IRAQ: Renovada amistad de iraníes y saudíes desconcierta a EEUU

El cambio en el equilibrio de poder de Medio Oriente que menos agrada a Estados Unidos es la amistad de su principal aliado árabe, Arabia Saudita, e Irán, uno de sus grandes rivales en la región.

Aun más irritante para Estados Unidos es que la flamante asociación entre las dos potencias regionales se fortaleció esta semana para respaldar a Iraq, una tercera fuerza también enemiga de la potencia mundial.

Riyad y Teherán expresaron su firme oposición a la amenaza de uso de la fuerza planteada por Washington para obligar a Bagdad a aceptar inspecciones sin límites de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) a presuntos depósitos y fábricas de armas de destrucción masiva.

Pero Arabia Saudita se negó a permitir que el Departamento (ministerio) de Defensa de Estados Unidos (Pentágono) lanzara ataques aéreos contra Iraq desde sus bases aéreas en territorio saudí, como sí lo hizo en la guerra del Golfo (1991).

Mientras tanto, Irán respaldó a Iraq, con lo que dejó atrás el recuerdo de la guerra que enfrentó durante ocho años a ambos países (1980-1988), en la que murieron un millón de personas, y respaldó la posición del gobierno de Saddam Hussein.

El rey saudí Fahd ibn Abdul Aziz se reunió esta semana en su país con el hasta agosto pasado presidente iraní, Alí Akbar Hashemi Rafsanjani, aún un personaje clave en Teherán pues preside el poderoso Consejo de Conveniencia, órgano a cargo de saldar diferencias entre la presidencia y el parlamento.

Las relaciones entre Teherán y Riyad han sido hostiles y frías desde el triunfo de la revolución islámica iraquí que condujo el ayatollah Ruollah Jomeini en 1979, que derrocó al prooccidental shah Rezah Pahlevi.

En la guerra Irán-Iraq, Arabia Saudita respaldó a Iraq con dinero e inteligencia procedente de aviones dotados de sistemas de vigilancia AWACS procedentes de Estados Unidos.

Poco antes del fin de la guerra, Teherán cortó sus vínculos diplomáticos con Riyad, luego de que disturbios ocurridos en La Meca en 1977 causaron al muerte de 317 peregrinos iraníes y 85 saudíes.

La normalización se produjo solo después de la guerra del Golfo, en la que Irán se mantuvo neutral. Desde entonces, las relaciones mejoraron, pero no hubo avances rápidos.

En junio de 1996, 19 estadounidenses murieron al estallar una bomba en el complejo residencial Al Jobar, cerca de Dhahran, en el oriente de Arabia Saudita. Las autoridades saudíes sospecharon de militantes chiítas a las órdenes del gobierno de Irán, visión que comparte Estados Unidos.

Pero Riyad negó el permiso para el ingreso de agentes de la Oficina Federal de Investigaciones (FBI) estadounidense. Teherán negó cualquier vinculación con el atentado, mientras Washington amenazó con bombardear 12 supuestos "campos de entrenamiento" de terroristas en territorio iraní.

Arabia Saudita avaló que la cumbre trienal de la Organización de la Conferencia Islámica (OCI), bloque que tiene su sede en la ciudad saudí de Jeddah y que recibe la mayor parte de su financiamiento del tesoro en Riyad.

La elección en mayo del moderado Mohammed Jatami al frente de la presidencia de Irán fue un buen augurio para el fortalecimiento de los vínculos entre ese país y las monarquías del Golfo, en especial Arabia Saudita.

Cuando los 54 mandatarios de la OCI se reunieron en Teherán en diciembre, Jatami agasajó al visitante príncipe heredero saudí Abdullah ibn Abdul Aziz.

La caída del precio del petróleo acercó aun más a Riyad y Teherán. Ambos son los principales productores entre los 11 miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), Arabia Saudita con 8,5 millones de barriles de petróleo por día e Irán con 3,75 millones de barriles.

El precio del petróleo está en su nivel más bajo en cuatro años. El cálido invierno en el hemisferio norte redujo la demanda, al mismo tiempo que el exceso de producción de algunos países sobre la cuota fijada por la OPEP, en especial Venezuela, deprimió aun más el precio.

A la crisis económica en Asia oriental y la consiguiente caída en el consumo de combustible en esa región siguió la decisión tomada por la OPEP en noviembre, a iniciativa de Arabia Saudita, de aumentar 10 por ciento la producción máxima de los 11 países, entonces de 25 millones de barriles diarios.

El resultado fue un exceso de abastecimiento sobre la demanda y una caída del precio, a alrededor de 15 dólares el barril, cuando el promedio de 1997 fue de 19,50.

Rafsanjani llevó consigo a Riyad al ministro de Petróleo iraní, Bijan Zanganeh. Radio Teherán informó que "druante la reunión con Rafsanjani, el rey Fahd ordenó a funcionarios petroleros saudíes aumentar la cooperación con sus pares iraníes en procura de precios más justos" y "realistas".

Arabia Saudita ha respaldado el proceso de paz palestino- israelí que comenzó en Madrid en octubre de 1991 con el patrocinio de Estados Unidos y la hoy disuelta Unión Soviética. Pero Irán objetó el dominio de Washington sobre el proceso y alertó en reiteradas oportunidades sobre su sesgo proisraelí.

La asunción en mayo de 1996 del actual primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, cambió la situación. Desde entonces, la corona saudí ha criticado la falta de voluntad del gobierno de Bill Clinton para presionar al israelí en la implementación de acuerdos ya firmados.

Hoy, Riyad acepta los argumentos de Teherán de que Israel no tiene intenciones de permitir la creación de un estado palestino ni de negociar con seriedad tratados de paz con Siria y Líbano en base al principio "territorios a cambio de paz".

Los pequeños vecinos de Irán y Arabia Saudita manifiestan su satisfacción por el acercamiento entre ambos países, mientras Estados Unidos sufre dificultades para ocultar su desagrado y desaprobación. (FIN/IPS/tra-en/dh/rj/mj/ip/98

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