Para la mayoría de los argentinos, la crisis financiera de Asia ya es parte del pasado. Sin embargo, organismos multilaterales, calificadoras, bancos y economistas advierten que la amenaza sigue latente, no sólo por el comportamiento de la economía local sino también por Brasil.
Brasil, el socio mayor del Mercado Común del Sur (Mercosur), que también integran Paraguay y Uruguay, es el principal cliente de Argentina, al que destina 30 por ciento de sus exportaciones.
Pero además, una devaluación en el país vecino generaría la desconfianza inmediata de los inversores respecto de Argentina. La relación fue señalada este mes por el semanario británico The Economist, al advertir sobre el "efecto contagio".
"La incertidumbre aumentará en Argentina hacia el futuro, ante la expectativa de que Brasil modifique su política cambiaria tras las elecciones de octubre", señaló el semanario.
El economista Guillermo Calvo, quien pronosticó la crisis mexicana de 1994, admitió que su preocupación mayor "es que por un problema de Brasil, se corte el flujo de capitales hacia Argentina".
Luego de unos primeros meses de incertidumbre entre octubre y diciembre de 1997, la crisis en Asia parece haber pasado de moda en Argentina, o se incorpora como riesgo mínimo entre los tomadores de créditos, tanto particulares como empresas, que ya volvieron al redil.
El crecimiento económico de 1997, pese a la crisis de los últimos meses que repercutió fundamentalmente por el ajuste en Brasil, fue de 8,4 por ciento, superando lo previsto por el gobierno para ese año, incluso antes de la crisis.
En lo que va de este año, aumentaron los depósitos bancarios y las ventas de automóviles, las compras en supermercados se mantienen estables, se prevé una cosecha récord, el crédito al consumo continúa creciendo y el gobierno insiste en que la crisis quedó neutralizada.
El fenómeno crea un ambiente similar al de la calma que precede a la tormenta. Al menos ese es el temor del Banco Mundial, que advirtió a Argentina, Brasil y México que este año podría bajar la afluencia de capitales externos, lo que sumado a la caída de precios de las materias primas podría resultar fatal.
Los pronósticos cautelosos del Banco Mundial coincidieron con los que viene haciendo el Fondo Monetario Internacional (FMI), que a fines de este mes enviará una delegación a Argentina para buscar soluciones al creciente déficit comercial y fiscal.
Como consecuencia de la caída de los precios de las materias primas -básicamente petróleo y productos agrícolas- las exportaciones de la región cayeron fuertemente en 1997, y continúan esa tendencia este año.
México y Venezuela por el crudo, Chile por el cobre, y Argentina y Brasil por petróleo, acero y productos agroalimentarios, fueron los más afectados.
Como consecuencia de esta caída, provocada por la crisis en Asia, en enero último, el déficit comercial argentino encendió la alarma del FMI, que monitorea la marcha de la economía local. En un solo mes, un desequilibrio de 881 millones de dólares augura ya superar las previsiones para todo el año.
El déficit comercial se agrava en Argentina y Brasil, dos economías emergentes latinoamericanas con fuerte dependencia del financiamiento externo. Argentina requerirá este año 21.100 millones de dólares y Brasil 35.700 millones, según la calificadora de riesgo Moody's.
La calificadora considera que Argentina, al igual que la mayoría de los países latinoamericanos, debe contener su desequilibrio externo porque el financiamiento estará limitado en el mediano plazo.
"Aunque hasta ahora puede parecer un susto pasajero, el efecto de la crisis de Asia sobre los países latinoamericanos se manifestará en su totalidad recién dentro de 12 o 18 meses", vaticinó Moody's.
Este mes, la calificadora advirtió que "Argentina tiene una fuerte dependencia del ingreso de capitales externos, y el dinamismo de su economía está muy ligado con esa entrada".
Del mismo modo se pronunció el Banco de Inversión Salomon Smith Barney. Los precios de las materias primas continuarán cayendo, lo que traerá una disminución de las ventas externas y sobrevendrá una demanda de financiamiento superior, estimó.
También Goldman Sachs sostuvo que hay vencimientos de corto plazo que obligan a Argentina y a Brasil a ser muy cautos. Los dos países tienen deudas externas considerables, y en el caso de Brasil, la deuda interna de corto plazo es alta.
El FMI pidió al gobierno argentino que tome medidas para frenar la expansión económica recortando obras públicas y encareciendo el crédito, tanto para consumo como para inversión.
El economista Miguel Broda, uno de los más consultados por los inversores externos, coincide con esta receta. "Habrá que subir los requisitos de liquidez para enfriar la economía", advirtió.
Los pronósticos pesimistas y las advertencias parecen intentos por aguar la fiesta de los que creen que la crisis ya pasó, pero los más cautos advierten que la euforia y la negación también precedieron a la crisis mexicana, que tuvo un feroz impacto en Argentina. (FIN/IPS/mv/ag/if/98