El presidente de Kenia, Daniel Arap Moi, impuso el toque de queda en la capital de la provincia de Rift Valley en Kenia para poner fin a la violencia étnica que pone en peligro la llegada de 750.000 turistas al año.
El toque de queda, entre las 21.00 y las 6.00 horas, impuesto el jueves, busca detener el conflicto que opone a grupos kikuyu y kalenjin en Nakuru, la capital provincial, y sus alrededores, donde desde el 10 de enero murieron 100 personas.
Moi acusó a "empresarios y autoridades locales de una comunidad particular" de promover el conflicto étnico. Hablando en la televisión local, el presidente advirtió que cualquier persona encontrada en las calles en las horas del toque de queda será detenida por la policía.
Nakuru, ubicada a unos 156 kilómetros al noroeste de Nairobi, es escenario de la violencia junto a las localidades de Njoro y Laikipia.
Ambas localidades están ubicadas cerca del famoso parque de caza Maasai Mara y del lago Bogoria, popular por sus lagunas y flamencos. La mayoría de los 750.000 turistas que visitan Kenia cada año se albergan en hoteles en Nakuru, o pasan por la ciudad.
El miércoles un grupo de 41 parlamentarios del gobernante Unión Nacional Africana de Kenia (KANU) de Rift Valley acusaron a la oposición de Kenia, en particular al Partido Demócrata (DP), liderado por Mwai Kibaki, de planificar las matanzas en la provincia con el fin de desestabilizar al gobierno.
El DP desmintió la acusación, y declaró que "los representantes de Rift Valley sólo buscan chivos expiatorios para empeorar la crisis".
La mayoría de las personas asesinadas pertenecían al grupo étnico kikuyu, que mayoritariamente votó por el DP. Las comunidades kalenjin son aliadas del presidente Moi.
La medida fue blanco de críticas de empresarios del turismo, quienes se quejaron de que afectará a propietarios, hoteleros y transportistas. Uno de ellos dijo que la medida "equivale a un golpe de Estado contra la comunidad empresarial".
Nicholas Mberia, del gobierno provincial en Rift Valley, negó este viernes, entrevistado por el diario independiente East African Standard, que el toque de queda y los controles de seguridad anunciados el jueves tendrán efectos sobre el comercio y las empresas.
Algunos sugieren que la decisión de Moi de hacer algo sobre las matanzas tiene que ver con la llegada de un equipo del Fondo Monetario Internacional (FMI) el 8 de febrero.
Fuentes de los donantes indicaron que el temor a la violencia pondría en peligro las negociaciones con el FMI por un paquete de ayuda de 205 millones de dólares, si no se hace nada para detenerla. (FIN/IPS/tra-en/mn/lp/ip pr if/98