Malasia se enorgullece de sus raíces multiétnicas, pero el escándalo causado por la conversión de una mujer musulmana al cristianismo demostró que la sociedad permanece muy sensible en materia religiosa.
Nor Aishah Bojari, de 25 años, desató una tormenta en enero al comunicar a la Alta Corte su renuncia al Islam y desaparecer con su novio chino católico, Joseph Lee, luego de ser mantenida cautiva por su propia familia para que no se casara con él.
Aunque en la plural sociedad de Malasia no son infrecuentes los casamientos mixtos entre los tres principales grupos étnicos (malayos, chinos e indios), sí lo es la renuncia de Nor Aishah al Islam.
Generalmente es el no musulmán el que se convierte al Islam y no a la inversa, porque en general está aceptado que los no musulmanes no pueden ganar prosélitos islámicos.
Poco después de conocerse el caso de Nor Aishah, el opositor Partido Islámico pegó 100.000 afiches en todo el país urgiendo a los musulmanes a encontrarla y hacerla volver al Islam.
El episodio puso en evidencia algunos de los obstáculos que Malasia debe superar si desea cumplir su objetivo de crear una auténtica "carrera malasia" para el año 2020.
Aunque la Constitución garantiza la libertad de culto, la sociedad no tolera la conversión del Islam, que es la religión oficial y la adoptada por la mayoría de los malasios.
"Jurídicamente, ella tiene derecho a convertirse, pero socialmente será marginada", dijo el escritor Ariffin Omar, quien investigó y escribió sobre grupos desviados del islamismo.
"Este tipo de actitudes es el que impide la plena integración del país", agregó.
Los malayos constituyen aproximadamente la mitad de los 21 millones de habitantes, mientras los malasios de origen chino representan 25 por ciento de la población y los grupos indígenas 10 por ciento. El resto está constituido por indios y otras comunidades.
Nor Aisha no es la primera persona no musulmana en convertirse y casarse con un no musulmán. Otros casos similares ocurrieron en el pasado y las parejas también fueron perseguidas, recordó Ariffin.
En su queja de 20 páginas presentada a la Alta Corte el 16 de enero, Nor Aisha acusó a su familia de secuestrarla durante 40 días con la ayuda de la policía para impedir que se casara con Lee.
Nor Aisha escapó el 30 de diciembre de la casa de su familia, en el estado de Johore, y ahora está oculta con Lee pese al pedido de sus parientes de que regrese y vuelva a adoptar el Islam, según explicó en la queja presentada por su abogado.
Los estrechos vínculos entre religión y etnia a menudo causan complicaciones en matrimonios mixtos, señaló Ariffin. "El problema es que la opción religiosa en Malasia está íntimamente ligada a la identidad étnica", explicó.
Uno de los elementos que definen oficialmente a un malayo es la práctica de la fe islámica. Esto significa que aquellos que se convierten a otras religiones pierden de hecho su identidad de malayos ante la sociedad.
"Ellos deben estar preparados para hacer frente a la desaprobación social", observó Ariffin.
Algunos grupos musulmanes reclamaron leyes que impidan casos de apostasía como el de Nor Aishah, e incluso sugirieron que quienes renuncien al Islam sean detenidos en base a la Ley de Seguridad Interna, que permite detenciones sin juicio.
Algunos llegaron a promover la pena de muerte para quienes cometan apostasía. Las leyes de Malasia, sin embargo, no son claras en este aspecto.
"En el mejor de los casos, la ausencia de leyes claras será causa de fricción entre comunidades musulmanas y no musulmanas", advirtió el columnista Ahmad Faiz Abdul Rahman, del Instituto de Entendimiento Islámico, en un periódico nacional.
Sin embargo, las barreras sociales podrían ser más eficaces que las leyes, ya que padres conservadores, tanto musulmanes como no musulmanes, suelen impedir que sus hijos se casen con personas de religión diferente. (FIN/IPS/tra-en/an/js/ml/cr-hd/98