El turismo se convirtió en una de las principales fuentes de ingresos de Argentina, primer destino en América del Sur de visitantes extranjeros, quienes llegan a Buenos Aires para internarse luego en un territorio de múltiples paisajes, climas y culturas
El arribo de turistas aumentó sin pausa entre 1990 y 1997, según la Secretaría de Turismo. Los visitantes fueron más de cinco millones en el último año, la mayoría procedentes de países limítrofes, aunque crece el ingreso al país de europeos y estadounidenses.
Las divisas obtenidas por concepto de turismo superaron en 1997 los 5.000 millones de dólares. Argentina figura en cuarto lugar entre los países americanos receptores de turismo internacional, después de Estados Unidos, México y Canadá.
Esa demanda de servicios turísticos se tradujo en nuevas inversiones: entre 1991 y 1997 se invirtieron 1.200 millones de dólares en hoteles, informó la Asociación Argentina de Agencias de Viajes.
La puerta de entrada suele ser Buenos Aires. Entre extranjeros y viajeros del resto del país, la capital recibe cada año cerca de nueve millones de visitantes, que recorren sus museos, restaurantes, clubes de tango y barrios emblemáticos, como los más antiguos: la Boca, junto al puerto, San Telmo, Recoleta y Palermo.
Pero los atractivos de la capital -que incluyen la visita necrológica por las tumbas de Eva Perón y Carlos Gardel- son sólo parte del programa de los viajeros que, por su orden, llegan de vacaciones, por negocios, o a reunirse con familiares.
El turismo genera desde hace varios años más ingresos que las exportaciones de cereales o de carne vacuna. No obstante, buena parte del crecimiento turístico sigue apoyado en el campo y no sólo por el afán degustador del visitante, sino por un nuevo fenómeno: el turismo de "estancias" (establecimientos rurales).
Numerosos productores agropecuarios decidieron en los últimos años cambiar de rubro y ahora aprovechan el casco -casa principal- de su propiedad para albergar a turistas que disfrutan del paisaje del campo, cabalgatas, la caza o la pesca, contemplan las actividades rurales y saborean asados a la parrilla y otras comidas típicas preparadas por los peones.
En muchos casos, los propietarios de las "estancias" no abandonan su actividad tradicional, sino que incorporan el turismo como oferta paralela para los que quieran husmear en ese mundo de cosechas y animales y olvidarse por unos días del agitado ritmo urbano.
Debido al incremento de este tipo de turismo, el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria desarrolló un proyecto de financiamiento para 500 productores que deseen ingresar en el negocio del turismo rural o agro-turismo. El programa incluye también la capacitación.
Así mismo, entre los lugares más visitados del país figuran las cataratas del río Iguazú, en la nororiental provincia de Misiones, limítrofe con Brasil. El espetáculo de ese torrente de agua es fuente de admiración de un millón y medio de turistas al año.
La ciudad de San Carlos de Bariloche, en el sur montañoso, es otro destino, requerido por el turismo de invierno, proclive a los deportes de nieve, la caza y la pesca deportivas, aunque cada vez más los paisajes lacustres del sudoeste atraen también visitantes que se alojan en hoteles, casas de familia y campamentos.
Usuhaia, la ciudad más austral del país -capital de la isla de Tierra del Fuego-, es otro punto de alto interés, al igual que el glaciar Perito Moreno, que deja ver y oir un constante desprendimiento de hielo, y la península de Valdés, sobre el Atlántico sur, reserva de ballenas, pingüinos y lobos marinos.
La península, que recibió 15.000 turistas en 1992, durante el periodo de observación de ballenas y lobos marinos, albergó a 40.000 visitantes en el mismo momento de 1997. En todo el año, las reservas naturales reciben unos 100.000 turistas, que dejan 54 millones de dólares.
Más cerca de Buenos Aires, a unos 400 kilmetros al sur, los visitantes encuentran la mayor ciudad balnearia de Argentina, Mar del Plata, otro de los platos fuertes del turismo.
En el oeste, los visitantes encuentran las montañas y bodegas de Mendoza -la provincia productora de vinos-, y en las norteñas Salta y Jujuy, el paisaje y la cultura andinas se asemejan más a Bolivia y Perú que a la propia Argentina a la que pertencen.
Un nuevo destino turístico surgió en los últimos años en la ciudad de Capilla del Monte, de la central provincia de Córdoba. El atractivo allí es el cerro Uritorco, al que los cultores de la Nueva Era le atribuyen un poder energético fuera de lo común.
No faltan incluso quienes cuentan historias de extraterrestres. La energía del Uritorco, semejante a la de las pirámides de Egipto y de las ruinas de Machu Pichu, en Perú, "permite a los extraterrestres entrar y salir de la Tierra sin problemas", según los ufólogos.
La categorización de ese cerro como una de las "ventanas mágicas" del mundo, punto de contacto con otras civilizaciones, señala a Capilla del Monte como un centro potencial de alto turismo.
"La gente llega aquí como si esto fuera una estación intergaláctica, y pregunta a qué hora puede ver a los marcianos o si pueden venir con niños", comenta, molesto, un poblador de Capilla del Monte que aún no se acostumbra a la frecuente presencia de forasteros, que cambiaron la economía de ese pueblo de 900 terrícolas.
En los meses de la temporada alta de 1996-97 llegaron a Capilla del Monte unos 8.000 turistas, y en la última temporada, que aún no terminó, ya visitaron el Uritorco más de 10.000 personas. (FIN/IPS/mv/ff/if en/98