El debate sobre la futura política de Estados Unidos en el Golfo comenzó en Washington, mientras un influyente senador republicano descalificaba al secretario general de la ONU, Kofi Annan, por la negociación que éste condujo ante Iraq.
Trent Lott, líder del bloque mayoritario del Senado, criticó el miíercoles pacto que Annan logró en Bagdad para que la ONU (Organización de las Naciones Unidas) continúe la inspección de las armas de destrucción masiva de Iraq.
"No puedo comprender por qué la administración (estadounidense) otorga su confianza a alguien (como Annan) que entabla una 'relación humana' con un asesino en masa" (el presidente iraquí Saddam Hussein), dijo Lott.
El acuerdo, que evitó el ataque aéreo de Estados Unidos y Gran Bretaña a Iraq y aún debe ser refrendado por el Consejo de Seguridad de la ONU, "no enfrenta adecuadamente la amenaza que representa Saddam Hussein", agregó.
Annan visitará Washington la semana próxima para solicitar al Congreso que autorice el pago de más de 1.000 millones de dólares que Estados Unidos adeuda a la ONU.
El Departamento de Estado (cancillería) replicó que el compromiso obtenido por Annan en Iraq representa una oportunidad que Estados Unidos no puede perder.
La secretaria de Estado Madeleine Albright insistió en que Washington está listo para adoptar medidas militares en forma unilateral si Saddam Hussein no cumple con el pacto firmado.
"Estoy informada de que algunos congresistas dijeron que debemos rechazar este acuerdo, pero creo que la política más prudente es ponerlo a prueba", declaró Albright ante los legisladores.
También aseguró que Washington ha pedido aclaraciones a Annan sobre puntos esenciales de la negociación, pero puntualizó que "no es momento de criticar a la ONU".
Esta discusión, la primera desde que el domingo Annan logró el visto bueno de Saddam Hussein a su iniciativa, surgió mientras los medios de comunicación y la Cámara de Representantes reanudaban el debate sobre qué hacer ahora respecto del presidente iraquí.
Las opiniones están divididas, como antes de la misión del secretario general de la ONU en Bagdad, entre quienes proponen un esfuerzo a largo plazo para expulsar al líder iraquí y los partidarios de la política de "contención".
Paul Wolfowitz, funcionario del Pentágono (Ministerio de Defensa) durante el gobierno de Ronald Reagan, propuso ante el Comité de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes armar un grupo de oposición en Iraq que tendría en el momento de entrar en acción el respaldo de la fuerza aérea estadounidense.
"Parece claro que Estados Unidos tendrá que aceptar el acuerdo" obtenido por Annan, pero el mismo no "cambia en lo fundamental la amenaza que Saddam Hussein representa para su pueblo, sus vecinos y el mundo", declaró Wolfowitz.
Agregó que Washington tiene que prepararse para otra crisis. Con ese objetivo, debe promover una acusación a Saddam Hussein como criminal de guerra y el reconocimiento, financiación y entrega de armas a un gobierno provisional en Iraq.
"Estados Unidos aún no entregó ni un rifle a la oposición, a pesar de su discurso contra Saddam Hussein", señaló Wolfowitz.
También dijo que respaldo de Washington a los guerrilleros mujaidines de Afganistán que lucharon contra las tropas invasoras soviéticas puede servir de modelo en esta ocasión.
David Kay, ex jefe de inspectores de armas nucleares en Iraq, convino con Wolfowitz en que el objetivo de la política estadounidense debe ser desalojar a Saddam Hussein del poder.
Kay censuró el acuerdo firmado por Annan porque, a su entender, debilita la autoridad de la Comisión Especial de las Naciones Unidas encargada de la inspección de armas en territorio iraquí.
Así mismo, manifestó estupor ante la afirmación de Annan de que es posible negociar con Saddam Hussein. "No se puede negociar con este hombre, no se puede confiar en él", aseguró.
Richard Haass, consejero de Seguridad Nacional en el gobierno de George Bush y durante la guerra del Golfo, recomendó poner a prueba lo antes posible el pacto negociado por Annan, con apoyo en las tropas reunidas por Estados Unidos en el Golfo.
"Todo nuevo obstáculo a la tarea de los inspectores internacionales debe ser respondido con una enérgica acción militar. Las advertencias ya no son necesarias ni justificadas", afirmó.
Haass, director de política exterior en Brookings Institution, el centro de investigación más influyente de Washington, propuso una estrategia diplomática global que "refuerce la coalición internacional que ayudó a mantener a raya a Saddam Hussein en los últimos siete años".
Sobre todo, Estados Unidos debe recuperar el respaldo árabe, que se debilitó en gran medida en la última crisis, añadió.
Para hacerlo, Washington debe dejar en claro que está a favor del aumento de las exportaciones de petróleo iraquí para adquirir alimentos y fármacos y "promover en forma más activa el proceso de paz" de Medio Oriente.
"La determinación de Washington de presionar a Saddam Hussein contrasta con su pasividad ante la renuencia israelí para cumplir los acuerdos de Oslo y suspender acciones unilaterales que dificultan el proceso de paz" con los palestinos, advirtió Haass ante el Congreso. (FIN/IPS/tra-en/jl/aq-ff/ip/98