El presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Enrique Iglesias, llamó a poner en marcha un modelo de desarrollo que conjugue menos pobreza, más estabilidad social y mayor crecimiento económico.
Iglesias dijo el miércoles, al clausurar en Cartagena de Indias, Colombia, la Conferencia de Gobernadores del BID, que estos parámetros "constituyen el gran desafío que la región confronta al final de este siglo".
América Latina y el Caribe vive una angustiante paradoja. Aunque las economías muestran signos de recuperación que no se percibían desde 1982, la pobreza y la desigualdad en la distribución del ingreso continúan opacando el desempeño económico.
Fue así como en 1997 la región experimentó una de las mejores rachas económicas de los últimos 16 años, al alcanzar un crecimiento promedio de cinco por ciento.
También descendió la inflación, al tiempo que creció la inversión, a un promedio de 21 por ciento del producto interno bruto (PIB), y el flujo de capital externo, que ascendió a 71.000 millones de dólares.
Sin embargo, estos logros no estuvieron acompañados de avances en salud, educación y capacitación de la población más pobre de la región.
Unos 150 millones de personas (33 por ciento de la población de la región) que viven en condiciones de pobreza y la mitad de ellas alcanza niveles de pobreza extrema.
"Las estadísticas ponen de manifiesto que la pobreza afecta con mayor rigor a los jóvenes, a las mujeres y a ciertos grupos étnicos" y tiene mayor incidencia en las áreas rurales, dijo Iglesias.
El desempleo y subempleo en la región fue mayor en el quinquenio 1991-1996 que en el de 1985-1990, cuando la actividad económica sufría las secuelas de la crisis de la deuda externa.
El desempleo y los bajos salarios son "los problemas que más preocupan a la población regional", dijo, por su parte, Ricardo Haussman, economista jefe del BID.
El desempleo, que asciende a 10 por ciento, o el temor a perder el trabajo son las mayores preocupaciones de los latinoamericanos, más aun que la drogadicción, las enfermedades, la violencia política, la inflación, la pobreza, la corrupción y la educación, según el informe que presentó Haussman.
El funcionario indicó que aunque los salarios han mejorado, la brecha de ingreso entre los que tienen alto nivel educativo y los que no es la más alta del mundo.
Los ministros y altos funcionarios que asistieron a la Asamblea celebraron el viraje del BID hacia el apoyo a reformas sociales que complementen las reformas económicas implementadas en la mayoría de los países latinoamericanos en la primera mitad de esta década.
"El papel básico inicial del BID fue dotar a América Latina de una infraestructura física", pero ese énfasis se modificó a través de los años para enfrentar los nuevos desafíos, dijo Antonio Urdinola, ministro de Hacienda de Colombia.
Urdinola, que presidirá las Asambleas del BID durante el periodo 1998-1999, hizo un llamado para que el banco enfrente los retos que le impone el nuevo mandato de dedicar la cuarta parte de sus recursos al área social.
"El BID tiene que mantener el ímpetu en los temas de globalización, competitividad y defensa contra la volatilidad", pero simultáneamente debe enfrentar el tema social a fondo, expresó.
El ministro anotó que para ambas cosas el BID "necesita una revisión de sus instrumentos", en temas como el de los créditos concesionales para los países más pobres o la manera como se distribuyen los cupos ordinarios entre tipos de países.
De esta manera se garantiza una utilización más a fondo de la capacidad instalada del banco en materia crediticia, puntualizó Urdinola.
A la 39 Conferencia de Gobernadores del BID asistieron los presidentes Ernesto Samper, de Colombia, Alberto Fujimori, de Perú, y Ernesto Pérez Balladares, de Panamá, además de unos 5.000 delegados de los 46 países miembros del banco.
La asamblea fue precedida de seminarios sobre programas sociales y pobreza, promoción de la participación ciudadana, violencia doméstica e inversiones en los mercados emergentes de Latinoamérica. (FIN/IPS/cv/mj/if dv/98
