dijo el director de Vigilancia y Epidemiología de La Paz, Mario Villagra.
En Mokotoro, campamento aurífero 240 kilómetros al norte de La Paz donde hace dos semanas un deslizamiento de tierras sepultó a un centenar de buscadores de oro, la malaria, fiebre amarilla y conjuntivitis atacan a gran parte de los 400 sobrevivientes del alud.
En Guanay, población también aurífera al norte de La Paz, más de 300 familias se vieron afectadas por la malaria a causa de las inundaciones y la propagación de mosquitos.
Según datos del gobierno, unas 93.500 familias en todo el país se ven afectadas por las fuertes lluvias, granizadas, derrumbes y sequías provocadas por El Niño.
Inundaciones en el oriente y sequías en el altiplano del occidente del país constituyen el paradójico cuadro del paso destructor de esta corriente atmosférica por Bolivia.
En Santa Cruz, 900 kilómetros al este de La Paz, las lluvias provocaron una inusual crecida de 1,8 metros en el nivel del río Piraí, que provocó una muerte.
En el altiplano de Oruro, a 200 kilómetros de La Paz, la sequía llevó a los campesinos a tomar decisiones dramáticas. Antes que las llamas y ovejas se mueran de hambre ante la falta de agua y forraje, prefieren sacrificarlas poco a poco.
Los campesinos que se dedicaban en esa región al cultivo de la tierra dicen que ya nada tienen que hacer allí y se ven obligados a emigrar a las ciudades.
"La sequía está expulsando a nuestros comunarios. Unos se van a La Paz o a Santa Cruz. Otros se van a la Argentina. Algunos vuelven, a otros no los vemos más. Yo me vine a La Paz y no sé si retornaré a mi tierra", dice Anselmo Flores, agricultor del altiplano que ahora busca trabajo en la ciudad.
De las 93.500 familias golpeadas por El Niño, más de 70.000 corresponden a las víctimas de la sequía y el resto a los afectados por las inundaciones, según los informes de Defensa Civil.
El gobierno ha previsto un presupuesto de 14 millones de dólares para mitigar el impacto del Niño en las regiones más empobrecidas y atender los desastres naturales, pero las propias autoridades admiten que esos recursos no serán suficientes si se prolonga el paso del fenómeno por Bolivia.
"Es probable que los peores efectos del Niño se prolonguen aún en marzo y abril. En ese caso, debemos estar preparados", admitió el ministro de Desarrollo Sostenible, Erick Reyes. (FIN/IPS/jcr/mj/en he/98