El bombardeo de arsenales de armas biológicas podría liberar agentes letales en lugar de destruirlos, advirtieron expertos ante la escalada militar de Estados Unidos y Gran Bretaña para atacar a Iraq.
"El resultado de cualquier bombardeo dependería de las circunstancias. Un poco de ántrax, por ejemplo, puede desplazarse a enormes distancias, como en el accidente ocurrido en Sverdlovsk (en la entonces Unión Soviética) en 1979", explicó Julian Perry- Robinson, de la Universidad de Sussex, Gran Bretaña.
En 1979, 96 personas enfermaron y 64 murieron en la ciudad de Sverdlovsk (actual Yekaterinburgo) tras un brote de ántrax. Inicialmente, las autoridades lo atribuyeron a la ingestión de carne contaminada, pero luego admitieron que fue causado por una explosión en una fábrica cercana de armas biológicas.
La cantidad filtrada no excedía unos pocos miligramos. Sin embargo, el viento transportó las bacterias a grandes distancias, y murieron animales a 80 kilómetros luego de pastar en terrenos donde se habían asentado esporas de ántrax.
Desde hace dos años, la Comisión Especial de las Naciones Unidas (UNSCOM) busca en Iraq 25 cabezas de misiles que contienen armas biológicas altamente tóxicas, incluidos 150 litros de ántrax y botulina.
Funcionarios iraquíes admitieron que durante la guerra del Golfo, en 1991, las cabezas estaban ocultas en túneles ferroviarios o en bancos del río Tigris, pero afirmaron que posteriormente fueron llevadas a un lugar desértico llamado Nebai y destruidas.
El principal inspector de armas biológicas de UNSCOM, Richard Spertzel, declaró que es "extremadamente dudoso" que las cabezas hayan sido destruidas debido a la diversidad de versiones de militares iraquíes y biólogos.
Las cabezas de misiles, cada una de un metro por tres, podrían estar montadas en misiles Al-Hussein del tipo Scud, construidos secretamente, con un alcance de 600 kilómetros. Las cabezas podrían matar hasta un millón de personas.
En total, Iraq admitió haber llenado 182 municiones diferentes con agentes biológicos, pero sólo se recuperaron o hallaron partes de 26.
Bagdad también reconoció haber fabricado 11.800 litros de botulina, suficiente para destruir varias veces la población del mundo, pero funcionarios de la ONU creen que la producción asciende al doble o triple de lo declarado.
Así mismo, las autoridades iraquíes admitieron la fabricación de 8.500 litros de ántrax, capaces de matar a miles de millones, y 340 litros de una sustancia que provoca gangrena gaseosa.
Sólo después de la guerra del Golfo, Occidente comenzó a comprender la extensión del programa de armas biológicas de Iraq. Aunque algunas de las principales instalaciones ya fueron identificadas y destruidas, los inspectores saben que puede haber muchas otras en funcionamiento.
Las armas biológicas pueden fabricarse en una escala tan pequeña, que sería posible hacerlo aun con una unidad móvil fijada a la parte trasera de un camión, explicó Perry-Robinson.
En caso de una acción militar contra Iraq, cualquiera de las instalaciones podría ser dañada o destruida, ya sea en forma deliberada o inadvertida. En tal caso, siempre existe el riesgo de escape de agentes biológicos, aunque tendrían que ser rociados en forma de aerosol, según Perry-Robinson.
"Si Iraq tuviera un arsenal de ántrax y éste fuera blanco de un ataque militar, se liberaría una cantidad sustancial de esporas", advirtió Alastair Hay, director del Departamento de Patología Química de la Universidad de Leeds, Gran Bretaña.
"Es improbable que, si se ataca una instalación, se destruya absolutamente todo", afirmó.
Sin embargo, está claro que el Departamento de Defensa de Estados Unidos cree lo contrario, ya que está desarrollando armas que provocan una llamarada extremadamente potente y de varios segundos de duración, según fuentes cercanas a la ONU.
Estados Unidos también utilizaría armas que producen radiación y "destruirían los gérmenes", añadieron las fuentes. No obstante, el ántrax es muy estable y persistente, y puede permanecer activo en el suelo durante décadas, señaló Hay.
Experimentos británicos con ántrax durante la segunda guerra mundial causaron en la isla escocesa de Gruinard una contaminación que duró casi 50 años, y sólo cesó mediante la remoción de toda la capa superficial del suelo.
"Es claro que el programa de Saddam Hussein debe ser detenido, pero honestamente creo que un bombardeo provocaría más problemas que soluciones", declaró Hay. (FIN/IPS/tra- en/jmp/rj/ml/ip-en/98