Tailandia despliega la alfombra roja a los extranjeros, hambrienta de divisas y ansiosa por complacer al Fondo Monetario Internacional (FMI), pero tropieza con los obstáculos de un suelo de tradición nacionalista.
En los últimos meses, el gobierno asumió cambios de política que incluyen la apertura de mercados internos a productos nacionales y la autorización de mayores paquetes accionarios extranjeros en los bancos tailandeses.
Aunque algunas medidas ya fueron tomadas, entre ellos permitir mayor proporción de acciones en bancos locales, otras enfrentan una fuerte oposición nacionalista de intelectuales, políticos y la opinión pública.
Una de las propuestas más polémicas, permitir a los extranjeros ser propietarios de tierra en Tailandia, ha sido atacada como una amenaza a la soberanía nacional, mientras los críticos plantean visiones de millones de extranjeros comprando el país entero pedazo por pedazo.
La propiedad extranjera de la tierra no fue planteada explícitamente en el programa del FMI, pero la idea del gobierno fue alabada por el Fondo y figura entre las reformas hacia la liberalización preferidas de los inversores extranjeros.
La medida, junto a condiciones del FMI que buscan abrir la economía tailandesa, es presentada como una invasión neocolonialista incluso por entusiastas del libre mercado.
"Ya perdimos soberanía económica ante el FMI al aceptar su paquete de rescate de emergencia, y ahora permitir a extranjeros que compren tierra equivaldrá a poner el país entero a la venta", dijo Thanat Khoman, ex canciller tailandés y fundador de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN).
Sucesivos gobiernos tailandeses han tenido políticas partidarias del libre mercado y la inversión extranjera durante décadas, pero también mantuvieron con mucho celo el control sobre recursos clave como la tierra y sectores como la banca y la generación de energía.
Con la crisis financiera, muchos de los tabúes asociados con la apertura de estos sectores a los extranjeros parecen haber sido violados.
Pero muchos tailandeses, quienes con orgullo dicen ser el único país asiático nunca colonizado por potencias extranjeras, están más que disgustados con los cambios recientes en la política gubernamental.
Después de la flotación del baht en julio, que vio la caída del valor de la moneda tailandesa frente al dólar, Tailandia fue forzada a aceptar 16.000 millones de dólares de un paquete de rescate del FMI.
A cambio de los fondos de emergencia, el FMI prescribió recetas para reducir el crecimiento económico, administrando la inflación y los déficit fiscales.
Pero muchas otras se inmiscuyen en las políticas económicas normalmente decididas por los gobiernos por sí mismos. Estas incluyen la privatización de empresas estatales, la liberalización de los negocios y la apertura de mercados internos a empresas extranjeras.
Las primeras condiciones sobre las metas macroeconómicas fueron criticadas como la medicina tradicional del FMI mal aplicada en Tailandia, pero las condiciones relacionadas a dar a los extranjeros mayor acceso al mercado son atacadas como "conspiración" para destruir los mercados e impulsar intereses occidentales.
La intensa respuesta de Estados Unidos y Europa a la crisis del este de Asia "revela un motivo no declarado. Las instituciones financieras europeas y estadounidenses arrasarán Asia una vez que la crisis haya finalizado", escribió Thanong Khanthong, comentarista de economía en el diario en inglés The Nation, con sede en Bangkok.
La drástica devaluación de las monedas asiáticas y la tendencia deflacionaria en la región hace entre 80 y 100 por ciento más barata la compra de activos asiáticos, en particular bancos y compañías financieras que controlan las venas de la economía, destacó el comentarista.
La apertura del sector financiero es un pilar de las prescripciones del FMI en Tailandia y también por primera vez en Corea el Sur, cuyo gobierno permitió la semana pasada a los extranjeros el ingreso a mercados monetarios de corto plazo de sociedades anónimas.
Pero en Tailandia, la decisión del gobierno para permitir a extranjeros tener paquetes accionarios mayoritarios en instituciones financieras, en gran parte controladas por lo que se considera familias de negocios altamente protegidas, no encontró tanta oposición como el plan para permitir la propiedad extranjera de la tierra.
Según los economistas, esto atraería capitales muy necesarios al sector de las propiedades, cuyo estancamiento en los últimos años fue visto como la principal razón del colapso de la economía.
Miles de millones de deudas en bahts acumuladas por agentes del negocio de las propiedades erosionaron la viabilidad de muchas compañías financieras y bancos.
El gobierno del primer minsitro Chuan Leekpai estudia ahora tres proyectos de ley sobre la propiedad extranjera. Pero si los debates son una señal, indican que se avecinan tiempos difíciles.
Los proyectos de ley sobre propiedad de la tierra permitiría a extranjeros comprar tierra si tienen cierta cantidad de inversión directa, y fueron hace poco retirados para nuevas enmiendas, en medio de objeciones de políticos, críticos sociales y grupos de arquitectos e ingenieros.
Bajo la propuesta actual, los extranjeros que quieren comprar un rai (equivalente a 6,5 hectáreas), necesitan invertir 2 millones de dólares en Tailandia.
También podrán presentar licitaciones y arrendar tierras por hasta 99 años y tener la propiedad total de condominios construidos. Ahora, los extranjeros no pueden licitar y sólo pueden poseer hasta 40 por ciento del espacio de condominios.
La oposición está molesta por la ansiedad del gobierno por levantar políticas de largo plazo como una prohibición a la propiedad extranjera de la tierra, en especial porque no fue una medida buscada por el FMI.
En un intento por atraer a los inversores extranjeros, los críticos dicen que Tailandia se está arrastrando cuando sólo se le pide que se incline.
El problema es que, "aunque se tiene un gobierno democráticamente electo, nadie sabe en realidad cuáles son exactamente las condiciones que Tailandia ha sido forzada a aceptar por el FMI", dijo Nidhi Eeosowong, crítico social e hisotriador de la Universidad Chiang Mai, en el norte del país.
Un analista de la Universidad de Chulalongkorn en Bangkok aifrma que mientras en realidad la venta de la tierra a extranjeros no es una amenaza tan seria a la soberanía económica como la venta de firmas financieras, "para el público general la tierra tiene un alto valor simbólico".
Pero sería una tragedia, agregó, que tal "nacionalismo superficial" permitiera la venta de los sectores estratégicamente más importantes de la economía. (FIN/IPS/tra-en/ss/js/lp/if/98