La convención para la conservación de la tortuga marina en América sería una realidad si México pasara de las palabras a los hechos en materia de protección de esa especie en extinción, advirtieron grupos ecologistas.
La organización internacional Greenpeace exhortó este mes a la Secretaría (ministerio) de Medio Ambiente y al Congreso de México a ratificar la Convención Interamericana para la Protección y Conservación de las Tortugas Marinas.
Para que la convención entre en vigor debe ser firmada al menos por ocho países antes de que finalice 1998, dijo a IPS Juan Carlos Cantú, coordinador de la campaña de biodiversidad de Greenpeace. Hasta el momento la han suscrito Brasil, Nicaragua, Costa Rica, Estados Unidos, Perú y Venezuela.
"Honduras está interesado, al igual que Chile, Ecuador, Guatemala y Belice, pero existe desconcierto porque México, después de haber promovido la Convención, no se anima a firmarla", sostuvo Cantú.
El gobierno mexicano replicó que está realizando las gestiones correspondientes para que el país suscriba la Convención y el Congreso preste la ratificación posterior.
"En este momento se encuentra en consulta interna dentro del gobierno y solo falta la aprobación de una secretaría para enviar la iniciativa al Congreso antes del inicio de las sesiones el 15 de abril», indicó a IPS el presidente del Instituto Nacional de la Pesca, Pablo Arenas.
"El gobierno cree que los convenios multilaterales y los mecanismos regionales son lo más apropiado para proteger a las tortugas y otras especies amenazadas como los delfines y el atún, y está en total desacuerdo con medidas unilaterales, como el embargo atunero que afectó por años a nuestro país", agregó.
Por su parte, el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) consideró "extraño" que México aún no haya firmado y ratificado la Convención.
"Es completamente acorde con la legislación nacional y los estudios para la conservación de las tortugas marinas", dijo a IPS la coordinadora de Políticas de Biodiversidad, María Elena Sánchez.
"La firma de la Convención ayudaría a multiplicar esfuerzos para la protección de esta especie altamente migratoria, cuyo ciclo de vida se cumple en diferentes países, lo que trasciende los esquemas locales de desarrollo sustentable", agregó.
En 1994 y 1995 México convocó a expertos de la región para alentar la protección a la tortuga marina. En los dos últimos años ratificó su apoyo a las resoluciones del foro de la Organización Latinoamericana de Desarrollo de la Pesca para emprender acciones multilaterales.
La Convención reconoce que las especies de tortugas marinas están en peligro de extinción en América y enfrentan amenazas causadas directa o indirectamente por actividades humanas.
El documento establece la necesidad de tomar medidas de manejo en las zonas costeras para proteger a las tortugas y sus hábitats, y coordinar acciones entre los gobiernos de la región para su protección, debido a que se trata de una especie altamente migratoria.
Si México ratifica la Convención, otros países también tomarían medidas para garantizar la vida de las tortugas, como Chile y Perú, donde la pesca de tortugas laúd en las faenas de captura del pez espada llega a 2.000 ejemplares al año.
"Esta actividad está considerada la mayor fuente de mortalidad para la tortugas laúd en el Pacífico oriental y ha anulado por completo los esfuerzos de conservación que realizan países como México", indicó Cantú.
Está demostrado que las medidas de conservación coordinadas con otros países permiten garantizar una mayor eficiencia en la protección de las tortugas, añadió.
Greenpeace destacó esfuerzos de conservación como los de Cuba, donde la disminución de la pesca permitó el aumentó la población de tortugas carey. En contraste expuso las amenazas a la que está sometida la tortuga lora por la pesca camaronera intensiva que se realiza en el golfo de México.
En México, como en otros países con costas en el océano Pacífico y el Atlántico, las poblaciones humanas establecidas en torno a las principales áreas de anidación de las tortugas utilizan la especie como parte importante de su economía familiar.
A las playas mexicanas arriban siete de las ocho especies de tortugas marinas conocidas en el mundo. La playa de Escobilla, el suroriental estado de Oaxaca, está considerada entre las tres más importantes del mundo para la anidación de la tortura delfina.
Debido la escasez de la piel de cocodrillo, desde mediados de los años 50 la actividad económica en torno a las tortugas marinas cobró gran auge en México. El mayor volumen de captura se registró en 1986, con una producción de 15.000 toneladas, lo que provocó una severa reducción de las poblaciones.
En 1996, México estableció la primera regulación, la veda del huevo de tortuga. A partir de 1973, las capaturas fueron reservadas a cooperativas pesqueras, hasta que en 1990 se decretó la veda total y permanente para todas las especies de tortugas marinas. (FIN/IPS/mb/mj/en/96