El tráfico de migrantes aumentó en los últimos tiempos como actividad organizada, para dar lugar a un "negocio globalizado" de gran rentabilidad, denunció la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).
En un informe distribuido durante la sesión del Grupo de Trabajo de la Organización de las Naciones Unidas sobre los derechos humanos de los migrantes, relizada entre el 16 y 20 de este mes, la OIM destacó que las mujeres sufren los mayores abusos en el tráfico de migrantes.
Los traficantes trasladan cada año en todo el mundo a unos cuatro millones de migrantes ilegales, obteniendo ingresos que ascienden a 7.000 millones de dólares, según estimaciones citadas por la OIM
El transporte clandestino implica a veces un riesgo extremo para los migrantes, que viajan hacinados en barcos o camiones, sin agua ni alimentos suficientes.
La OIM recordó, a manera de ejemplo, la tragedia ocurrida en julio de 1995 cuando 18 integrantes de la minoría tamil de Sri Lanka murieron asfixiadas dentro de un contenedor cerrado, que los traficantes habían abandonado en las llanuras de Hungría.
El fenómeno se incrementó a partir de los movimientos de población al término de la guerra fría, debido a la desaparición o transformación de las fronteras del este de Europa, el estallido de conflictos internos en varios países y al aumento de la brecha entre naciones ricas y pobres.
Por otra parte, diversos países han impuesto políticas de inmigración más restrictivas y controles de entrada más severos, lo que ha ocasionado una reducción de la migración legal en la mayor parte del mundo.
La OIM puntualizó que esas políticas limitativas chocan con la fuerte demanda en esos mismos países de determinadas categorías de mano de obra extranjera, lo que incrementa el movimiento irregular de población.
Esa demanda creó un mercado de servicios para los inmigrantes ilegales, como el suministro de documentos de viaje falsos, transporte, cruce guiado de fronteras, alojamiento e intermediación laboral.
Los traficantes explotan el deseo de centenares de miles de personas de todo el mundo de dejar atrás la pobreza, el desempleo, la persecución y los conflictos, y de buscar mejores oportunidades en el extranjero, explicó la OIM.
Entre las corrientes más activas de este tráfico, definido como un "comercio con la miseria humana", figura el flujo de kurdos iraquíes e iraníes hacia Europa a través de Turquía y Grecia.
Así mismo, una multitud de nordafricanos se dirigen cada año a España atravesando el Mediterráneo, y miles de somalíes solicitantes de asilo son enviados por traficantes a Escandinavia en buques de carga.
Migrantes procedentes de Asia meridional arriesgan sus ahorros y su vida para llegar a Europa occidental o a Estados Unidos en aeronaves o buques, y a menudo tienen que atravesar fronteras a pie.
El trabajo de la OIM citó también los casos de emigrantes chinos que se trasladan a Moscú para luego ir a Europa occidental o a Estados Unidos, pasando por América Central, y de mexicanos que intentan ingresar en territorio estadounidense con ayuda de traficantes.
Respecto del tráfico de mujeres, que se practica en todo el mundo, sobresale la corriente de filipinas y tailandesas enviadas por traficantes a Japón para trabajar en la "industria del espectáculo".
Niñas nepalesas son secuestradas y vendidas para trabajar en casas de prostitución de India y mujeres de Europa central y oriental son enviadas por traficantes a Holanda y a Bélgica, según consignó la OIM.
Por otra parte, desde Nigeria miles de mujeres son llevadas engañadas a Italia y obligadas a ejercer la prostitución, y lo mismo ocurre con las dominicanas que son enviadas a Europa.
El tráfico de mujeres, según observó el documento, forma parte de la explotación de mujeres que ha existido a lo largo de toda la historia y en distintos tipos de sociedades, una cuestión relacionada tanto con la diferencia de género como con la violación de los derechos básicos.
La OIM advirtió que mujeres pobres o que cuentan con pocas oportunidades en su país de origen son atraídas por falsas promesas de empleo bien remunerado en el extranjero, donde trabajarían como bailarinas, azafatas, camareras o empleadas domésticas, ante lo cual pagan para conseguirlo.
En otros casos, esas mujeres son vendidas por sus familias o simplemente secuestradas. Una vez fuera del país, los "agentes" les quitan los documentos y a menudo las venden a propietarios de casas de prostitución.
La OIM se reclama que se tome conciencia de la gravedad del tráfico de migrantes, tanto en el plano nacional como en el internacional.
La organización mundial recordó el principio de que las personas afectadas por el tráfico son víctimas y no deben sufrir el castigo adicional de las autoridades.
La OIM precisó que existe "tráfico" -transporte ilícito de migrantes o comercio con ellos- cuando se cruza una frontera internacional o cuando el intermediario desempeña un papel en el traslado de esas personas.
Para que se catalogado el delito de "tráfico" se requiere también que la captación y el transporte de los migrantes, su tratamiento durante el viaje o después de su llegada al lugar, se realicen por medios ilícitos o abusivos.
Otro elemento para que esta actividad se constituya en delito es que el traficante consiga beneficios económicos u otras ventajas personales de su actividad. (FIN/IPS/pc/dm/hd/98