Marcelo "Chino" Ríos, típico exponente de una juventud indiferente ante los grandes temas políticos, es hoy el ídolo de todo Chile, tras su consagración como nuevo número uno del tenis mundial.
Ríos, de 22 años, ascendió este domingo al primer lugar del ranking de la ATP (Asociación de Tenistas Profesionales), condición no alcanzada antes por ningún latinoamericano, desde que en agosto de 1973 se instituyera este escalafón.
Miles de chilenos se lanzaron a las calles desde las 15.15 horas (19.15 gmt) del domingo para celebrar el triunfo del "Chino" sobre el estadounidense Andre Agassi en la final del torneo Lipton, de Key Biscaine, Florida.
Fue allí, en Miami, donde se consumó el mayor éxito deportivo en la historia de este país, resignado hasta ahora a lugares secundarios en disciplinas de gran convocatoria, como el fútbol y el boxeo, y en el atletismo.
El fenómeno Ríos, que se comenzó a gestar cuando éste ingresó al tenis profesional en 1994, convirtió a todos los chilenos en "expertos" en un deporte que hasta entonces era dominado y practicado sólo por los grupos de altos ingresos.
Este muchacho rebelde, hijo de una acomodada familia del municipio santiaguino de Vitacura, concitó la adhesión de los 14 millones de habitantes de Chile a fuerza de raquetazos, por sobre su personalidad introvertida y hasta huraña con la prensa.
Los periodistas franceses lo distinguieron en dos ocasiones con el "Premio Limón" en los torneos de Roland Garros, por sus malas relaciones con los medios de comunicación y sus respuestas calificadas de arrogantes o impertinentes.
La frase "no estoy ni ahí", adoptada por los jóvenes chilenos para expresar su rechazo a la política y a otras manifestaciones del "mundo de los adultos", fue también un distintivo del joven y exitoso tenista.
En ese sentido, Ríos no se diferencia mayormente del grueso de la juventud chilena, nacida durante la dictadura del general Augusto Pinochet (1973-90) y que hoy mira con escepticismo o decepción el restaurado sistema democrática.
Pero, al contrario de la mayoría de los jóvenes chilenos, Ríos es efectivamente un triunfador, uno de los pocos en que se encarna la imagen del éxito que se proyecta económicamente sobre el país desde la época dictatorial.
A los 22 años ya es un millonario, y antes de llegar el domingo al tope de la clasificación deportiva de la ATP, era el tenista que acumulaba más ganancias en el curso de este año, con 657.000 dólares.
Al derrotar a Agassi en tres sets en la final del torneo Lipton recibió un cheque por otros 360.000 dólares, con lo cual completó exactamente utilidades por 1.017.118 dólares en sólo el primer trimestre de 1998.
Así, no es extraño que en la prensa chilena proliferen avisos de academias de tenis para niños. "Que su hijo sea un top ten", proclama una de estas propagandas, para convencer a los padres de las supuestas ventajas de contratar cursos a un precio en torno de los 200 dólares al mes.
Al margen del comercio, se prevé que no sólo se populizará la práctica del tenis, sino que aumentarán también los jóvenes que lucirán el peinado del "Chino", con larga cabellera recogida y sienes rapadas, así como su vestimenta informal.
La adhesión de los chilenos a Ríos fue continuamente en ascenso desde el 18 de marzo de 1996, cuando el joven tenista ingresó al exclusivo grupo de los "top ten", es decir de los diez primeros del escalafón de la ATP.
La semana pasada, las alternativas del torneo Lipton cubrieron páginas y páginas en la prensa y horas de transmisión en los canales de televisión y las radioemisoras.
A los enviados especiales de la prensa chilena se sumaron unos 2.000 aficinados que agotaron los pasajes aéreos Santiago- Miami para alentar al "Chino" en Key Biscaine con una ruidosa barra.
Desde el presidente Eduardo Frei hasta modestos lustrabotas expresaron ante las cámaras de la televisión su orgullo por el triunfo de Ríos, a quien la prensa local califica este lunes "el mejor tenista del mundo".
La transmisión del partido con Agassi marcó un "rating" de 68 puntos sobre 74 por ciento de los televisores encendidos durante las dos horas y 15 minutos del encuentro, con las calles vacías en Santiago y en las principales ciudades del país.
El estallido de júbilo al término del partido se tradujo en largas caravanas de automovilistas que con banderas chilenas celebraron al "top one" en las principales avenidas de Santiago, mientras llovía papel picado de los edificios.
Manifestaciones similares se registraron en Valparaíso, Antofagasta, Concepción, Iquique, Temuco y otras ciudades, en tanto la televisión repetía hasta el cansancio las escenas finales del partido de Ríos con Agassi.
La estatal Televisión Nacional dedicó 50 minutos de su noticiero nocturno de una hora al nuevo ídolo deportivo. "Ayer no hubo noticias. No pasó nada en Chile ni en el mundo, sólo tenis", comentó este lunes José Blanco, profesor de periodismo.
"Estoy orgulloso de ser chileno". La frase que un relajado "Chino" Ríos pronunciara en su conferencia de prensa en Key Biscaine, ya convertido en número uno de la ATP, fue resaltada por todos los medios de comunicación.
Al triunfador de hoy no se le piden aclaraciones por actos del pasado. Poco importa que en el pasado dijera que le resultaba indiferente vivir en Chile o en otro país, o que no estaba "ni ahí" con la política ni con los comentarios de la prensa acerca de su juego. (FIN/IPS/ggr/ff/cr/98