Los industriales de Brasil decidieron recurrir al "patriotismo económico', como forma de defender su mercado y equilibrar la balanza comercial ante la imposibilidad de que se modifique el tipo de cambio y la liberación del comercio.
Adquiera productos "Cuatro B", es decir "buenos, bonitos, baratos y… brasileños" es la consigna del movimiento lanzado en enero por 14 asociaciones empresariales. Generar empleos dentro del país, y no fuera, es el principal argumento.
El Movimiento de Valuación del Producto Brasileño, o simplemente Pro-Brasil, "es nacionalista pero sin xenofobia", sostuvo Synesio Batista da Costa, su coordinador ejecutivo y presidente de la Asociación Brasileña de Fabricantes de Juguetes, uno de los sectores más afectados por la apertura del mercado.
El objetivo, explicó, no es condenar las importaciones ni imponer patrones de consumo, sino persuadir al consumidor de este país que, entre productos de calidad y precios equivalentes, la elección del nacional es más racional y benéfico para todos.
Un mayor consumo de bienes fabricados en el país permite aumentar la escala de producción, abaratarla y mejorar su calidad, de forma tal que se pueda ganar en competitividad internacional para exportar más y ofrecer más empleos, indicó Batista da Costa.
Nildo Masini, líder de la Federación de las Industrias de Sao Paulo, señaló a su vez que hay que combatir también la distorsión cultural que sostiene erróneamente que "todo producto importado es mejor".
Cada 30.000 dólares de importación representa un empleo menos en el país, ya que esa es la suma que cuesta anualmente crear y mantener un puesto de trabajo en la industria nacional, afirman los empresarios.
Cada empleo directo genera dos indirectos como mínimo, además de ampliar los ingresos del sistema de previsión social amenazado de quiebra y mejorar la recaudación de los gobiernos en todos los niveles, agrega Batista da Costa.
Las industrias disfrutaban un mercado rígidamente protegido hasta 1990, pero desde entonces, un proceso acelerado de reducción o eliminación de aranceles golpea duramente a las empresas nacionales.
Luego se sumó el libre comercio con Argentina, Paraguay y Uruguay, socios en el Mercado Comn del Sur (Mercosur), y factores negativos como la sobrevaluación del real respecto al dólar, utilizada para estabilizar la nueva moneda desde 1994, y las tasas de interés, consideradas las más elevadas del mundo.
Las importaciones brasileñas se duplicaron en los últimos cuatro años, alcanzando 61.358 millones de dólares en 1997 y generando un déficit comercial de 8.372 millones de dólares en un país acostumbrado a grandes saldos favorables en la década del 80 y comienzos de la del 90.
En ese proceso, aunque aumentó la producción, la industria nacional redujo el total de sus empleados en casi un tercio, llegando a un total de 2,4 millones de empleos perdidos, según los propios empresarios.
Para contener el deterioro de las cuentas externas el gobierno adoptó desde 1995 varias restricciones a las importaciones, provocando quejas de otros países, incluso de sus socios en el Mercosur.
El régimen impuesto a la industria automovilística, con cuotas de importación y estímulo a la instalación de empresas extranjeras en el país, y la exigencia de pago al contado de importaciones financiadas por un lapso de hasta 360 días, fueron algunas de las medidas cuestionadas.
La financiación a tasas de interés muy inferiores a las nacionales representaban una gran ventaja para los importadores, incluso con obtención de grandes ganancias en aplicaciones financieras, argumentaron las autoridades económicas.
Los empresarios renunciaron a seguir presionando por una devaluación de la moneda nacional como forma de restablecer condiciones equitativas de competencia.
"Ahora no se puede devaluar, sería dañoso para la economía nacional", admitió el presidente de la Asociación Brasileña de Comercio Exterior, Marcus Pratini de Moraes, ante la crisis financiera en varios países asiáticos iniciada en octubre.
Los exportadores e industriales concentran sus reclamos en la "reducción del costo Brasil" a través del abaratamiento de los transportes, especialmente en las operaciones portuarias, y reducción de tributos y costos laborales.
La posibilidad de ataques especulativos contra la moneda brasileña también justifican que la tasa primaria de intereses, determinada por el Banco Central, sea una de las más altas del mundo, actualmente en 34,5 por ciento anual, reconocen los empresarios.
En tal situación el llamado al nacionalismo del consumidor aparece como una alternativa para enfrentar las desventajas productivas de la industria de este país. (FIN/IPS/mo/dm/if/98