Una asamblea de mil personas se reúne cada cinco años para elegir al presidente de Indonesia. Pero hace tres decenios que esa sesión no despierta muchas expectativas, pues ha derivado, de forma invariable, en el nombramiento de Alí Suharto.
La misma predecible rutina se desarrollará este año, cuando la Asamblea Consultiva del Pueblo (MPR), la mitad de cuyos miembros fueron designados por el propio presidente, se reúna entre el 1 y el 11 de marzo para decidir que Suharto gobernará Indonesia por séptimo período quinquenal consecutivo.
También está previsto que el vicepresidente elegido sea el actual ministro de Investigación y Tecnología, Jusuf Habibie, lo que renovará el respaldo de los musulmanes al gobierno.
Pero en esta ocasión la asablea transcurrirá en medio de un profundo escrutinio internacional, pues Indonesia se encuentra bajo presión para reanimar su economía en crisis y evitar una ola de inquietud social.
La mayoría de los 500 asambleístas nombrados por Suharto son aliados suyos, entre ellos hijos, hijas y primos, viudas de ministros y custodios de sus familiares.
El proceso político deja poco espacio para voces opositoras como la de Megawati Sukarnoputri, hija de Sukarno, el influyente líder musulmán Amien Rais y el ex funcionario Emil Salim.
La elección de Habibie, cuyos vínculos con el presidente se remontan a los años 50, evidencia la preferencia de Suharto por alguien que piensa en grande y en quien pueda delegar funciones a medida que envejece.
Con 76 años y 32 al frente del gobierno, Suharto es el segundo presidente de Indonesia luego del fundador del estado independiente, Ahmed Sukarno.
Los simpatizantes de Habibie quieren que este funcionario educado en Alemania no sea apenas una "rueda de auxilio" de Suharto sino su copiloto en el liderazgo del país, y, como tal, que el presidente le otorgue más poder del que le ha concedido a anteriores vicepresidentes.
Eso le convierte en un potencial sucesor del mandatario.
A algunos indonesios les gustan sus grandes planes, como la fabricación de aviones nacionales. Pero otros consideran que es un desperdicio de dinero en un país en desarrollo.
Muchos extranjeros e indonesios educados en Occidente dudan de la experiencia de Habibie en economía, necesaria en estos tiempos de crisis. "Se lo considera un sectario y un opositor al libre mercado", explicó el economista Anwar Nasution.
Los simpatizantes del futuro vicepresidente, como el diputado A. M. Saefuddin, consideran que "su inteligencia está por encima del promedio de los indonesios y tiene capacidad de lidiar con la crisis si se le da una oportunidad".
Analistas opositores observan que la designación de Habibie está lejos de constituir una prueba de la capacidad del gobierno para reformar el sistema político y económico, pues la crisis tiene su raíz en la desconfianza del público en el gobierno. En ese sentido, el tándem Suharto-Habibie ofrece pocos cambios.
Adam Schwarz, autor del libro "Una nación espera: Indonesia en los años 90", dijo que los problemas del país van más allá de la economía, y que esa es la razón por la cual la receta del Fondo Monetario Internacional no ha funcionado.
"En la caída en picada de la economía indonesia, una lección es cada vez más clara. Una crisis de naturaleza al mismo tiempo política y económica no puede solucionarse solo con remedios económicos", sostuvo Schwarz.
Los disidentes creen que ya es tiempo de reformas políticas, como mayor espacio para la oposición como acabar con los favores del gobierno a los poderosos. Pero ya hubo algunas manifestaciones públicas contra la reelección de Suharto.
La candidatura de Habibie, planteada por cuatro grupos parlamentarios, se afianzó cuando los militares anunciaron públicamente su respaldo.
Poco antes, los militares no se inclinaban por su designación como futuro vicepresidente, pero Suharto nombró allegados suyos en puestos clave del ejército para forzar la balanza.
El gobierno intenta, con la designación de Habibie, fortalecer el apoyo de la comunidad musulmana, pero la comunidad china lo considera antichino.
"Ellos saben que en la cabeza de Habibie no pesan los asuntos raciales. Lo que pesa aquí es la justicia. ¿Es justo que cuatro por ciento de la población controle 70 por ciento de la economía?", dijo el general retirado Achmad Tirtoudiro.
"Muchas de las críticas carecen de base. Debemos darle la posibilidad de asumir el desafío", dijo el ex ministro del Interior Rudini. (FIN/IPS/ky/js/mj/ip/98