El Congreso concentra actualmente las luchas por los derechos de la mujer en Brasil. En sus dos cámaras se tramitan al menos 63 proyectos de ley que les interesan directamente.
De ese total, un tercio busca definir los delitos sexuales y fijarles penas, eliminando las dicriminaciones establecidas por el Código Civil de 1916 y el Código Penal de 1940, según datos recogidos por el Centro Femenino de Estudios y Asesoría (CFEMEA).
El movimiento feminista puede conmemorar así, en este Dia Internacional de las Mujeres, haber logrado llevar muchas de sus banderas a la penúltima etapa, la conversión de sus conquistas en leyes. Después será necesario hacerlas cumplir.
El acoso sexual, objeto de cuatro proyectos, es uno de los temas más polémicos desde el año pasado, en tanto los delitos sexuales contra menores constituyen otro blanco preferencial de los parlamentarios, con ocho proyectos.
La gran cantidad de proyectos, sin embargo, no asegura avances. Varias propuestas de cambios para adaptar el viejo Código Penal a las conquistas femeninas ya reconocidas socialmente recibieron una recomendación negativa en la comisión especial que trata el asunto.
El autor de la opinión negativa, Ibrahim Abi Ackel, fue ministro de Justicia principios de los años 80 y "demostró falta de sensibilidad para las cuestiones de género", lamentaron las coordinadoras del CFEMEA, una organización no gubernamental (ONG) de Brasilia, que acompaña las batallas parlamentarias.
Es indispensable realizar cambios en el Código Penal, totalmente sobrepasado por la evolución de las costumbres y las relaciones de género, según el consenso nacional.
La vieja legislación en algunos casos sólo reconoce como víctima a la "mujer honesta" y a veces exige que sea virgen, "un absurdo en la actualidad" incluso porque viola la Constitución, que reconoce la igualdad entre hombres y mujeres, según la fiscal Luiza Nagib Eluf.
Conceptos como estos, basados en la moral de una época pasada y no definidos en el Código, convierten a muchas de las víctimas en acusadas ante la justicia.
Muchos asesinos confesos fueron absueltos en Brasil gracias a abogados que atacaron la moral de las mujeres muertas. Ante pruebas irrefutables, siempre queda el camino de la descalificación moral de las víctimas, una salida estimulada por la ley.
Ningún valor tiene el testimonio de las víctimas, en el proceso judicial, si ellas no comprueban su "honestidad", lamentó Silvia Pimentel, profesora de Filosofía del Derecho en la Universidad Católica de Sao Paulo y activa defensora de los derechos de la mujer en varias ONG.
El Ministerio de Justicia creó una comisión de juristas para reformar ese Código Penal en lo que tiene de discriminatorio, sin reconocer la igualdad de géneros.
Una propuesta ya aprobada altera el capítulo sobre delitos contra las costumbres, donde se incluyen los sexuales, convirtiéndolos en crímenes contra la dignidad sexual, para quitarle el carácter de infracción moral y calificarlos como agresiones a las personas.
La polémica actual se concentra en el acoso sexual, una novedad en la legislación penal brasileña, y por eso considerada por opositores como una "importación" indebida desde Estados Unidos.
La comisión del Ministerio de Justicia propuso de seis meses a dos años de crcel, además de multa de hasta 530.000 dólares, para el acoso sexual. La definición fue sugerida por el Consejo Nacional de Derechos de la Mujer.
Comete el delito quien viola "el deber del cargo, ministerio o profesión, exigiendo, directa o indirectamente, prestación de favores sexuales como condición para crear o conservar derecho o para atender la pretensión de la víctima".
Esa caracterización ofrece "tranquilidad a las mujeres en el trabajo, donde ellas más sufren el acoso", argumentó Rosiska Darcy de Olveira, presidente del Consejo.
Pero uno de los miembros de la comisión de reforma del Código Penal, el jurista Ney Teles, consideró indispensable mencionar "abuso del poder o de autoridad", prolongando una polémica que proseguirá en el Congreso. (FIN/IPS/mo/ag/hd/98