La inversión privada domina la corriente financiera internacional dirigida al mundo en desarrollo y desplazó de su lugar a organizaciones públicas como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI), informó hoy un centro de investigaciones de Washington.
Pero las instituciones internacionales que posibilitaron este cambio siguen teniendo gran influencia. Estas son algunas de las conclusiones del estudio del Worldwatch Institute, dedicado a la investigación ambiental.
El informe de Hilary French, vicepresidenta del centro, exhorta al Banco Mundial y el FMI a guiar el camino hacia formas de inversión que sean sustentables para el ambiente.
El Banco Mundial puede hacer esto al someter a su brazo de rápido crecimiento del sector privado, la Corporación Financiera Internacional, a los mismos controles ambientales y sociales que el organismo exige para financiar proyectos en áreas como la energía y la infraestructura, señaló French.
El Banco Mundial y el FMI también deben brindar mayor prioridad a las cuestiones ambientales, como la conservación de los recursos naturales, a la hora de negociar la política económica de los países prestatarios.
"Lo que no escuchamos es que la salud económica depende de la salud ambiental a largo plazo", dijo French, en referencia a las estrategias que tiene el Banco Mundial para cada país y la recomendaciones de ajuste económico del FMI.
"El reto es conseguir que estas instituciones reconozcan que la política ambiental es fundamentalmente política económica", añadió.
French señaló que los préstamos de ajuste estructural están repletos de condiciones económicas tradicionales, sobre todo la promoción del crecimiento impulsado por las exportaciones, pero hacen caso omiso de la inminente limitación de los recursos naturales y otros problemas ambientales.
"El incremento de la producción orientada a la exportación suele exigir la eliminación de bosques vírgenes o la apropiación de tierras antes destinadas a la agricultura de subsistencia", señaló el informe.
"El plan para aumentar la producción de soja en la cuenca amazónica requiere la construcción de una extensa red de canales, carreteras y vías ferroviarias para llevar la cosecha al mercado", explicó French.
El modelo de la exportación también fue responsabilizado por la deforestación masiva de Indonesia y por provocar los incendios forestales el año pasado que contaminaron el aire de gran parte del sudeste de Asia.
La cantidad de troncos destinados a la exportación fue tan grande que quedaron pocos para uso interno, lo que obligó a la población indonesia a talar los árboles ilegalmente, indicaron expertos a IPS.
Además, los incendios fueron iniciados por empresas agrícolas que pretendían limpiar la vegetación para aumentar las zonas de cultivos para exportación.
Pero Indonesia y otros países asiáticos para los que el FMI organizó rescates financieros son presionados para solucionar sus problemas a través de la exportación.
Esta solución conduce a la rápida deforestación y la intensificación de la producción en industrias nocivas para el ambiente como la electrónica y la manufactura de baterías, afirman analistas.
Los grupos ambientalistas presionaron a las agencias para que mitiguen sus demandas de mayor austeridad y exportación en Asia. Funcionarios del Banco Mundial y el FMI arguyen que las inquietudes "verdes" se abordarán sólo cuando se estabilice la situación financiera de la región.
"En teoría, se supone que el Banco Mundial debe controlar las consecuencias ambientales de su política", dijo French. "Si (los organismos) van a exhortar a los países a eliminar los subsidios, por ejemplo, podrían hacer hincapié en los que perjudican el ambiente".
"Pero el FMI se resiste" a las inquietudes ambientales, añadió.
El Fondo "dice que sú unica función es la estabilización a corto plazo y delega (las inquietudes) ecológicas al Banco Mundial, especializado en préstamos para el desarrollo a largo plazo. Esta actitud ignora la importancia política del FMI en la creación de las políticas económicas de largo plazo".
No obstante, el FMI canceló los préstamos a Camboya en 1996 en una disputa relacionada con la tala de árboles. French reconoce que el aspecto ambiental influyó en la decisión del Fondo, aunque se cree que tuvo más peso la inquietud por la corrupción y la inestabilidad política.
Pero el caso sigue siendo una "excepción", señaló French.
El mundo en desarrollo recibió 244.000 millones de dólares de inversión privada en 1996, casi seis veces más que la ayuda de los organismos públicos, según cifras del Banco Mundial incluidas en el informe de Worldwatch.
Del total, 45 por ciento correspondió a la "inversión extranjera directa", con frecuencia en "empresas conjuntas" con firmas nacionales.
Las acciones y los bonos representaron cada uno 19 por ciento y el resto fueron préstamos de bancos comerciales (14 por ciento) y créditos a la exportación de compañías y agencias oficiales de crédito a la exportación (tres por ciento).
Estas agencias incluyen a los Bancos de Exportación-Importación de Estados Unidos y Japón.
La mayor parte de la inversión se destinó a 12 "mercados emergentes", cinco de los cuales Worldwatch considera cruciales para el ambiente mundial debido a su tamaño, población, recursos naturales y condiciones ecológicas. Estos países son Brasil, China, India, Indonesia y Rusia.
El crecimiento de la inversión privada fue posible gracias a la desregulación y las privatizaciones generalizadas, ambas impulsadas por el FMI y el Banco Mundial, que recomendaron las "reformas" y otorgaron préstamos para posibilitarlas, reconoció French. (FIN/IPS/tra-en/aa/aq/en if dv/98