El ministro de Hacienda de Brasil, Pedro Malán, aseguró por enésima vez esta semana, en Buenos Aires, que su país no modificará la política cambiaria, mientras tomaba conocimiento de un paquete de medidas tributarias argentinas que afectarán la industria brasileña.
Acostumbrados en el pasado a tener manos libres para adoptar decisiones económicas sin preocuparse de los efectos en los vecinos, los gobiernos del Mercosur no parecen aún completamente adaptados a un matrimonio en el que las decisiones individuales tienen consecuencias colectivas.
Las medidas anunciadas en Argentina el jueves provocaron preocupación entre los exportadores brasileños, en especial del sector industrial, quienes temen que una desaceleración del crecimiento económico argentino interrumpa la expansión de sus ventas.
El año pasado las exportaciones brasileñas a Argentina crecieron 30,9 por ciento, pasando de 5.170 millones de dólares en 1996 a 6.767 millones. El crecimiento casi triplicó el 11 por ciento de aumento para todos los destinos.
Aunque Brasil dependa menos de Agentina que Argentina de Brasil en términos globales, el mercado vecino tiene un papel esencial para las exportaciones brasileñas por la calidad, destacó Celso Pinto, columnista económico de Folha de Sao Paulo y Jornal do Brasil.
Es que el mercado argentino, tal como el del resto de América Latina, es vital para el desempeño de las exportaciones industriales brasileñas, que se estancaron o se redujeron en otras regiones.
Brasil exportó el año pasado 29.200 millones de dólares en productos manufacturados, 55 por ciento del total. El aumento global fue de 10,5 por ciento sobre 1996, pero para el Mercosur se vendió 25 por ciento más.
Este resultado consolida a Argentina como segundo mayor mercado importador de bienes brasileños, superado por Estados Unidos, pero con la ventaja de absorber cada vez más productos de mayor valor agregado.
Los cambios tributarios argentinos, que serán discutidos con parlamentarios y gobiernos provinciales antes de su envío al Congreso a fines de marzo, representan un golpe principalmente para la industria de bienes de capital en Brasil.
Es que el paquete incluye una reducción de 17 a seis por ciento del arancel a equipos destinados a la producción. La medida abarata las importaciones desde fuera del Mercosur, reduciendo las ventaja brasileña que disfruta de exención por el libre comercio dentro del bloque.
Eso "intensificará la competencia por el mercado argentino", con probables pérdidas para la industria brasileña, se lamentó Hiroyuki Sato, director de la Asociación Brasileña de la Industria de Máquinas, informó el diario Folha de Sao Paulo.
De los 3.900 millones de dólares exportados por el sector el año pasado, casi un tercio correspondió a Argentina.
La reducción arancelaria responde a reclamos de empresarios argentinos de "igualdad" con sus pares brasileños, que ya disfrutan de exención o arancel limitado a cinco por ciento en la importación de muchas máquinas y equipos, reconoció Sato.
El problema es el volumen incomparablemente superior de las exportaciones brasileñas.
La reducción del impuesto al valor agregado a los productos de la canasta básica de 21 a 10,5 por ciento también preocupa a los exportadores porque abarata la producción interna, destacó Jose Augusto de Castro, director de la Asociación de Comercio Exterior de Brasil.
Las medidas argentinas responden a compromisos firmados con el Fondo Monetario Internacional. Con un déficit comercial que ya supera el límite acordado de 5.000 millones de dólares en doce meses, Argentina probablemente tratará de frenar su economía, para reducir importaciones.
Los brasileños se quejan, pero en los últimos años fueron los mayores responsables de conflictos comerciales en el Mercosur, con sucesivas medidas unilaterales para contener un comercio exterior negativo, como restricciones a importaciones financiadas y cuotas para automóviles.
La más reciente, adoptada el 20 de febrero, impuso un plazo máximo de 30 días para el pago de la importación de productos lácteos, cuyo arancel, además, fue elevado de 27 a 33 por ciento.
Pero la espada de Damocles que mantiene elevada la ansiedad argentina es el tipo de cambio brasileño. Una devaluación del real es el arma mas temida en Buenos Aires, por su efecto destructivo en la economía nacional.
Es el comercio con Brasil lo que permite a Argentina no sumergirse definitivamente en el déficit. En 1997 le proporcionó un superávit de 1.352 millones de dólares, y en el año anterior, 1.614 millones, según el gobierno brasileño.
Brasil devalúa su moneda cerca de siete por ciento al año, por su sistema de bandas cambiarias. Una devaluación mayor, amenaza permanente ante las turbulencias financieras mundiales, sería un desastre para Argentina.
El tipo de cambio sigue siendo un área peligrosa, de soberanía nacional. La moneda única del Mercosur, propuesta por Argentina, pondría fin a ese riesgo. (FIN/IPS/mo/mj/if/98