El gobierno de Chile propondrá al parlamento la rebaja de 11 a ocho por ciento del arancel externo, cumpliendo así un compromiso asumido en 1996, que ahora representa una buena medida para enfrentar la crisis asiática.
El presidente Eduardo Frei podría enviar este mes el respectivo proyecto de ley al Congreso, una vez que se constituyan las comisiones de Hacienda tanto de la Cámara de Diputados como del Senado.
El gobierno se comprometió con la oposición derechista a rebajar el arancel externo único en 1996, para vencer la resistencia del Senado a la aprobación del tratado de asociación de Chile con el Mercado Común del Sur (Mercosur), integrado por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay.
El tratado entró en vigencia en octubre de 1996 y en 1997, los partidos de derecha y empresariales le cobraron insistentemente la palabra al presidente Frei y a su ministro de Hacienda, Eduardo Aninat.
Si bien el gobierno reconoció el compromiso contraído, no colocó la rebaja arancelaria entre las prioridades de la agenda legislativa, pero la situación comenzó a cambiar en noviembre, al sentirse el impacto de la crisis de Asia.
Frei informó a comienzos de este mes al presidente de la empresarial Confederación de la Producción y el Comercio, Walter Riesco, que pronto enviaría al Poder legislativo la propuesta de recorte del arancel.
Aninat confirmó la noticia y precisó además que la tasa, tal como se venía sugiriendo desde el debate sobre la asociación con el Mercosur, disminuiría tres puntos porcentuales, de 11 a ocho por ciento.
La medida, que en 1996 respondía a las presiones de los agricultores y representaba una proyección estratégica de la apertura comercial practicada desde la década de los 70, es hoy un paso táctico fundamental para la economía chilena.
La rebaja del arancel es necesaria para aumentar la competitividad internacional del país, considerando el actual escenario del colapso de Asia, dijo el domingo el ministro de Economía, Alvaro García, al diario La Tercera.
Con una menor tasa aduanera, los productos importados serán más baratos para el consumidor, pero lo más significativo para el gobierno y los empresarios es que también disminuirá el precio de los insumos para la producción.
De esa manera se incrementará la producción y se buscará además el aumento de las exportaciones y su abaratamiento, para competir en mejores condiciones en los mercados internacionales.
Chile es uno de los países latinoamericanos más expuestos al recesivo "efecto dragón", determinado por la devaluación de las monedas del sudeste de Asia.
Más de 35 por ciento de las ventas externas del país tenían hasta 1997 como destino a Japón y Asia sudoriental, y Chile es a su vez un importante comprador de manufacturas procedentes de la costa occidental del océano Pacífico.
Pero la rebaja arancelaria no sólo traerá beneficios, sino también problemas fiscales para el Estado chileno, que dejaría de percibir anualmente unos 420 millones por la menor recaudación aduanera.
La caída de los ingresos fiscales afectará consecuentemente el presupuesto de gastos del Estado, cuya principal función actual en este país es el financiamiento de los programas sociales, ya que el sector público tiene ahora un mínimo peso como productor.
Frei y sus ministros aseguraron que la rebaja arancelaria no afectará los programas sociales, ya que se compensará la pérdida de 420 millones de dólares con una "minirreforma tributaria", como la calificó el presidente.
Aninat mantiene en reserva la propuesta de aumento de impuestos internos que acompañaría el proyecto de reducción de aranceles, y García confía en que los empresarios aceptarán los nuevos tributos al ver aumentar su competitividad. (FIN/IPS/ggr/ff/if/98