El pediatra Ricardo Fayad colaboró con la dictadura militar de Brasil de un modo que no consideraba contradictorio con su profesión. En un centro de detención del Ejército atendía a los presos políticos para comprobar hasta qué punto era posible torturarlos.
El presidente del Sindicato de Médicos de Río de Janeiro, Roberto Tenorio, conoce más que nadie la historia, que resucitó con la designación de Fayad como subjefe de salud del Ejército.
Mientras hojea lloroso las páginas de un álbum del año 1968, de su promoción como médico, Tenorio muestra la foto sepia de uno de sus colegas, el también recién recibido Fayad. Tenorio fue torturado con la supervisión de su compañero de promoción.
Recordó, en entrevista con IPS, el encuentro que tuvo con él en el cuartel de la Policía del Ejército de Río de Janeiro, uno de los más célebres centros de tortura entre 1969 y 1974, conocido como Barao de Mesquita, por la calle en que está ubicado.
Tenorio, detenido bajo acusación de atender a heridos prófugos del régimen militar, sufrió en ese cuartel la rotura de un tímpano a causa de los tormentos a que estaba sometido, y solicitó la presencia de un médico.
"Alli apareció para tratarme el doctor Fayad. En un primer momento sentí una sensación de alivio, porque de una forma u otra habíamos sido colegas durante seis años en la facultad. Pero él no se dirigió a mi en ningún momento, y además, le dijo al torturador que podía continuar con el interrogatorio", relató.
Grupos de derechos humanos comenzaron a recopilar pruebas de la represión ilegal de la dictadura al restaurarse en 1985 el sistema democrático avasallado en 1964. El nombre de Fayad apareció en varios testimonios, pero éste fue ascendido a general de brigada en 1994.
"Fayad hacía el mismo trabajo sucio y perverso que otro médico conocido por nosotros, Amílcar Lobo. Acompañaba a los presos políticos antes, durante y después de la tortura, para controlar su resistencia a la tortura ", explicó Cecilia Coimbra, presidenta del Grupo Tortura Nunca Más, de Río de Janeiro.
Por denuncias de organizaciones humanitarias como el Grupo Nunca Más, el Consejo Regional de Medicina de Río de Janeiro dio de baja en 1994 a Fayad de sus registros profesionales, prohibiéndole ejercer la medicina en el estado.
El Consejo Federal de Medicina confirmó un año después la decisión del Consejo de Río de Janeiro, y la inhabilitación de Fayad se exendió a todo el país. Pero el médico militar apeló el fallo ante la justicia, y el proceso aún continúa.
El Ministerio del Ejército lo defendió por su "destacada hoja de servicios prestados a la institución como profesional de salud y como militar", ante las críticas contra su designación como subjefe de salud de esa fuerza.
"Es un absurdo, porque el Ejército es una institución de la misma manera que el Consejo Federal de Medicina lo es y tiene que ver con toda la práctica de la medicina en Brasil", reaccionó Coimbra.
El Ejército "pasa por encima" del Consejo Federal de Medicina, que representa a un sector profesional importante, al ignorar la cancelación de la licencia de Fayad. Eso es grave, pues de ese modo, los militares se arrogan "un poder superior" a otras instituciones, advirtió Coimbra.
James Cavallaro, director de Human Rights Watch en Brasil, calificó el nombramiento de Fayad de "decisión equivocada" e "incoherente con la política de derechos humanos pregonada por el gobierno" de Fernando Henrique Cardoso.
"Difícilmente en Brasil habrá juicio y castigo a los responsables por los numerosos casos de violaciones de derechos durante la dictadura militar". Pero los responsables de esos hechos no deben ser destinados a "cargos públicos importantes", dijo Cavallaro.
Las organizaciones de defensa de derechos humanos esperan que el presidente Cardoso, él mismo exiliado político de la dictadura, anule el nombramiento.
El gobierno implementa un Programa Nacional de Derechos Humanos, que garantizó indemnizaciones a centenares de familias de desaparecidos políticos durante el régimen militar.
Pero en el caso de Fayad, Cardoso ha preferido mantenerse al margen, al menos, según afirmó un portavoz oficial, hasta que la justicia determine si fue justa la inhabilitación profesional dictada.
"El presidente debe entender que no se trata de una cuestión formal que dependa de un juicio, sino de las declaraciones de innumerables ciudadanos que fueron torturados por ese hombre. No debe esperar una decisión de la justicia, sino de su conciencia", opinó Tenorio.
Mientras, el periodista y ex guerrillero Jarbas Marques destacó que Fayad es "un archivo ambulante", que puede aclarar las circunstancias de la muerte de presos políticos que fueron torturados por el equipo de represores del que éste formaba parte.
El caso Fayad tiene un antecedente. En junio de 1995, el coronel Armando Avolio Filho perdió su cargo como agregado militar en la embajada de Brasil en Gran Bretaña al ser identificado como torturador en el mismo centro de Barao de Mesquita. (FIN/IPS/ff/ff/hd/98