La amenaza de devaluación parece alejarse de Brasil, que ya recuperó al menos 80 por ciento de las reservas perdidas en octubre y noviembre, redujo el déficit comercial y vuelve gradualmente a las condiciones anteriores a la crisis asiática.
El gobierno manifestó confianza en la recuperación, al bajar la tasa básica de interés a 28 por ciento el miércoles, cuando el mercado esperaba una reducción más cautelosa.
El ministro de Planificación, Antonio Kandir, anunció al sector productivo, que se queja de lo alto de esa tasa – más del doble de la chilena y el triple de la argentina-, que podrá bajar a 20 por ciento a mediados de este año, volviendo al nivel anterior al derrumbe de las bolsas en Asia.
Las autoridades tratan de reducir los intereses, ante un gran aumento del desempleo, que alcanzó 7,25 por ciento, pero manteniendo un nivel que siga atrayendo capitales extranjeros.
El actual tiende a ser un año más tranquilo para las cuentas externas de Brasil, evaluó Octavio de Barros, director técnico de la Sociedad Brasileña de Estudios de Empresas Transnacionales y Globalización Económica (Sobeet).
En 1998, fInanciar la balanza de pagos será menos complicado, ya que los compromisos totales de deuda externa suman unos 18.000 millones de dólares, contra pagos efectivos de 23.500 millones el año pasado, estimó.
De ese total de pagos, la amortización de títulos y bonos se limitará a un "máximo de 8.000 millones de dólares", con una financiación asegurada por la abundancia de recursos en el mercado internacional, explicó.
La liquidez internacional se mantiene, tal como antes de la crisis asiática. Lo que ocurrió fue su reorientación hacia mercados de menor riesgo, con los grandes fondos de inversiones "obligados, incluso por sus estatutos, a vender acciones asiáticas", afectando a los países emergentes.
Pero los capitales empiezan a volver al mundo en desarrollo, con ventajas para América Latina. Brasil es aún considerado de mayor riesgo que México y Argentina, pero debe recibir entre 18.000 y 20.000 millones de dólares en inversiones este año, repitiendo la situación de 1997, previó De Barros.
Una mejora debe provenir también de la balanza comercial, cuyo déficit debe reducirse a la mitad de los 8.372 millones de dólares registrados el año pasado, añadió.
El abultado programa de privatizaciones, que puede representar unos 80.000 millones de dólares en ingresos en este y el próximo año, es una importante arma brasileña. Los sectores ahora en venta son los de telecomunicaciones y energía eléctrica, muy atractivos para inversionistas externos.
La vulnerabilidad de Brasil se revela en dos datos negativos de su economía en 1997. El déficit público alcanzó 5,89 por ciento del producto interno bruto y el externo en cuentas corrientes 4,18 por ciento, ambos superando en mucho las metas iniciales anunciadas por el gobierno.
Pero el déficit público se reduce a 3,98 por ciento del PIB si se consideran los ingresos de las privatizaciones, que son excluidos por la metodología recomendada por el Fondo Monetario Internacional.
En relacin con las cuentas externas, el gobierno espera reducir su desequilibrio con una variedad de medidas que comprenden desde restricciones a importaciones y estímulos a exportaciones hasta el desarrollo del turismo interno.
Los viajes de brasileños al exterior ya representan una parte importante del déficit en cuentas corrientes -5.446 millones de dlares en 1997-, mientras los turistas extranjeros sólo dejaron en Brasil 1.069 millones de dólares.
Medidas para abaratar los pasajes en vuelos domésticos, incentivos a parques de diversiones e inversiones en infraestructura turística buscan reducir esas presiones sobre la balanza de pagos, además del desarrollo económico y social del país.
Pero el desbalance tanto en el comercio externo como en el turismo representan evidencias de la sobrevaluación de la moneda. Los brasileños están entre los turistas que más compras hacen en Nueva York y Miami, estimulados por precios muy inferiores a los de Brasil.
El cambio sobrevaluado es apuntado por el diputado Delfim Netto, ex ministro de Hacienda, como principal factor de las dificultades económicas del país en la actualidad.
Pero una devaluación del real es hoy una medida que descartan incluso los exportadores, que siempre la reclamaban como forma de recuperar competitividad. "Seria un grave retroceso", según De Barros, que considera correcta la política oficial , de promover lenta devaluación en el sistema de bandas cambiarias.
Esa devaluación promedia 0,6 por ciento al mes desde el año pasado, lo que acumula más de siete por ciento al año, para una inflación esperada de tres por ciento este año.
Brasil dispone, para corregir gradualmente un posible desequilibrio cambiario, de dos años de grandes privatizaciones y relativa facilidad en captar recursos externos, ciclo que se agota en el año 2000, concluyó De Barros. (FIN/IPS/mo/ag/if/98