BRASIL: Incendios devoran sabana y bosques amazónicos

El fenómeno climático de El Niño sumó baja humedad, altas temperaturas y fuertes vientos a las "quemadas" en la Amazonia para provocar incendios que devastan el estado de Roraima, en el extremo norte de Brasil.

Así explicó Reinaldo Imbrozio Barbosa, experto del Instituto de Investigaciones de la Amazonia (INPA) la propagación del fuego en Roraima, que afecta principalmente a los pequeños campesinos y los indígenas del estado, fronterizo con Venezuela y Guyana.

La quema de pastizales, de viejos cultivos y de bosques es habitual en Roraima y en otras zonas de Brasil debido "al bajo nivel tecnológico" de la actividad agrícola y ganadera. Pero este año, el fuego escapó a todo control y alcanzó una extensión inusitada, debido a las condiciones climáticas, observó.

Barbosa calculó que 16,1 por ciento del territorio de Roraima ya fue alcanzado por el fuego. Se trata de 30.000 kilómetros cuadrados de sabana y de 6.500 kilómetros de áreas boscosas o deforestadas de un estado de 230.000 kilómetros cuadrados de superficie.

Ese cálculo difiere de la información de las autoridades del estado, que habla de incendios en 25 por ciento del área total. Hay 3.000 focos de incendio dispersos por el estado, dijo Pedro Estevam, director de Producción Agropecuaria del gobierno de Roraima.

El fuego, que ya dura dos meses, provocó la muerte de cerca de 20.000 reses, cinco por ciento del rebaño local, y la destrucción de casi todas las siembras, a excepción del arroz irrigado, informó Estevam.

"Hace ocho meses no cae una gota de lluvia, un fenómeno atípico" que, según el funcionario, afecta principalmente la agricultura de subsistencia de los indígenas y de cerca de 50.000 pequeños campesinos, en general migrantes de otras partes de Brasil.

El esfuerzo por contener las llamas cuenta ahora con ayuda de organismos del gobierno central, incluso del Ejército. Expertos en combate a los incendios llegaron a Roraima desde Brasilia para orientar las acciones, de limitada capacidad ante la dimensión de la catástrofe.

Barbosa cree que ha terminado el momento de mayor fuerza de los incendios, que se habría prolongado desde fines de febrero hasta ahora. "La mayor parte de la biomasa sensible al fuego ya se quemó, y ahora quedan los incendios residuales", explicó.

Los servicios meteorológicos no anuncian lluvias fuertes hasta fines de abril. En tanto puede haber pequeñas "luvias esperanza", como las denomina la población de Roraima, dijo el investigador.

Los incendios, de extensión y fuerza sin precedentes en Roraima, invadieron los bosques del territorio reservado a los indígenas yanomamos. La Fundacin Nacional del Indio, órgano oficial de asistencia a la población autóctona, calculó en 15 kilómetros cuadrados el area quemada en ese territorio.

Pero hay en el estado otros grupos indígenas, que completan un total de 37.000 personas, según José Adalberto da Silva, vicecoordinador del Consejo Indígena de Roraima.

Varias aldeas están sin agua, tras perder sus cultivos, advirtió Da Silva, que visitó Brasilia para pedir ayuda al gobierno central.

Gran parte de esos indígenas viven en áreas de sabana o aledañas, las más afectadas por los incendios. En general siembran yuca y maiz para alimentarse. Este año tendrán que adquirir esos productos en el mercado.

Los grandes hacendados, a quienes Barbosa considera los principales responsables de las "quemadas", se dedican principalmente a la ganadería.

Roraima tiene cerca de 260.000 habitantes, y es uno de los estados menos poblados de Brasil. Pero en 1980 sólo albergaba a 80.000 personas, recordó Barbosa.

Hace 20 años, el área deforestada del estado sumaba sólo 100 kilómetros cuadrados, y en 1996 había aumentado 53 veces.

La acelerada ocupación de las tierras, la deforestación y la "cultura de las quemadas" de campesinos y ganaderos, crearon las condiciones para que la sequía se convertiera en desastre.

"No hay incendio espontáneo en la Amazonia", destacó Barbosa, que calculó entre 50 y 60 por ciento la humedad relativa del aire en Roraima en el mes último. "Eso es sequía en la región", donde el promedio histórico es de 70 a 80 por ciento.

Pero una humedad entre 50 y 60 por ciento no basta para generar un incendio espontáneo. Las "quemadas" quedaron fuera de control porque también aumentaron la temperatura y la intensidad del viento, concluyó el investigador. (FIN/IPS/mo/ff/en/98

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