El debate con motivo de la conmemoración de los 50 años de la Organización de Estados Americanos (OEA) se centró en la cuestión de la democracia en el hemisferio ante la economía de mercado, en la era de la globalización y el reinado del capitalismo.
La "gran paradoja" en América Latina, según Virginia Vargas, presidenta en Lima del Centro de la Mujer Peruana Flora Tristán, es la floreciente democracia política junto a un sistema social y económico "frágil e injusto".
No sólo se trata de las restricciones impuestas por la globalización y la liberalización económica que amenazan el progreso hecho en la región entre los últimos 10 a 15 años para consolidar la democracia, según la mayoría de los oradores durante las celebraciones del jueves y viernes en esta capital.
El ex presidente de Chile Patricio Aylwin insistió en que estos son "buenos tiempos para la democracia en el hemisferio". No obstante, citó varios obstáculos institucionales, culturales y estructurales que aún amenazan la consolidación de la democracia.
Entre los desafíos más importantes, dijo Aylwin, se encuentra "el alarmante aumento de las desigualdades y la derrota de la solidaridad" en las sociedades del continente.
"La pobreza y la discriminación socavan la sustentabilidad moral de la democracia", declaró, y planteó la interrogante, "¿hasta qué medida es el ambiente económico prevaleciente compatible con la democracia?".
La historia moderna, dijo el profesor de la Universidad de Yale Robert Dahl, estableció una "relación muy estrecha" entre la economía capitalista y el desarrollo de las instituciones democráticas. "Ningún país con un orden económico centralizado y planificado ha sido o es democrático", insistió.
Pero, "el capitalismo de libre mercado automáticamente genera desigualdades en la disitribución de los recursos políticos" como poder económico y acceso a los medios de comunicación.
En la era de la globalización, cuando los gobiernos son forzados a liberalizar sus economías para competir por el capital extranjero, esas desigualdades pueden crecer aún más rápido.
Las desigualdades son mucho más amenazadoras de la democracia en América Latina debido a la gran pobreza que afecta a casi la mitad de la región de 400 millones de habitantes, según varios oradores en la conferencia.
"Un orden de libertades políticas no puede sustentarse en los cimientos frágiles de la pobreza", dijo Carlos Fuentes, el gran novelista y cometarista político mexicano.
A pesar de recientes años de crecimiento relativamente rápido, los niveles de pobreza "son más altos ahora que antes de la crisis de la deuda" de comienzos de la década de 1980, dijo a la audiencia José Antonio Ocampo, secretario ejecutivo de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CELA).
La incidencia de la pobreza fue reducida en baja proporción desde la reanudación del crecimiento económico a comienzos de la década de 1990.
Pero la evidencia es que las medidas de la liberalización tomadas para integrar a la región a la economía mundial podrían estar contribuyendo a empeorar la distribución del ingreso, dijo Ocampo.
Otros oradores advirtieron que la democracia no puede sostenerse si los pobres tienen poca esperanza de mejorar su condición de vida.
"No podemos hablar de derechos humanos como si fuera una situación aislada", dijo el premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel, de Argentina. "También hay derechos al desarrollo, la salud, la educación y el trabajo".
"Democracia no es exclusión, es participación", dijo el ex secretario de la OEA Joao Baena Soares, de Brasil, y agregó que los países deben hacer más para estimular la participación de sus ciudadanos quienes, de cierta manera, estuvieron mejor representados en la esfera internacional. (FIN/IPS/tra-en/jl/mk/lp/dv if/98