AMERICA: Acto de fe chileno-mexicano en el ALCA

La ampliación del tratado de libre comercio de Chile y México, que ambos países firmarán en la Cumbre de las Américas en abril, constituye, a pesar de ser un acto bilateral, un acto de fe en la integración de todo el continente a través del ALCA.

Los presidentes de México, Ernesto Zedillo, y de Chile, Eduardo Frei, dijeron que el protocolo de ampliación, suscrito el lunes en Santiago, es una "señal muy fuerte y potente" sobre la necesidad de avanzar hacia el ALCA (Area de Libre Comercio de las Américas).

En la II Cumbre de las Américas, convocada para el 18 y 19 de abril en Chile, los gobernantes de 34 países del continente, con excepción de Cuba, deben acordar el lanzamiento formal de las negociaciones para crear el ALCA hacia el 2010.

Este lanzamiento será más bien un gesto político, ya que no habrá compromisos comerciales concretos de parte de Estados Unidos, cuyo presidente, Bill Clinton, propuso el ALCA en la primera cumbre, celebrada en Miami en diciembre de 1994.

Clinton llegará a la cita de Santiago sin contar con la autoridad de la "vía rápida" (fast track) que concede el Congreso estadounidense, que le permitiría negociar acuerdos comerciales que el Legislativo podrá aprobar o rechazar pero no modificar.

Aunque las cancillerías continentales sostienen que la vía rápida no es clave para el fracaso o el éxito de la cumbre, Chile introdujo la educación como eje de las deliberaciones de los 34 gobernantes.

De esta forma, se procurará aminorar el impacto de las posibles decepciones por el retraso de la integración comercial y lograr que la reunión deje frutos específicos en el desarrollo de la educación, considerada estratégica para el futuro de América.

México y Chile negociaron su primer tratado comercial en 1991, que entró en vigencia en 1992 y que en 1996 cumplió su hito fumdamental al liberarse el intercambio, con arancel cero para la lista fundamental de productos.

Gracias a este acuerdo, el comercio entre los dos países, que en 1992 ascendía a solo 270 millones de dólares, creció en forma acelerada, para llegar a 1.452 millones de dólares en 1997.

Pero desde la primera cumbre en Miami, cuando Canadá, Estados Unidos y México invitaron a Chile a adherirse al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC), se estimó en Santiago que los acuerdos bilaterales pasaban a un segundo plano.

Las expectativas trazadas eran las de un Chile plenamente incorporado al TLC, en cuyo contexto el tratado comercial particular con México sería absorbido para dar paso a una integración que incluyera también a Canadá y Estados Unidos.

Las esperanzas chilenas a ese respecto decayeron durante 1995, a medida de que se evidenciaban las dificultades de Clinton para conseguir la autoridad de la vía rápida y el gobierno de Frei debió revisar una estrategia que descansaba fuertemente en el TLC.

Así, en 1996 Chile firmó su tratado de asociación con el Mercado Común del Sur (Mercosur) y optó por negociar también un tratado bilateral con Canadá, el tercer miembro del TLC, que entró en vigencia en enero.

El nuevo tratado que se firmará con México en abril incorpora avances en materia de inversiones y comercio de servicios, liberación del transporte aéreo, acceso a redes públicas de telecomunicaciones y mayor transparencia en el acceso a los mercados.

Los negociadores de Frei y Zedillo no lograron un acuerdo sobre servicios financieros, pero avanzaron en la definición de un acuerdo para eliminar la doble tributación de empresas, considerado fundamental para estimular las inversiones.

Chile tiene sólo otros dos acuerdos similares en el continente, con Argentina, donde están las mayores inversiones de empresarios locales en el exterior, y con Canadá, en vigencia también desde enero de este año.

La visita del presidente de México a Chile deja entonces como saldo progresos sustantivos para la integración de los dos países en un cuadro continental en que el objetivo del libre comercio hemisférico a través del ALCA es aún un sueño lejano.

Para los analistas, las declaraciones de Frei y Zedillo a favor del ALCA constituyeron un gesto político y un acto de fe en beneficio de la próxima cumbre, de la cual se espera al menos la oficialización del compromiso pendiente desde Miami.

Pero los dos mandatarios dejaron planteada también una implícita advertencia de que la integración puede seguir avanzando por vías bilaterales más allá de las complejas relaciones de Clinton con el Congreso estadounidense. (FIN/IPS/ggr/mj/if/98

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