El Consejo Supremo Electoral (CSE) de Nicaragua informó que la presencia de 3.000 soldados en las regiones autónomas de la Costa Atlántica se debe al temor de que se registren brotes de violencia en las elecciones de este domingo.
Los militares "están ahí para sofocar cualquier tipo de situación irregular", explicó la presidenta del CSE, Rosa Marina Zelaya. "El mensaje es claro. Se trata de mostrar los músculos y decirle al ciudadano que puede acudir a las urnas sin temor alguno para ejercer su derecho al voto", añadió.
Zelaya informó que entre los uniformados figuran 210 integrantes de la brigada antimotines y de las unidades especiales antiterroristas, así como 2.000 policías nacionales y voluntarios y miembros del ejército nacional.
Alrededor de 176.000 personas habilitadas podrán ejercer su voto este domingo en 680 mesas electorales para elegir a los gobiernos autónomos de las comunidades del Atlántico Norte y el Atlántico Sur, compuestos de 90 representantes, para un período de cuatro años.
"Esperamos que la votación transcurra normalmente, pero nos hemos preparado para lo peor", dijo Zelaya a los corresponsales extranjeros.
En los últimos meses se denunciaron dos asesinatos, al parecer por motivos políticos, así como destrucción de vehículos y de propaganda, en medio de una creciente violencia verbal.
Las denuncias proceden del gobernante Partido Liberal Constitucionalista y su principal contendiente, el opositor Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN).
"Estamos investigando estas denuncias", dijo Zelaya.
La campaña electoral concluyó el miércoles, y, de acuerdo con el CSE, todo está listo para los comicios. "Hemos cumplido escrupulosamente con el calendario electoral, pero pretendemos que no se registren hechos violentos ni durante ni después de las elecciones", insistió Zelaya.
El ejército ha detectado la presencia de grupos armados en varias circunscripciones electorales que hasta el año pasado eran escenarios de guerra, según informes de inteligencia militar.
Zelaya también se manifestó preocupada por la participación popular, debido a la apatía de un sector de la población costeña, compuesta en su mayoría de mestizos, miskitos y sumos.
Los críticos consideran que las anteriores dos elecciones regionales no han resuelto sus problemas graves de desempleo, insalubridad y autonomía.
De acuerdo con una encuesta regional realizada en diciembre por el Instituto de Estudios Nicaragüenses y auspiciada por la Agencia Sueca para el Desarrollo Internacional, hay fuertes cuestionamientos sobre la utilidad de las elecciones locales en la población.
Al respecto, 46 por ciento de los encuestados consideraron que los gobiernos regionales "no les sirven en nada" tal como están, en especial en materia de generación de empleo.
Además, 81,5 por ciento afirmaron que los gobiernos autónomos están afectados por la corrupción, y 46,2 por ciento de los encuestados creen que nada se hace para enfrentarla y eliminarla.
Por otra parte, 61,6 por ciento opinan que la brecha entre ricos y pobres en la costa atlántica se agudiza, y 58,3 por ciento identificaron el desempleo como el problema prioritario, seguido de la falta de servicios básicos como agua y luz.
El analfabetismo en la Costa Atlántica es de 18 por ciento, siete puntos porcentuales encima del que sufre la población del Pacífico, 49,7 por ciento de los habitantes no tienen empleo permanente y 92,5 por ciento de los hogares viven en la pobreza.
Cinco de cada diez costeños no tienen acceso a servicios básicos como agua, luz, alcantarillado o teléfono.
"Nos preocupa la actitud de algunos ciudadanos costeños que se resisten a participar y se preguntan qué beneficios les traerá el voto, cuando lo que quieren es trabajo, educación, y salud", dijo Zelaya.
En los comicios generales de 1984 votó 64,2 por ciento de los electores del Atlántico Norte, y en 1990 ese porcentaje subió a 66,2 por ciento. En 1996 mejoró al 69,4 por ciento.
En el Atlántico Sur, mientras tanto, la abstención ha sido mayor que en el Norte. En 1984 votó, 59,7 por ciento del electorado. En 1990, 73,1 por ciento; y la asistencia descendió a 52,5 por ciento en 1996.
Esta tendencia abstencionista se registra en toda América Latina. Zelaya informó que en los últimos comicios en Costa Rica se registró un 30 por ciento de abstención, y un 12 por ciento de votos nulos.
"Eso quiere decir que 42 por ciento no participó, y eso que se trata de Costa Rica, la autodenominada Suiza de Centroamérica", afirmó Zelaya.
En estas elecciones compiten 23 organizaciones políticas y locales, 11 en el Norte y 12 en el Sur, pero los favoritos son el Partido Liberal Constitucionalista y el FSLN.
Para su realización, el Estado aportó más de cuatro millones de dólares, de los cuales 400.000 financiaron las campañas electorales de los partidos. La comunidad internacional aportó 1,5 millones de dólares. Los mayores donantes fueron Noruega y Suecia. (FIN/IPS/rf/mj/ip/98