IRAQ: Oposición en Jordania promueve expulsión de Saddam Hussein

En un parque vacío situado en el centro de la capital de Jordania, un iraquí de mediana edad expresa en una voz casi inaudible su apoyo a cualquier acción que expulse del poder al presidente de Iraq, Saddam Hussein.

"Deberían hacerle lo mismo que al presidente de Guatemala", dijo en referencia al derrocamiento de Jacobo Arbenz en 1954, en un golpe militar organizado por la CIA en defensa de los intereses de una compañía frutícola estadounidense.

El hombre, vestido con vaqueros andrajosos y una chaqueta, fuma nerviosamente y mira por encima de su hombro. "Créame, nadie quiere a Saddam Hussein", dijo.

Es imposible saber cuántos iraquíes residentes en Jordania comparten los sentimientos de este hombre.

En una estación de autobuses cercana que se ha convertido en punto de reunión de inmigrantes iraquíes pobres, cualquiera que hable de política y pueda ser escuchado por terceros se cuida de alabar al líder iraquí por su valiente desafío a las resoluciones de la ONU.

Sin embargo, la oposición a Saddam Hussein está bastante generalizada en Amman, tanto en ferias y estaciones de autobuses frecuentados por iraquíes como en los barrios más ricos, donde líderes exiliados de la oposición iraquí son custodiados por el servicio secreto de Jordania.

La mayoría están unidos en su apoyo a cualquier estrategia que conduzca al derrocamiento del actual gobierno de Iraq, al que culpan de iniciar guerras inútiles, aislar a la nación de sus vecinos árabes y reducir a las mujeres a la pobreza y la prostitución.

No obstante, también están unidos en su oposición a cualquier acción que incremente el sufrimiento del pueblo iraquí. Actualmente, uno de cada 50 niños iraquíes muere de desnutrición, frente a uno en 600 antes de la imposición de las sanciones de la ONU.

Aunque la oposición de Iraq aprueba cualquier esfuerzo para despojar a Saddam Hussein de sus armas químicas y biológicas, la limitación de esa política impide que los aliados de Estados Unidos en la región le brinden su apoyo.

"Si quieren respaldo, su objetivo debe ser el villano", expresó Abdallah Hasanat, subdirector del periódico Jordan Times. "Los árabes creemos que la política de Washington está dirigida contra el pueblo iraquí y no contra Saddam Hussein, y nadie desea ser parte de esto", agregó.

Otros dudan de la eficacia de los ataques aéreos como forma de que los inspectores de armas de la ONU puedan acceder a todos los sitios sospechosos de poseer armamento no convencional, y mucho más como medio para derrocar a Saddam Hussein.

Los opositores iraquíes no desean que se repitan los ataques militares de la guerra del Golfo, en 1991, cuando los aliados arrojaron unas 60.000 toneladas de bombas sobre Bagdad.

El bombardeo causó la muerte de más de 100.000 iraquíes, pero dejó a Saddam Hussein lo suficientemente fuerte para reprimir brutalmente fuerzas de oposición en el norte y el sur del país una vez que cesaron los ataques.

"Mientras sobreviva, Saddam Hussein se considerará victorioso", afirmó Moath Abdel Rahim, miembro del movimiento opositor iraquí Al-Wifaq, quien trabajó en el Ministerio de Información hasta que desertó y huyó a Jordania en 1995.

"Además, no le importa que masacren a su pueblo", añadió.

Abdel Rahim y otros miembros de Al-Wifaq procuran el apoyo de la comunidad internacional para derrocar a Saddam Hussein mediante el congelamiento de los activos iraquíes en el exterior, la aplicación de la zona de exclusión de vuelos impuesta tras la guerra del Golfo y el otorgamiento a Al-Wifaq de un cargo como observador de la ONU.

Tales medidas reactivarían los pequeños bolsones de resistencia que subsisten dentro de Iraq, opinaron.

Al-Wifaq pretende también que las controvertidas sanciones contra Iraq se continúen aplicando, pero con una mayor vigilancia para garantizar que las raciones de alimentos y medicinas lleguen a la población.

Hasta ahora, la burocracia de la ONU y el control del sistema de raciones por Saddam Hussein contribuyeron a agravar el sufrimiento de los iraquíes.

Alimentos adquiridos en octubre de 1996 llegaron a Bagdad hace poco tiempo, según informes. Además, el gobierno iraquí suele privar a familias enteras de artículos humanitarios si un miembro de ellas deserta del ejército.

Si se implementara un sistema mejor, las sanciones podrían ser un arma poderosa contra el régimen iraquí, sugirió Al-Wifaq.

"Nadie desea que la población sufra, pero tampoco que Saddam Hussein tenga libre acceso a la riqueza del país, porque la usará para la guerra", opinó D.J. Kadhim, miembro del comité político de Al-Wifaq, quien huyó de Bagdad en 1978.

La mayoría de los iraquíes sostienen que no tolerarían una nueva guerra. Desde 1991, organizaciones internacionales registraron más de 400.000 muertes por desnutrición en Iraq.

Bajo el régimen de Saddam Hussein, casi todas las familias perdieron algún miembro durante los 10 años de guerra con Irán (provocada por una invasión iraquí en 1980), continuada por la invasión de Kuwait y la guerra del Golfo.

Aun en Jordania, los iraquíes no se sienten seguros. En enero, ocho fueron muertos a tiros en una calle de Amman, aparentemente por agentes de Saddam Hussein.

Los iraquíes comunes no dan sus nombres fácilmente, mientras figuras destacadas de la oposición toman precauciones extraordinarias para ocultar su identidad.

Aquellos que están dispuestos a hablar describen en detalle ejemplos de la brutalidad del presidente iraquí. En diciembre, mandó ejecutar a cuatro estudiantes jordanos que fueron capturados cuando intentaban hacer ingresar mercaderías ilegalmente a Bagdad.

Dos años después, cuando los dos yernos de Saddam Hussein desertaron hacia Jordania y luego regresaron, los ejecutó no sólo a ellos, sino también a su padre y a un hermano menor.

A fines de los años 70, cuando Kadhim regresó de sus estudios en el exterior, descubrió que la mayoría de sus compañeros de Al- Wifaq habían sido ejecutados o muertos en misteriosos accidentes automovilísticos.

Pero muchos iraquíes en Jordania sostienen que el principal motivo de su desprecio a Saddam Hussein no es su brutalidad, sino la vergüenza y humillación que sufren, y todo lo que perdieron. (FIN/IPS/tra-en/dho/rj/ml/ip/98

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