La tasa de desempleo abierto en Brasil saltó de 4,84 a 7,25 por ciento entre diciembre y enero, informó hoy el instituto oficial de estadística, agregando otro dato preocupante que dificultará la conducción económica.
Esta es la novena tasa más elevada en la historia de Brasil y la más alta en el mes de enero desde 1985.
La cantidad absoluta de desocupados aumentó 52,8 por ciento, alcanzando 1,27 millones en las seis mayores áreas metropolitanas del país, universo de la Investigación Mensual de Empleo hecha por el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE).
Brasil parece lejos del desempleo argentino, que alcanzó 18 por ciento hace año y medio, o del español, que hace años supera 20 por ciento. Pero la comparación de cifras no representa una situación mas cómoda.
El desempleo abierto, medido por la cantidad de trabajadores que buscaban ocupación en la semana anterior, "es siempre más bajo en países de mercado de trabajo desorganizado como Brasil", observó Marcio Pochmann, coordinador de un centro de estudios laborales de la Universidad de Campinas, próxima a Sao Paulo.
Otra medición, "más cercana a la realidad", apunta un índice de 16,6 por ciento para el desempleo en la región metropolitana de Sao Paulo, recordó Pochmann, refiriéndose a la tasa del Departamento Intersindical de Estudios y Estadísticas Socioeconómicas, un instituto de apoyo a sindicatos.
Los datos del IBGE sobre la población laboral confirma la escasa formalidad del mercado. De los 16.223.000 de trabajadores ocupados en enero, sólo 7.541.000 eran asalariados contratados legalmente. Una mayoría de 7.797.000 trabajaba sin el registro requerido por la legislación o por cuenta propia.
Shirlene Ramos de Souza, coordinadora de las mediciones de empleo del IBGE, previó que el desempleo podrá agravarse en febrero y marzo, meses tradicionalmente de gran desocupación.
Pero no sólo efectos estacionales, como la entrada en el mercado de jóvenes y ex estudiantes, explican la tasa de enero. En gran parte se debe a las medidas gubernamentales, reconoció la investigadora.
Los sondeos confirman que el sector de servicios y el mercado informal ya no absorben los trabajadores despedidos por la industria de transformación, que en esta década redujo sus empleos directos en más de 20 por ciento.
El agravamiento del desempleo era esperado como consecuencia del aumento de las tasas de interés y medidas fiscales adoptadas por el gobierno en noviembre, en respuesta a la fuga de capitales provocada por la crisis financiera en Asia. Y la tendencia debe mantenerse al menos en el primer trimestre, según expertos.
La tasa bsica de inters, elevada a 43 por ciento en noviembre, ya haba bajado a 34,5 por ciento en febrero y el Banco Central la redujo a 28 por ciento este miércoles, teniendo en cuenta probablemente la situación del empleo.
La rebaja de los intereses lo más pronto posible es la condición para reanudar el crecimiento económico y evitar la profundización de los problemas sociales. Pero cada decisión económica del gobierno enfrenta encontradas exigencias del complejo cuadro brasileño.
La remuneración del capital a tasas muy superiores al nivel internacional es indispensable para atraer inversiones extranjeras para cubrir el déficit externo en cuentas corrientes, que el año pasado alcanzó 33.842 millones de dólares o 4,18 por ciento del producto interno bruto (PIB).
Una desaceleación de la actividad económica es requerida por el mismo desequilibrio. Brasil necesita bajar su déficit comercial de 8.372 millones de dólares el año pasado. Eso exige medidas de contención del consumo, como elevar las tasas de interés, que contribuye tambin a reducir la inflacin.
Este año la inflación deberá acercarse al tres por ciento. En el primer bimestre el déficit comercial bajó a 878 millones de dólares, la mitad que en igual período de 1997, pero se atribuye en gran parte a la postergación de importaciones impuesta por el gobierno vía trabas administrativas.
De todas formas, ese resultado y la recuperación, en lo que va del año, de al menos 7.000 millones de dólares en las reservas cambiarias, que ya superan a 58.000 millones de dólares, deberán estimular una mayor baja de los intereses.
Pero otro resultado de 1997, el déficit público de 5,89 por ciento del PIB, presiona en otro sentido. Las dificultades del gobierno en controlar sus gastos puede asustar a los inversionistas, lo que obliga a mantener intereses atractivos para el capital externo.
A esas presiones se agregan este año las elecciones de octubre, que estimulan mayor gasto público tanto en el gobierno central como en los estaduales, cuyos titulares disputan nuevo mandato, a ejemplo del presidente Fernando Henrique Cardoso, haciéndo más difícil el equilibrio en la gestión económica. (FIN/IPS/mo/ag/if/98