La pobreza es visible en India, pero el país está sembrado de magníficos templos donde los dioses tienen un estilo de vida celestial gracias a una costumbre que privilegia la entrega de recursos con fines religiosos.
Con orígenes que se pierden en el tiempo, la tradición sigue muy vigente en este país donde sólo dos por ciento de la población paga sus impuestos, aunque es más dadivosa cuando se trata de elevar un templo.
Claro que los santuarios de hoy no son tan esplendorosos como los de épocas ya pasadas.
"Los hindúes siempre prefirieron dedicar sus recursos a la caridad religiosa antes que a la caridad social", dijo el sociólogo Yogendra Singh, al tratar de explicar la convivencia pacífica entre barriadas miserables y lujosos templos.
La entrega de dinero para la construcción de templos está firmemente arraigada en la tradición de India. Los monumentos arqueológicos que asombran a los turistas constituyen moradas para criaturas celestiales y no tienen nada que ver con edificaciones mundanas para simples humanos.
En un contexto moderno, la construcción de los templos también da la oportunidad de expiar las culpas cuando se amasaron fortunas de manera ilegal, apuntó Singh, quien es un estudioso de este fenómeno.
Pero hay diferencias importantes entre los hermosos templos de piedra que se construyeron en el pasado y los proyectos modernos, moles de concreto revestidas con algo de mármol barato y dotadas de algunos elementos de la vida moderna, como ascensores o efectos audiovisuales.
"En el pasado los rajá o los señores feudales reafirmaban su autoridad y su identidad dinástica a través de las construcciones religiosas, y por esa razón los templos tenían que cumplir tanto una misión estética como una ritual", comentó Singh.
El especialista advirtió que en la actualidad es diferente, pues los templos se erigen como celebración del éxito económico, "por gente que parece ansiosa por anunciar su prosperidad".
Un ejemplo de este tipo de templo es el de "Mata-Kamandir", ubicado en un suburbio de Nueva Delhi llamado Friends Colony, cuyos habitantes han logrado enriquecerse a través de la actividad exportadora.
"Nuestras ofrendas son una modesta devolución, después de todo lo que la diosa nos ha dado", explicó la esposa de un rico exportador, contribuyente de la estructura de 92 metros de altura que desafía cualquier clasificación arquitectónica, y a la cual nunca cesan de agregarle nuevos elementos para que se vea más bella.
Debido a que los exportadores amasaron fortunas como intermediarios, no existe el riesgo de falta de recursos para colocar una fuente de agua aquí, o una estatua de mármol un poco más allá.
Otra fuente de recursos para la construcción de estos edificios es la diáspora india, que parece ansiosa por mantener vivas sus raíces y suele participar sin problemas en colectas organizadas en lugares como el Golfo Pérsico, Singapur, Birmingham en Inglaterra o Nueva York.
Ya se iniciaron los preparativos para inaugurar el 30 de abril un templo de 30 millones de dólares donado por la Sociedad para la Conciencia de Krishna (ISKCON) de Estados Unidos. El santuario contiene una cascada artificial y usa proyectores para ilustrar la vida de la divinidad.
El templo es tan moderno que parece una venganza. De hecho, ISKCON contrató al líder del modernismo en la arquitectura india, Achyut Kanvinde.
Desde la distancia, el templo de ISKCON se parece a otros que existen en el norte de la India, pero al acercarse son visibles sus tres pagodas de 83 metros de alto, construidas con placas de concreto perforado para que al encenderse la luz interior parezcan gigantescas linternas.
"No hubiera podido lograr ese efecto si me mantenía aferrado a la tradición de la piedra", dijo Kanvinde al responder las críticas de puristas que protestan ante la mínima desviación de las normas establecidas para la construcción de templos.
Kanvinde dijo que "un sitio de adoración no debe reflejar solamente la expresión física de una ideología, también debe ajustarse a las necesidades y la manera de pensar de la época en que es construido".
Desgraciadamente, la mayor parte de los templos que florecen en las esquinas y en áreas residenciales están equipados con altoparlantes que emiten todo el día canciones devocionales e invocaciones, y que reflejan solamente lo ruidoso de nuestros tiempos.
Los habitantes de las junglas de concreto que constituyen los barrios de clase media de Nueva Delhi no dudan en entregar sus colaboraciones para elevar un templo en el garaje del vecino, pero son más reacios a colaborar cuando se trata de construir un parque para sus hijos.
El renovado fervor que refleja la construcción de templos obedece en gran medida a la "espiritualidad instantánea", exitosamente promovida como un sustituto para la ideología política por el exitoso partido fundamentalista hindú Bharatiya Janata (BJP).
El BJP, que llegó al poder en India a mediados de este mes, debe gran parte de su popularidad a la forma en que agitó las pasiones en torno a un proyecto para derribar una mezquita medieval en el estado norteño de Uttar Pradesh, con el fin de edificar un templo hindú dedicado al dios guerrero Rama.
La mezquita terminó demolida por fanáticos hindúes hace seis años, pero el BJP tuvo que postergar sus planes de construir el templo de Rama, presionado por aliados que le permitieron llegar al poder a pesar de no tener mayoría. (FIN/IPS/rdr/an/lc-ml/cr/98