AMERICA: La falta de vía rápida, de crisis a oportunidad

El hecho de que el gobierno de Estados Unidos llegue al lanzamiento de las negociaciones para un Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA) sin la facultad de la vía rápida comienza a apreciarse como una oportunidad para América Latina después de haberse analizado con gran desaliento.

Esta semana, la capital de Costa Rica será el escenario de una ronda de reuniones que culminarán el jueves con una declaración ministerial, donde se fijarán las reglas jurídicas y operativas de las negociaciones que los jefes de Estado del continente lanzarán formalmente el 19 de abril en Santiago de Chile.

Cuando el presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, fracasó en noviembre en sus malabarismos para obtener la facultad de negociar el ALCA sin que sus compromisos puedan ser modificados después por el Congreso, organismos latinoamericanos y expertos en comercio llegaron hasta a dar por muerta la iniciativa.

Sin embargo, observadores y participantes en el proceso de tres años para el lanzamiento de las negociaciones que establecerían en el 2015 una zona sin barreras arancelarias desde la Patagonia hasta Alaska perciben ahora a la mermada capacidad de Washington como una ventaja para la región.

Uno de ellos es el venezolano Miguel Rodríguez Mendoza, director de la Unidad de Comercio de la Organización de Estados Americanos (OEA), en cuyo marco nació en diciembre de 1994 la iniciativa del ALCA y será abierta su negociación durante la II Cumbre Hemisférica.

De paso por Caracas en ruta a San José, para participar en la conclusión de la fase preparatoria del ALCA, Rodríguez aseguró a IPS que "el resultado ha sido radicalmente distinto a las tesis pesimistas iniciales" respecto de la vía rápida.

La nueva situación hizo que los latinoamericanos y caribeños pasaran a asumir el proceso del ALCA "como algo que responde a sus intereses", en lugar de algo a lo que eran "arrastrados desde Washington", comentó Rodríguez.

"Había varios que estaban en el proceso sin querer estar, como algo inevitable en lo que no podían quedar afuera", precisó el ex ministro venezolano de Comercio (1991-1994).

Eso cambió, adujo, porque se percibe mejor que será "un proceso largo", que, de cumplirse los plazos determinados en la primera cumbre continental, en Miami, durará siete años, pero en el cual, sobre todo, "ningun país puede imponer su ritmo propio".

"Hoy se puede decir sin temor a equivocarse algo que no era claro meses atrás: este es un proceso hemisférico, una iniciativa hemisférica, donde todos participan y ante la cual todos sienten que deben prepararse porque es inevitable", comentó Rodríguez.

"Definitivamente, ahora el ALCA no es Estados Unidos", añadió el experto, uno de los coordinadores de la fase iniciada en Miami en 1994 y que se cerrará en Santiago.

Añadió que sin Estados Unidos no habría ALCA, "habría otra cosa distinta".

Pero la realidad para todos, incluido Washington, es que el ALCA "lo quieren al sur y al norte de Estados Unidos" y eso en parte se hizo patente con el fracaso de la administración Clinton con la vía rápida, dijo Rodríguez.

El gran papel estratégico desde el norte del continente a lo largo de la fase preparatoria lo ha jugado en realidad Canadá, resaltó el funcionario. "Desde la primera hora, Canadá fue quien entendió, asumió y motorizó el ALCA", argumentó.

Desde el punto de vista operativo, el gobierno estadounidense no requiere la facultad de la vía rápida para comenzar la negociación, sino para culminarla. Tampoco cuando se inició la Ronda Uruguay de negociaciones comerciales globales, en 1986, el entonces gobierno de Ronald Reagan contaba con ese instrumento.

Pero entre la llamada "era Reagan" y ahora hay una gran diferencia, porque entonces existía un consenso claro en Washington sobre cual debía ser la política comercial del país.

En la actualidad, en cambio, se vive una enorme división entre el gobierno y el Congreso, dentro del mismo Poder Legislativo, los partidos y los estamentos sociales decisivos. "Detrás de la vía rápida el gran debate interno es el papel de Estados Unidos en la economía global", aseguró el funcionario de la OEA.

Otro elemento en que ha evolucionado la percepción de la región en el camino entre Miami y San José y Santiago, y en especial en los últimos meses, es que Estados Unidos "no se tragará" al resto de los mercados mediante el ALCA.

"Es un enorme desafío. Va a obligar a la región a mejorar sus niveles de competitividad y prepararse para poder competir en unos cuantos años en igualdad de condiciones con uno de los países más competitivos del mundo, pero que definitivamente no nos comerá", argumentó Rodríguez.

Tal como ha sido proyectado, el ALCA no abarcará solo los bienes, sino que también regulará los servicios, la propiedad intelectual, las inversiones y las políticas de competencia. Los últimos dos rubros van más alla de las atribuciones de la Organización de Libre Comercio.

El programa que sancionarán los gobernantes en abril determina que la apertura se completará 10 años después de la conclusión de las negociaciones, previsto en el 2005. Pero ya ese mismo año entrarán en vigor medidas normativas de gran alcance.

Rodríguez admitió que habrá áreas donde la competencia será imposible. Pero aseguró que la fase preparatoria demostró que "hay muchos nichos de competitividad" y que de hecho hay países y rubros que ya ganaron, en las peores condiciones posibles, la batalla de la penetración en el gran mercado del Norte.

El director de la OEA afirmó que en ese sentido la etapa que culmina ha sido una de las experiencias "más enriquecedoras para la región" y que permiten a cada país saber con precisión cual es su situación ante cada área de negociación y trazar una estrategia.

Rodríguez recordó que la fase preparatoria se articuló en 12 grupos de trabajo que se reunían al menos tres veces al año, mientras los viceministros lo hacían dos y los ministros una, y movilizó a unos 600 expertos de los 34 países que participan en la OEA y en la que el único ausente del continente es Cuba.

Si ese proceso no se hubiera dado en la manera intensa, ordenada, sistemática y participativa en que fue transcurriendo, el fracaso de la vía rápida hubiera podido desmoronar el proyecto. "Pero entonces el ALCA era ya ya una inversión en que todos habían apostado mucho", comentó.

Rodríguez sentenció que tal como ha quedado proyectado, la negociación del ALCA va a ser para América Latina y el Caribe "el contrato con la globalización" y va a permitir que para la región esa globalización sea "ordenada y no salvaje". (FIN/IPS/eg/mj/if/98

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