El índice de aceptación popular a la gestión del presidente de Perú Alberto Fujimori subió siete puntos en las dos últimas semanas en razón del impacto de sus actividades personales en las zonas de los desastres originados por el fenómeno del Niño.
Según una encuesta del instituto independiente Apoyo, 70 por ciento de la población está favorablemente impresionada por la imagen del presidente inspeccionado desde helicópteros o tractores las áreas arrasadas por las inundaciones y aluviones,o simplemente caminando con los pies hundidos en el barro.
Sólo 28 por ciento de los entrevistados parece concordar con las acusaciones vertidas por la prensa opositora y los líderes de los partidos tradicionales, que condenan el presunto protagonismo electoralista de Fujimori y destacan la insuficiencia de la ayuda, o denuncian la imprevisión frente a la catástrofe.
"Fujimori está encaramado en la ola de los desastres naturales, ambiciona ser reelegido y aprovecha la coyuntura para tratar de recuperar el potencial electoral que tenía hasta junio de 1996, cuando las encuestas le asignaban 64 por ciento de la intención de voto", comenta el sociólogo Flavio López.
Sin embargo, si esas fueran las aspiraciones del mandatario, la aprobación popular a sus difundidos esfuerzos en las zonas de desastres no se reflejan aun en la intención de voto del electorado.
En Lima, los sondeos le asignan 33 por ciento, debajo del alcalde metropolitano Alberto Andrade, con 52 por ciento.
Ni Fujimori ni Andrade han admitido específicamente su intención de postular en los comicios del 2000, pero los comentaristas coinciden en que ambos se mueven en esa dirección.
No obstante, el mandatario deberá resolver antes un grave obstáculo: la actual Constitución prohibe más de una reelección consecutiva.
Entre tanto, ninguno de los partidos parece en condiciones de recuperarse, por lo menos antes de las elecciones, del desastre que significó para ellos la debacle de 1990, cuando Fujimori se impuso al escritor Mario Vargas Llosa, que estaba al frente de una coalición dse fuerzas tradicionales.
En la encuesta de Apoyo, el tercer lugar de preferencia de voto (12 por ciento) lo ocupa el ex secretario general de Naciones Unidas Javier Pérez de Cuéllar, líder de un movimiento independiente, seguido por otro "antipartido", Luis Castañeda, con ocho por ciento de la votación potencial.
El político vinculado a un partido que tiene mayor votación potencial es el ex presidente Alan García, del socialdemócrata APRA, con un magro tres por ciento.
El analista Manuel Torrado, del instituto Datum, advirtió en enero que Fujimori estaba remontando su imagen en base a su presencia diaria en las áreas afectadas por la catástrofe natural, pero anticipó que el potencial electoral así cosechado "podría ser volátil y revertir con efecto inverso al buscado".
Mirko Lauer, columnista del matutino izquierdista La República, vaticina el próximo desgaste del respaldo ganado por Fujimori, "cuando la población conozca mejor la magnitud de los daños, que agravan las condiciones de pobreza y desocupación creados por su linea económica".
Desde Bogotá, donde se encuentra desde que, en 1992, escapó del contigente militar que irumpió en su casa la noche en que Fujimori disolvió ilegalmente el Parlamento, el ex presidente García descalifica a su sucesor "por su inicuo aprovechamiento de un desastre natural".
En una reciente entrevista publicada en La República, el ex presidente reveló lo que probablemente será la línea de acción opositora de su partido en los próximos meses.
García sostiene que Fujimori debe aplicar severos impuestos de reconstrucción sobre las ganancias excesivas de las empresas favorecidas por su política económica liberal, especialmente las transnacionales.
Mencionó como ejemplo a la trasnacional española que compró la privatizada Compañía Peruana de Teléfonos, "que el año pasado ganó 400 millones de dolares que podrían servir para reconstruir el departamento de Ica, haciendo 40.000 casas de material noble".
"Los desastres naturales siempre tienen consecuencias políticas", afirma García, quién en 1983 convirtió en presidenciable su figura política mediante una campaña de denuncias de la falta de acción y la corrupción en torno de las inundaciones provocadas por el fenómeno del Niño de ese año.
"Si Fujimori quiere ganar votos aprovechando las calamidades del Niño, tenemos que replicar haciendo comprender al pueblo que en estos años ha soportado dos 'Niños': el desastre atmosférico y el Niño económico de la política neoliberal fujimorista", concluyó. (FIN/IPS/al/dg/ip/98