La violencia que sufre América Latina le resta competitividad y dificulta su desarrollo, porque tiene un alto costo económico, además de ser una cuestión social y moral.
La violencia provoca pérdidas en vidas productivas, "limita la capacidad de trabajo, especialmente de las mujeres, eleva los gastos en prevención y tiene un impacto desalentador sobre las inversiones privadas", dijo a IPS el presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Enrique Iglesias.
El resultado es la reducción del crecimiento económico, por desviar ingresos y recursos de la producción y representar un factor negativo, por ejemplo, para la atracción de inversiones extranjeras, añadió.
El BID acaba de cuantificar la violencia, "la mayor barrera al desarrollo económico" latinoamericano. Cuesta a la región 14,2 por ciento de su producto interno bruto (PIB), lo que equivale a 168.000 millones de dólares.
En Colombia, ese costo alcanza 24,7 por ciento del PIB, cerca del doble que en México o Venezuela. Brasil pierde una proporción menor, 10,5 por ciento, pero la mayor suma en términos absolutos, 84.000 millones de dólares, la mitad del total regional.
Este enfoque económico constituye un aporte importante para la movilización contra la violencia, aplaudió el secretario Nacional de Derechos Humanos de Brasil, José Gregori, quien observó que ayuda por ejemplo a evitar que la defensa de los derechos humanos sea en muchos casos "remar contra la corriente".
"El mundo nunca vivió tanta violencia como ahora y no hay terapia conocida cuando el problema alcanza niveles de epidemia", como es el caso de Colombia, Brasil y algunos países centroamericanos, destacó Gregori.
Un índice aceptado como válido para medir la violencia es la cantidad de homicidios en relación a la población. A partir de 15 a 20 asesinatos cada 100.000 habitantes se considera epidemia, señaló Gregori.
Brasil ya supera la marca de 20 asesinatos cada 100.000, mientras Colombia presenta un índice cuatro veces más alto y El Salvador siete, contribuyendo a que el promedio latinoamericano esté ya entrando en el nivel epidémico.
A partir de ese punto ya no operan las "terapias de cohesión social, como la justicia, la ética, la familia, la religión o la policía", hay que buscar nuevas medicinas. Una "vacuna contra la violencia es una utopía", aseveró Gregori.
Los estudios sobre la violencia actual recién comienza y la ciencia aún no tiene respuestas para el fenómeno, reconoció el funcionario brasileño, lamentando que algunas ramas académicas, como la psiquiatría, no le conceden la prioridad debida.
El problema preocupa más a políticos, sociólogos y, más recientemente, al mundo financiero. El Banco Mundial concluyó, tras una serie de investigaciones, que América Latina podría incrementar en 25 por ciento su ingreso por habitante, si la violencia bajara al nivel de regiones como Europa o Asia.
Una vez comprobado que "la violencia es muy cara", se justifica que se destinan sumas proporcionales a la búsqueda de soluciones, la prevención y la financiación de estudios, razonó Gregori.
El BID abrió una línea de crédito para apoyar los gobiernos latinoamericanos a combatir la violencia. "Estamos aprendiendo con los proyectos" y con experiencias europeas y norteamericanas, reveló Iglesias.
Un programa de acción en esa area deberá ser definido en mayo, en una reunión que se celebrará en América Central.
Los proyectos sociales ya absorben 43 por ciento de la financiación del BID, que viene ampliando sus créditos a esa área, en contraste con el pasado, cuando se concentraba en obras de infraestructura, y la meta es llegar a 50 por ciento, señaló Iglesias.
Los obstáculos al desarrollo y la gobernabilidad democrática en América Latina fueron tema de una reunión celebrada en Brasilia los días 23 y 24, del Círculo de Montevideo, grupo de reflexión creado a iniciativa del presidente de Uruguay, Julio Sanguinetti.
El grupo de 17 personalidades, que incluyó a dirigentes políticos, el presidente del BID e intelectuales, destacó la necesidad de aumentar el volumen y la eficacia de las inversiones sociales, para remover la trabas al desarrollo en la región. (FIN/IPS/mo/ag/dv-ip/98