La Comunidad Andina se estrenó como el primer grupo subregional con un proyecto y normas comunes para operar un satélite, pero se topa otra vez con que la órbita escogida "escapa" hacia otro país.
Durante años fue México el "invasor" del sitio asignado a los cinco países andinos (Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela) para colocar su satélite. Resuelto el diferendo con los mexicanos, ahora una empresa de Estados Unidos quiere ocupar la nueva órbita seleccionada.
La dificultad de los andinos estriba en que el suyo ha sido por años un "satélite de papel". Pero desde el 27 de febrero es un hecho, cuando se cumplió el último paso: la sanción de la Comisión Andina de ministros de Comercio de su funcionamiento.
El satélite cuenta ahora con una empresa, infraestructura legal, voluntad política y expectativa de negocios como para estrenar un sistema propio en el 2001, dijo a IPS el ministro venezolano de Comercio, Héctor Maldonado.
Los responsables del proyecto Sistema Satelital Simón Bolívar "confiamos en un arreglo con Estados Unidos, vista la importancia de un satélite para nuestros porgramas de desarrollo", indicó uno de los negociadores, Solardo Rivero, del Consejo Telecomunicaciones de Venezuela.
En Washington, los embajadores de los cinco países andinos se han dirigido al Departamento de Estado para subrayar su pedido de que la Comisión Federal de Comunicaciones de Estados Unidos (FCC) abra espacio al satélite comunitario.
La órbita en disputa es la 67 grados Oeste, asignada por la FCC a una empresa estadounidense de televisión. Aunque los andinos la "reservaron" primero ante la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), los estadounidenses pueden ocuparla más fácilmente.
"Estados Unidos dispone de los recursos tecnológicos y financieros para ocupar una órbita con un satélite casi de inmediato", señalo Rivero, para quien "es preferible negociar antes que litigar", ya que el Norte, dueño de tecnología y capital, podría tomar represalias.
Un proyecto satelital como el Simón Bolívar requiere una inversión cercana a los 300 millones de dólares, con alta rentabilidad esperada, pues un artefacto (satélite) puede durar unos 12 años y el andino es un mercado de 1.500 millones de dólares anuales en negocios de telecomunicaciones.
Esa cifra, recordó Ramón León, asesor venezolano en las negociaciones, equivale a un cuarto del intercambio comercial esperado dentro de la región andina. "Este solo servicio representa la cuarta parte del intercambio andino de bienes y servicios", remarcó.
El hecho de contar con su propio satélite fue un sueño acariciado por los andinos desde hace dos décadas. Desde 1977 hasta mediados de los 80 se lo llamó "Proyecto Condor", pero cayó en un letargo en medio de la crisis financiera que vovió la región, y luego reapareció como "Simón Bolívar".
En los años 90, "al revitalizarse la integración andina, se consideró que fortalecer el sector comunicaciones y transporte favorecería el proceso. Al mismo tiempo, los países andinos aceleraron la provatización de empresas y servicios", observó León en diálogo con periodistas.
En 1994, la Junta del Acuerdo de Cartagena (hoy secretaría general de la Comunidad Andina) convocó a las autoridades de telecomunicaciones de la subregión, e invitó a empresarios, con los cuales firmó una carta de intención para entregar la operación del proyecto al sector privado.
Desde entonces, la Comunidad innovó: fue el primer grupo subregional en dotar al programa de satélites con un marco normativo común y constituyó una empresa multinacional andina (EMA), figura jurídica con carácter de empresa nacional en los cinco países socios.
La empresa, Andesat, constituida por 44 firmas interesadas de la subregión -pero las de cada país sólo pueden tener 20 por ciento de acciones- heredó el proyecto que fue estatal, pero también la dificultad creada por la interferencia del sistema satelital mexicano Solidaridad.
Mientras que el Simón Bolívar había pedido a la UIT las posiciones orbitales 103, 106 y 109 grados Oeste, Solidaridad-I pidió y ocupó la posición 109.2, creándose un litigio económico y comercial aunque también jurídico, pues la UIT es un organismo de referencia más que arbitral.
Tras colocarse en 1993 el Solidaridad-I, los países andinos encabezados por Venezuela vedaron la comercialización de esa señal sobre sus territorios. Se discutió en 1996-1997 un acuerdo, finalmente sellado en noviembre pasado, en vísperas de la privatización del Solidaridad.
Los andinos aceptaron liberar su campo para la señal mexicana. A cambio, Andesat será la comercializadora de esos servicios en el área andina y dispondrá de traspondedores (segmentos de satélite) a precios preferenciales.
El convenio "es el reconocimiento de hecho de México de que ocupaba una órbita pedida por los andinos", según Rivero, pero también "un acuerdo que amplía la cooperación latinoamericana", según el embajador mexicano en Caracas, Jesús Puente.
Mientras se superaba esa dificultad surgió otra, y es que la nueva posición orbital buscada por los andinos, 67 grados OEste -y com segunda opción 78,5 grados- también fue pedida en Estados Unidos. Más tarde, pero también, de nuevo, con más recursos al alcance de la mano.
Estados Unidos tiene, como reserva estratégica, más de 1.200 solicitudes de posiciones orbitales ante la UIT. Los países andinos se han propuesto arrancarle al menos una para, dentro de tres años y en conjunto, tocar el cielo con sus cinco manos. (FIN/IPS/jz/ag/sc/98