El consumo excesivo de alcohol causa en Uruguay una muerte al día como promedio, pero el gobierno no parece otorgar la atención necesaria a ese problema, e incluso admite la publicidad de un aguardiente producido por el mismo Estado.
El alcoholismo en los países del Mercosur, en especial entre los jóvenes, no tiene respuesta adecuada de las autoridades, que concentran su esfuerzo en el combate contra otras drogas, satanizadas socialmente pero con menos víctimas que el licor.
En Uruguay, la estatal Ancap afirma en una fuerte campaña publicitaria que nadie puede considerarse cien por ciento uruguayo si no bebe Espinillar, un destilado de caña de azúcar que esa empresa produce en exclusividad.
Ancap, que también elabora y vende whisky, ron, cognac y grappa (aguardiente de orujo de uva), alienta a beber Espinillar apelando a la identidad nacional con el siguente argumento: "¿Acaso usted conoce a algún mexicano que no tome tequila, un chileno que no tome pisco o un ruso que no beba vodka?".
La especialista María Rosa Cruells aseguró en la revista de la Sociedad de Medicina del Trabajo del Uruguay que en este país muere una persona cada día por cirrosis debida al consumo excesivo de alcohol.
El trabajo de Cruells también advierte que la ingestión de alcohol es causa de 90 por ciento de los accidentes laborales y de 95 por ciento de los ocurridos en el tránsito con participación de jóvenes.
El gobierno uruguayo ordenó a la policía aumentar el control de alcoholemia en los conductores, al saberse por estadísticas de 1996 que 6,42 de los accidentes de tránsito se debieron ese año al consumo excesivo de licor.
La decisión gubernamental fue resistida por el sindicato del transporte, por temor a que algunos de sus afiliados pudieran perder su empleo.
Féliz Umpiérrez, de la Unión de Obreros y Trabajadores del Transporte, consideró que el control dispuesto era excesivo en un país donde acompañar el almuerzo con un vaso de vino es un hecho cultural.
En 1996, una encuesta del gobierno reveló que un elevado número de conductores del transporte colectivo de pasajeros trabajaban luego de haber ingerido alcohol.
En Uruguay se consumen al año casi 64 litros de bebidas alcohólicas por habitante. Fuentes del Ministerio del Interior dijeron a IPS que el problema se acentuó entre los jóvenes en los últimos años, especialmente en materia de consumo de vino y cerveza.
Una situación similar presenta Argentina, que desde 1995 ha acentuado su preocupación por el problema. El servicio de alcoholismo y toxicomanía del Hospital Arturo Ameghino, de Buenos Aires, constató esa tendencia y la disminución de la edad de los consumidores.
Según fuentes de ese hospital, 20 años atrás los jóvenes comenzaban a beber a los 15 o 16 años, mientras que en la actualidad lo hacen a los 12 o 13 años.
Bolivia enfrenta problemas similares a sus vecinos. Los jóvenes bolivianos practican en los últimos tiempos las llamadas "amanecidas", un entretenimiento que consiste en beber durante toda la noche, especialmente cerveza y vino.
La cultura de consumo de alcohol es muy fuerte en Bolivia, y en varias comunidades campesinas, los rituales de carnaval y de otras festividades implican el consumo sostenido durante varios días.
La cuenta publicitaria de la estatal Cervecería Boliviana Nacional es una de las principales en los medios de comunicación y no hay ley que limite o regule los anuncios de bebidas alchólicas.
En los últimos tiempos se ha restringido el horario de expendio de bebidas en centros nocturnos, con el propósito de reducir el número de accidentes de tránsito.
Esa restricción promovió un debate público. Quienes se oponen a la medida critican la "hipocresía" de las normas, afirmando que a cambio nada se hace para limitar la publicidad que alienta el consumo de alcohol.
En Brasil, la situación presenta aspectos llamativos. Después de la implementación del plan real de estabilización, en julio de 1994, se produjo un fuerte incremento del consumo de bebidas alcohólicas, especialmente las de mayor precio, como el whisky.
Todo parece indicar que con dinero fuerte los brasileños se pasaron a las bebidas más caras, incluído el champagne, cuya venta creció 30 por ciento en 1995.
Pese a este aumento, las bebidas de mayor consumo popular continúan siendo en Brasil la cerveza y la "cachaça", un destilado de caña de azúcar, en general de bajo precio y que se presenta bajo más de 25.000 marcas, muchas de las cuales ingresan de contrando a Uruguay.
La producción anual de ese aguardiente de caña será en 1998 de 1.500 millones de litros, de los cuales sólo se exportarán 10 millones, un volumen que el gobierno brasileño desea aumentar.
El ministro de Industria, Francisco Dornelles, dijo que la fabricación de "cachaça" debe ser tenida en cuenta en la economía del país, ya que genera mucho empleo y se produce en 500 municipios, 10 por ciento del total de los que tiene el país.
El alcohol es en Brasil la droga que mayores pérdidas económicas al Estado, ya que es la principal causa de ausentismo laboral y de accidentes de tránsito.
Un estudio privado indicó que 61 por ciento de los conductores involucrados en accidentes habían consumido alcohol en exceso. Por tal razón, el nuevo Código de Tránsito de Brasil, en vigencia desde el 23 de enero, considera la ebriedad como un agravante que puede multiplicar por cinco las multas. (FIN/IPS/rr/dm/he/98