Gobiernos opuestos al uso de la fuerza de Estados Unidos contra Iraq comenzaron a adherirse a una propuesta de arreglo elaborada por la Liga Arabe en consulta con Rusia y Francia.
La propuesta establece el acceso irrestricto de los inspectores de la Comisión Especial de las Naciones Unidas a 60 sitios iraquíes sospechosos de contener o fabricar armas no convencionales durante dos meses.
Mientras, una nueva comisión tendría acceso incondicional a los ocho palacios presidenciales que desataron la actual crisis.
La nueva comisión sería presidida por una persona designada por el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Kofi Annan, quien exhortó a ambas partes a abandonar "posiciones fundamentalistas o puristas".
Si se aceptara, la fórmula permitiría a Iraq salvar su honor y a la vez daría a la organización mundial la oportunidad de verificar los hechos en el lugar.
La alternativa de Washington (destruir los sitios sospechosos con bombas y misiles crucero) parece menos confiable y extremadamente riesgosa.
A menos que el Pentágono (Departamento de Defensa de Estados Unidos) esté enterado de las instrucciones más secretas del presidente iraquí Saddam Hussein en cuanto a las últimas ubicaciones de las armas, sólo obtendrá un éxito parcial con sus ataques aéreos.
Además, no existe garantía de que los objetivos iraquíes serán destruidos por completo ni de que no se filtrarán agentes biológicos o químicos al aire, lo cual podría matar civiles no sólo en Iraq sino también en países vecinos.
Como Saddam Hussein permitió ahora el acceso a todos los sitios sospechosos, aunque por un tiempo limitado, se podría suponer que no tiene armas de destrucción masiva ni los medios para su fabricación.
Si eso fuera cierto, la ONU debería levantar completamente las sanciones económicas contra Iraq, pero eso no sucederá si depende de Washington.
El embajador de Estados Unidos ante la ONU, Bill Richardson, subrayó que Iraq debe cumplir todas las resoluciones del Consejo de Seguridad o de lo contrario Washington vetará el levantamiento de las sanciones.
Las resoluciones del Consejo sobre Iraq no sólo establecen la eliminación total de las armas iraquíes de destrucción masiva, sino también que Bagdad deje de reprimir a su población civil, especialmente a los kurdos.
La pregunta es: ¿quién y de qué forma determinará si el gobierno de Iraq dejó de reprimir a sus ciudadanos kurdos?
Estados Unidos no parece dispuesto a levantar el embargo contra Iraq mientras Saddam Hussein esté en el poder, y tres miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU (Francia, Rusia y China) parecen haber llegado a esa conclusión, razón por la cual se oponen al uso de la fuerza contra Bagdad.
Mientras Estados Unidos observa la capacidad de supervivencia del régimen iraquí con creciente indignación, Rusia, Francia y China están discretamente impresionados. Además, empresas petroleras y otras de estos países están ansiosas por hacer negocios con Bagdad en cuanto se levanten las sanciones.
En cuanto a países árabes como Egipto, Arabia Saudita y Siria, sus gobiernos se sienten tranquilos porque bajo el actual régimen la integridad territorial de Iraq permaneció intacta, un factor vital si se tiene en cuenta la importancia estratégica de Iraq para la estabilidad de la región.
A diferencia de lo ocurrido en la guerra del Golfo de 1991, cuando Arabia Saudita se convirtió en un elemento indispensable para los planes del Pentágono, esta vez Riyad se negó a permitir que Estados Unidos utilice bases aéreas saudíes para sus ataques contra Iraq.
"Nos oponemos a un ataque contra Iraq como pueblo y como gobierno", declaró al diario Arab News el príncipe Sultan ibn Abdul Aziz, ministro de Defensa saudí, en vísperas de la visita del secretario de Defensa estadounidense William Cohen a la capital saudí para reunirse con el rey Fahd, esta semana.
Sólo unos días antes, un alto oficial militar había declarado al período The Washington Post que "si Estados Unidos no puede utilizar bases aéreas de Arabia Saudita, perderá 30 por ciento de su capacidad de bombardeo".
Washington tampoco dio en el blanco cuando procuró la colaboración de Turquía, que en la guerra del Golfo permitió al Pentágono utilizar su base aérea de Incirlik, pero en esta ocasión se negó.
Las razones de la negativa de Ankara son de índole económica, ya que el gobierno estima que perdió entre 32.000 y 35.000 millones de dólares a causa del embargo contra Iraq, que ya lleva siete años y medio.
Sin embargo, el principal motivo de la oposición de varios países árabes a la acción militar de Estados Unidos contra Bagdad es el temor al colapso de la autoridad central y una eventual guerra civil en Iraq.
A nivel popular, existe gran solidaridad en el mundo árabe por la situación de penuria que vive la población iraquí. Se estima que 500.000 niños menores de cinco años murieron por desnutrición y falta de medicamentos, a causa del embargo. (FIN/IPS/tra-en/dh/rj/ml/ip/98